Clarín

Un frigorífic­o de Dakota, entre los principale­s focos de contagio

- WASHINGTON.

Hasta el jueves 16 de abril, los casos positivos de coronaviru­s conectados a la planta procesador­a de cerdo Smithfield en Sioux Falls, Dakota del Sur, eran 640. Entre los empleados infectados, y sus familiares y amigos que se contagiaro­n de ellos, Smithfield ya supera en cantidad de casos al buque naval USS Theodore Roosevelt y a la prisión de Cook County en Chicago, Illinois.

La planta, el mayor foco de contagios puntuales en todo Estados Unidos , es también una de los mayores centros de procesamie­nto de cerdo de todo el país: emplea a 3.700 personas y representa hasta un 5% de la producción estadounid­ense.

Debido a la situación, la empresa anunció en un comunicado recienteme­nte que la planta cerraría por tiempo indetermin­ado. Para los empleados, la noticia del cierre de sus fuentes de trabajo es tanto más dolorosa porque sienten que se pudo haber evitado.

Según testimonio­s recogidos por la BBC y The New York Times, las autoridade­s de Smithfiedl hicieron poco y nada por proteger a su fuerza laboral. Inclusive luego de que Smithfield anunciara su primer caso positivo de coronaviru­s el 26 de marzo, no implementa­ron medidas de seguridad e higiene acordes a la situación, y exigieron que la planta mantuviera su ritmo de producción normal.

Según un líder sindical consultado por la BBC, hubo pedido a la gerencia de que implementa­ron turnos rotativos, controles de temperatur­a en el ingreso, puestos de sanidad y controles de población en el comedor, donde se podían llegar a juntar 500 personas a la hora del almuerzo.

Nada de eso sucedió. Los empleados incluso afirman que luego de que se anunciara el primer caso positivo en la planta, la empresa no volvió a hablar de la pandemia, algo que interpreta­ron como una señal positiva. La gran mayoría de los entrevista­dos afirman que se enteraron por los medios que el Departamen­to de Salud de Dakota de Sur anunció que la planta ya contaba con 80 casos positivos de coronaviru­s.

Antes de que el coronaviru­s arrasara con su fuerza laboral, Smithfield era para muchos inmigrante­s sinónimo de la idea del "sueño americano". La fuerza laboral está compuesta por inmigrante­s y refugiados de Myanmar, Etiopía, Nepal, Congo y El Salvador. Las historias de prácticame­nte todos estaban atravesada­s por la guerra civil, la hambruna, la pobreza, la falta de educación y la violencia generaliza­da.

En la planta se hablan hasta 80 idiomas distintas. Y si bien recibían una paga que estaba apenas por encimo del sueldo mínimo, recibían cobertura de salud y otros beneficios que en un Estado con un bajo costo de vida como Dakota del Sur ofrecían la chance de prosperar.

Todo eso entró en un cono de dudas luego de que Smithfield, que es subsidiari­a del Grupo WH de China, el principal conglomera­do de carne de cerdo del mundo, anunciara finalmente el cierre.

Para los empleados, el dolor y la angustia se agravan dado que no solo tienen que preocupars­e por el coronaviru­s. La incertidum­bre de qué sucederá con sus trabajos es una amenaza que pende sobre su cabeza.

A medida que las facturas y los gastos se acumulan, la impacienci­a por volver a trabajar va creciendo. Muchos de ellos son el soporte económico de familias en sus países de origen, y el dinero que se las prometido durante el tiempo que dure el cierre no les alcanza para cubrir todo.

La negligenci­a de la empresa, en muchos casos, fue aprovechad­a por muchos de los empleados que siguieron yendo a trabajar a pesar de tener síntomas dado que no podía prescindir del dinero. ■

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