Polémica en Francia por el aislamiento obligado a los adultos mayores
Lo imponen a la franja entre 65 y 70 años. La iniciativa causó fuerte enojo y amenazas de demandas judiciales.
Furiosos, atónitos, “infantilizados”, discriminados, víctimas de los prejuicios, del desprecio a los viejos y una segregación de su edad desde, al menos, los 65 años. Así se sienten los seniors (adultos mayores) franceses, luego de que el presidente Emmanuel Macron decidiera un “confinamiento” sine die en sus domicilios, a causa de su edad, ante el coronavirus. Una decisión similar a la que anunció el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (desde los 70) y que tiene los mismos problemas: es anti constitucional, estigmatizante y viola las libertades individuales en ambos países. Habrá una una cadena de presentaciones judiciales para tumbarla.
El criterio presidencial francés fue que son “la franja más vulnerable”, hasta que algunos de los 70 proyectos de vacuna que están en marcha en el mundo funcionen. El problema es que los mayores no morirán de coronavirus. Pero su salud estará muy afectada por la depresión, el encierro, la falta de movimiento y de luz natural, de contacto real con sus seres queridos, de contacto laboral, problemas financieros, o la destrucción de sus proyectos, sus ideas suicidas, la fobia al encierro, la violencia o tensión familiar. Se salvarán de la pandemia para morir de otra enfermedad colateral y que es su secuela por decreto presidencial.
En Francia habrá 18 millones de confinados mayores destinados al encierro. Su destino fue fijado por las estadísticas. El 90% de los muertos de Covid 19 tiene más de 65 años, según ellas.
El profesor Jean François Delfraisy, presidente del Consejo Científico que asesora al presidente Macron y tiene 72 años, informó al Senado el miércoles que “18 millones de personas, las que tienen mayor riesgo de desarrollar una forma grave de virus, en una edad entre aproximadamente 65 o 70 años”, permanecerán confinadas más allá del 11 de mayo.
Es la fecha en la que Macron quiere levantar la cuarentena para los niños de áreas más desfavorecidas y de sus padres, que volverán a trabajar. Otra polémica social en marcha en Francia bajo acusaciones de discriminar a los pobres y a la clase media que puede efectuar el “teletrabajo” y los maestros se resisten a volver al colegio para ser una guardería de chicos.
“Estas personas, no es ninguna primicia, permanecerán confinadas. ¿Por cuánto tiempo? No sé, hasta que encontremos un medicamento preventivo”, respondió el profesor Delfraisy. Una opinión que coincide con la presidenta de la Comisión Europea y médica, Ursula von Der Leyen, que recomendó a los europeos “no planificar vacaciones de verano, ni alquilar anticipadamente sus casas”.
El premiertro Edoaurd Philippe ha comenzado sus planes de salida del confinamiento con los adultos mayores encerrados. El ministerio de Salud habla del “acompañamiento de la extensión del confinamiento para las personas ancianas y con enfermedades crónicas”.
La polémica ya se inició y es la nueva papa caliente del gobierno de Macron. ¿Cómo decidir quién es un anciano en el siglo XXI, cuando el presidente quiere postergar la edad jubilatoria e invita a los franceses a trabajar más años ante la extensión de la vida de la gente? ¿Será una medida administrativa formal y a cumplirse?¿Podrá o deberá ser apelada ante la Justicia por los victimizados? ¿Se necesitará un certificado médico para ser exceptuado o afectará a todas las personas con canas o los residentes de los asilos de ancianos en Francia, más vulnerables que los otros?
El otro interrogante son las multas. ¿Quién se atreverá a multar a un anciano con su jubilación mínima, o que sale a la calle con su bastón, su carrito de metal para caminar?
En Francia una mucama cuesta 15 euros la hora. Las niñeras son un lujo. Si las guarderías están cerradas, son los abuelos los que se ocupan de los nietos. Esta decisión va a romper un vínculo social familiar, así como su participación en las organizaciones humanitarias o en las beneficencias de las alcaldías de los jubilados.
La Academia de Medicina se opuso a la discriminatoria salida del confinamiento por edades. “La tentación simplificadora consiste en gerenciar este episodio por franjas de edad e imponer a las personas mayores, en nombre de su propia protección, un confinamiento que no los satisface”, denunció.
La Academia deploró que se haya hecho “una amalgama” entre las personas mayores, las personas discapacitadas y las que tienen enfermedades crónicas. ■