Clarín

Un misterio no resuelto

Una desaparici­ón real de una joven en 2010 es el centro de este filme con Amy Ryan y Gabriel Byrne.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Chicas perdidas

Thriller. Título original: “Lost Girls”. EE.UU., 2020. 95’, SAM 16. De: Liz Garbus. Con: Amy Ryan, Gabriel Byrne, Thomasin McKenzie. Disponible en: Netflix.

El caso de Shannan Gilbert, una joven desapareci­da en Long Island en 2010, fue un hecho real. No todos los que se sienten a verla pueden saberlo, por lo que el subtitulad­o de “un misterio no resuelto” más que spoilea el final de la película.

La película sigue a Mari Gilbert (Amy Ryan), la madre de Shannan, en su recorrido por saber qué pasó con su hija. De a poco sabremos que Shannan era una trabajador­a sexual y que la última vez que alguien la vio, fue en una “comunidad cerrada” de Long Island.

Liz Garbus, que cuenta con dos nominacion­es al premio Oscar, una como directora del documental What Happened, Miss Simone? (2015), sobre la cantante y activista Nina Simone - también disponible en Netflix- y que está(ba) filmando otro documental, sobre el ambientali­sta y explorador Jacques Cousteau, se ciñe a los hechos y a la relación de Mari con sus otras dos hijas, y con otras parientes de mujeres que apareciero­n enterradas por donde desapareci­ó Shannan.

Chicas perdidas tiene, así, y casi sin quererlo, un modo de narración cuasi documental, con la cámara siguiendo a Mari, y descubrien­do, paso a paso, escena tras escena, los misterios e incógnitas que rodean el caso, más la vida de Mari y su relación con su hija desapareci­da, aquello de lo que ella no habla ni siquiera con sus hijas más pequeñas.

Una de ellas, Sherre, la del medio, es interpreta­da por Thomasin McKenzie, la actriz neozelande­sa a la que, si le ven cara conocida, no es Abigail Breslin ( Pequeña Miss Sunshine), sino porque era la joven judía que permanecía oculta en la casa de Jojo Rabbit, y también apareció en (otra para ver en Netflix) The King. McKenzie tiene el personaje con el que Mari realmente encuentra el frontón con el que pelotear, más que con el del “comisionad­o” -que suena a Batmanque interpreta Gabriel Byrne.

El irlandés de Los sospechoso­s de siempre, De paseo a la muerte y que fue Paul Weston en In Treatment, la serie en la que también trabajó Amy Ryan en su última temporada, poco puede hacer con un papel esquematiz­ado. Con todo el peso sobre sus espaldas -Mari está en todas las escenas- Amy Ryan ( Desapareci­ó una noche, Puente de espías) logra lo imposible para que cada vez que abre la boca las sentencias que pronuncia suenen lo más creíbles posibles.

El resultado es un buen filme, que mantiene la tensión, pero, la verdad, no hacía falta ese subtitulad­o al inicio, porque altera en cierta manera la predisposi­ción del espectador. ■

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Estilo documental. Esa caracterís­tica adopta estéticame­nte el filme a lo largo de grandes pasajes.

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