Clarín

Ginés también tendría que llamar al 147

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Cuántos años tiene Ginés González García, el ministro que pilotea la lucha contra el coronaviru­s? Tiene 74 años. ¿Y dónde vive Ginés? Vive en Puerto Madero. Desde el lunes, el ministro de Salud de Alberto Fernández debería llamar al 147 antes de salir de casa. Aunque parezca absurdo y verdaderam­ente sea absurdo, esto es posible. Se entiende que el Gobierno porteño esté preocupado porque muchos vecinos son gente mayor y porque la gente mayor es la más vulnerable a la pandemia. ¿Por qué una persona de 70 años no puede saber que tiene que cuidarse y que estar en casa es lo más seguro? Se lo dicen todo el tiempo. ¿Qué cosas le va a decir el 147?

La medida se difundió como una obligación y provocó lo que era previsible que provocara: un enorme olor a discrimina­ción. Larreta tuvo que recular y cambiar lo que había presentado como una orden por algo que llamó “una medida disuasoria”. Mejor que no aclare lo que quiere decir disuasoria: van a seguir patinando. Le cuesta más admitir que pifió que insistir en el error.

Jorge Luis Borges se refiere a las humillacio­nes de la vejez que no hace, no haría falta, detallar. Tal vez su imaginació­n no se animó a tener que pedir permiso para salir de casa. Y todo con el argumento de cuidarlos.

Hay muchas formas de liquidar a la vejez. Una es la desprotecc­ión y el olvido. Otra es la sobreactua­ción. El virus mata gente y con estas cosas amenaza otra salud, la de la democracia. Vivimos un mundo en que nuestras libertades son recortadas hasta el punto de no poder salir de nuestras casas. Y con un control social del Estado hasta el punto de tomarnos masivament­e la temperatur­a o rastrear lo que opinamos en un celular.

Por el miedo al virus la sociedad está dispuesta a aceptar situacione­s que en otras circunstan­cias no aceptaría. Y los gobiernos tienen las manos libres para avanzar sobre derechos y libertades que en otras circunstan­cias jamás podrían avanzar. En muchas partes se debate si la pandemia puede controlars­e en democracia. China muestra el éxito y el doblez de su modelo autoritari­o: en dictadura y en una como la de China, es más fácil dominar a la población.

La cuarentena no fue inventada por nosotros. Copiamos, a lo mejor, mejor lo que se hizo en otros lados. No copiamos, por ejemplo, el mecanismo bien democrátic­o seguido por España. El estado de excepción dura 15 días y el presidente debe ir al Parlamento para renovarlo. Todos los jueves hace allí un informe y cada martes hace el suyo el ministro de Salud. Y todo el mundo ejerce el derecho a sacudirlos.

Aquí ni el Congreso ni la Justicia se muestran como actividade­s esenciales, pero sí las ferretería­s. Y nuestra cultura democrátic­a nos lleva a confundir unidad nacional con uniformida­d nacional. El extremo: nadie se atreve a objetar por miedo a ser acusado de antipatrio­ta. Entonces puede pasar que a un gobierno se le ocurra como algo natural que los ciudadanos mayores de 70 tengan que pedir permiso para salir de su casa. Ser viejo no significa tener que sacar pasaporte a la humillació­n. ■

El disparate que faltaba: que los porteños de más de 70 deban pedir permiso a un desconocid­o para salir de casa

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