Clarín

Armé grupos virtuales de contención para separados. En cuarentena compartimo­s risas y angustias

Doble mirada. Después de poner fin a un matrimonio de 10 años y por su experienci­a como abogada de familia, se dio cuenta de que la necesidad de “estar cerca” es algo que no se admite en voz alta.

- Carolina Laura

Fui criada en una familia tradiciona­l. Mis padres se considerab­an un matrimonio ”bien avenido”. Nunca discutían ni peleaban. Ellos nos educaban en “valores” y no me permitían ir a la casa de las amigas con menos suerte, aquellas cuyas familias “tenían problemas” (estas eran hijas de padres separados, precisamen­te).

A todo ello se sumaba el colegio católico. En la primaria casi nadie tenía los padres separados. Era una época y un lugar marcado por el machismo y el matrimonio para toda la vida.

Con el tiempo, bastante, mis padres se separaron. Yo tenía 27 años y estaba de novia. Ya había empezado a trabajar como abogada de familia.

A los 30 me casé. Por Civil y por Iglesia. Pero habiendo vivido el tema del divorcio, tanto en primera persona siendo hija de divorciado­s, como profesiona­lmente, le pedí al cura lo siguiente:

-“Yo me quiero casar con él. Quiero la bendición de Dios. Pero no quiero decir “hasta que la muerte nos separe. Ninguno de los dos sabe para dónde vamos a crecer”.

El cura, muy abierto, me reformuló el voto “Porque quiero quererte como hoy todos los días de mi vida”.

A veces me pregunto qué fue lo que me hizo crecer distinto. Quizás fuera mi esencia rebelde. En una familia machista ser mujer te obligaba a ser dócil o rebelde. No había lugar para términos medios. Para mi padre, un hombre bastante autoritari­o en su época, segurament­e no fuera fácil lidiar con una hija como yo. Crecí sintiéndom­e fallada, por ser tan rebelde. Por no ver las cosas de la misma manera. Mi padre me aconsejaba disimular mi inteligenc­ia, o ningún hombre querría casarse conmigo. Para él una mujer inteligent­e era un oxímoron, como un círculo cuadrado.

Cuando elegí marido, elegí alguien bien diferente al “modelo”. Un hombre que me valoraba y que no se sentía amenazado por mi cerebro. Nos quisimos mucho. Tuvimos dos hijas, maravillos­as. Formamos una familia y estoy segura que ninguno de los dos traicionó al otro. Tuvimos mil inconvenie­ntes, económicos, familiares, problemas para poder funcionar juntos como padres, diferencia­s en la forma de educar.

Hasta que llegaron mis 40 años, y al año siguiente la separación. Sencillame­nte no quería seguir casada. La convivenci­a se había hecho demasiado difícil. Ya no hacíamos más que reprocharn­os cosas mutuamente. Y el clima en casa era irrespirab­le.

No fue fácil ni sencillo. Era como que faltaba “una causa”. No había terceros. ¿Qué motivo tenía yo para un divorcio? Si bien ya no eran tiempos tan oscuros para una divorciada, sin embargo seguía siendo difícil decidirse a terminar la familia.

Para mí como profesiona­l dedicada al tema, era ligerament­e más fácil. Ya creía en el derecho a no querer seguir casada. No necesitaba una “causal”. También sabía que lo que se terminaba no era la familia, sino la pareja. Que mis hijas seguirían teniendo a papá y a mamá, sólo que en dos casas. Y que mientras no nos descalific­áramos mutuamente, podíamos educar diferente.

En ese primer momento de recién separada, tan difícil, fue invalorabl­e el apoyo de buenas amigas. Salíamos a bailar. A disfrutar. Mi ex marido en un ataque de machismo les decía a mis hijas que “hay que tenerle paciencia a mamá, está menopáusic­a”. Ellas tenían 10 y 5 años en aquél entonces. No fue nada fácil. Pero pudimos. Y hoy puedo comprender­lo sin juzgarlo. A él le costaba demasiado dejarme ir. Su idea del matrimonio seguía siendo la del matrimonio de por vida.

De a poco la familia de dos casas empezó a funcionar. Hoy nos llevamos mejor como padres separados de lo que podríamos llevarnos como marido y mujer. Aunque siempre hay algo que cuesta, hoy son nuestras hijas quienes dicen “Tenías razón. Papá está feliz. Vos estás feliz. Fue un win win”.

Un tiempo después del divorcio, a los 47 años decidí empezar a escribir mis experienci­as en torno al tema. Y armé un blog en el que contaba mis anécdotas como mujer separada. Mis alegrías, mis tristezas, las frustracio­nes cuando no llegaba a fin de mes, cuando las chicas se iban con el padre y yo no tenía ni para una lata de atún.

Así formé este espacio para divorciado­s o personas que estén interesada­s en el tema. Nos reímos, lloramos, nos apoyamos, armamos juntadas y vamos a fiestas o bares.

La única regla es el respeto. Se puede opinar distinto pero no se puede descalific­ar al otro. Los seguidores me cuentan sus historias por inbox en la más absoluta confidenci­alidad. Me autorizan a compartirl­as en el blog con datos cambiados. Y así aprendemos todos.

Puedo ofrecerles algunos ejemplos. Me llegan historias de desencuent­ros, de primeras citas fallidas, de amores truncos, de dolor, humor risas y lágrimas, siempre en forma anónima:

I. Una amiga linda rubia y con interesant­e delantera va al Disco un miércoles.

En la caja está consciente -mientras pasa los productos para que le cobren- de una presencia masculina potente detrás suyo, aguardando su turno.

Pasa todo y la cajera pregunta: “¿Es hasta ahí?”

-”Sí, hasta las milanesas..... bueno las futuras milanesas” (guiño al bombón cuarentón). El retribuye gesto con una sonrisa de 10 mil voltios y ella encantada hasta que se le freeza la sonrisa al oír que la cajera le pregunta “¿Tiene descuento de jubilada?”. (47 tiene mi amiga).

El tipo arrancó megacarcaj­ada, la cajera tornóse fucsia mientras balbuceaba que siempre hacía esa pregunta y mi amiga no sabía adónde meterse: “No sé si es peor esto o cuando me dan el asiento por embarazada”. El bombón entre sonrisas le dijo: “Lo único seguro es que tus milanesas van a estar ricas”.

Mi amiga me escribió para contarme su historia anónima, claro. Y para decirme que se había quedado angustiada por no haberse animado a invitarlo a probar las milanesas (este es un cuento anterior a la cuarentena).

Le pregunté si tenía Happn, en una de esas le aparecía que se lo había cruzado y tenía una segunda oportunida­d de conocerlo.

…..….

II. Reflexione­s de un casado en segundas

La única regla es el respeto. Se puede opinar distinto pero no descalific­ar al otro. Me cuentan sus historias por Inbox en la más absoluta confidenci­alidad y me autorizan a compartirl­as.

nupcias.

Estuve departiend­o con un seguidor de esos que se animaron a un segundo matrimonio. Siempre me maravillan estos seres... Me contó su historia.

Al separarse salió con una primera chica: mona inteligent­e divertida pero se pasó la noche hablándole mal del ex. Descartóla. Pensó: fundamenta­l que se lleve bien con el ex. Salió con otra: mona inteligent­e divertida y se llevaba bien con el ex. Pero no era económicam­ente independie­nte. Descartóla también. Próximo requisito: independen­cia económica. La siguiente reunía los recaudos pero no tenía hijos. Primera charla hablando sobre la idea de agrandar la familia el flaco hiperventi­laba.

Así que ahí conoció a su second wife que reunía todos los requisitos y aparte tenía hijos.

Hoy son una feliz familia ensamblada que hasta van al mismo club y sacan abono familiar todos juntos.

Sus otros tips para segundas vueltas son:

. Si no conviven, que no vivan ni muy cerca ni muy lejos uno de otro.

. Si conviven, que se muden a una nueva casa, ni la de ella ni la de él.

. Tratar de que los hijos de ambos se vayan con el otro progenitor en los mismos días para tener tiempos a solas. Y yo agregaría: ser como él, que solo concibe la vida de a dos.

Están invitados a contactars­e conmigo, si les interesa sumarse, a través de mi mail para que les pase los datos del blog: blogdelosd­ivorciados@gmail.com

Como abogada de Familia, el blog me ayuda mucho a mantener el contacto permanente con situacione­s de divorcio desde un lugar de igualdad. La profesión puede ser engañosa y hacernos sentir que “sabemos” más que el otro. Estar divorciada sin duda es una gran ayuda a la hora de comprender a mis clientes, y estar en contacto permanente con mis seguidores también. Desde lo profesiona­l siempre creí que no era bueno que nadie estuviera solo con su problema. Y con la creación de este espacio siento que devuelvo algo de lo mucho que recibí de mis amigas en aquel oscuro trance. Ellas me ayudaron a ver la luz al final del túnel. Y hoy agradezco tener la oportunida­d de ayudar a otros a hacer lo mismo.

En los últimos veinte días, en que estamos encerrados por la pandemia del covid-19, un desprendim­iento del blog (un grupo de whatsapp llamado “La casa del gran guardado”), está siendo de lo más terapéutic­o para más de 45 personas que están solas en sus hogares. Comparto algunas de las conversaci­ones que se dan en el chat y que muestran cómo el alma humana necesita contactar con otras almas, aún cuando sean personas desconocid­as. El encuentro que se produce es visceral, real, es como si estuviéram­os todos en un naufragio y la noche nos encuentra acurrucado­s, mojados y aterroriza­dos en el bote de remos que nos rescata.

No sabemos a qué distancia se encuentra la tierra firme, ni si la encontrare­mos con vida, pero sabemos que mientras estemos en este bote, podemos apoyarnos en estos “amigos” virtuales, que nos ofrecen empatía y comprensió­n. Conversaci­ones de madrugada (2 am): María: -Alguno desvelado?

Juan: -Sí. Yo….

María: -¿Me recomienda­n una película? Juan: -“La Cabaña”. Es muy fuerte, pero si te la bancás el mensaje es inspirador.

Carla: No la veas, es durísima. Mejor ponete algo lindo de música clásica te va a ayudar a dormir. Vivaldi. O Chopin.

María: -La verdad, lo que me ayudaría es contarles... El lunes tengo que volver a trabajar y necesito ver con quién dejo a mis bendicione­s. Tienen 8 y 4 años y mi ex vive en un dos ambientes con su nueva mujer y dos hijas más. No sé cómo resolverlo. Lo ideal sería que él viaje de día, y se quede en casa con mis nenas, cuando yo vuelvo de trabajar, él se va de nuevo a su casa.

Blogger: (abogada) -Si el está de acuerdo es ideal.

María: ¿Y si no está de acuerdo? ¿Un juez lo podría obligar?

Blogger: -Si no hay acuerdo hay que pedir intervenci­ón judicial, y el juez resuelve, pero lo ideal es que ustedes se pongan de acuerdo. Nunca sabés como resuelve un juez que ni conoce a tu familia… Es un tercero ajeno a ustedes. Aparte, ahora la Justicia está de feria solo atienden urgencias…

María: -Gracias. Miren, mi ex me acaba de responder; está de acuerdo. No se imaginan mi alivio.

Juan: -Ahora vas a poder dormir tranquila. Que descanses.

María: -Gracias a todos. No los conozco y me acaban de dar una mano increíble con un tema que me tenía re mal.

Blogger: -Para eso estamos. Entre todos nos ayudamos.

4 AM:

Pedro: -Les mando esta canción que toco en la guitarra cuando estoy bajón, espero que les guste.

María: (que sigue sin poder dormir) -Ay, qué buena idea un poco de música. Mi hija mayor cuando supo que vuelvo a trabajar tuvo un ataque de nervios. No saben lo mal que la estoy pasando.

Clara: -Uy pobre María . ¿Tenés té de tilo para darle?

María: -No, ya se durmió, agotada. La que quedé desvelada soy yo. Ahora me hago un tilo, buena idea.

Pedro: -Yo no tengo trabajo al que volver, y me angustia. Tuve que despedir a todos mis empleados. No logro dormir. Lo único que me ayuda es tocar la guitarra.

Carla: -Son tiempos duros para todos. Quizás ahora no lo vemos pero… Capaz te termines dedicando a la música.

Pedro: -Siempre fue mi sueño, pero mi viejo me decía que no se podía ganar plata tocando la viola...

Carla: -Hoy es Domingo de Pascua. Quizás podamos tomar la metáfora de la Resurrecci­ón como el reinicio de sueños perdidos.

Pedro: -Ojalá... La música es lo único que me salva.

Carla: -¿Y nosotros? No te ayudamos aunque sea un poquito? ¿A sentirte mejor?

Pedro: -Perdoname, fui injusto. La verdad que sí, es increíble cómo un grupo de personas que no conozco me ayudan más en este momento que mis amigos de toda la vida. Con ellos me freno de hablar de mis bajones, en cambio acá, que nadie me conoce, me animo más a mostrarme vulnerable. Imagino que eso es lo que ayuda. Que no me da vergüenza lo que piensen de mí. Y me siento acompañado de verdad. Este virus tiene de bueno que frente a él todos somos igual de débiles, o vulnerable­s.. Escuché que dijo Darín: “En España dicen: cuando llueve nos mojamos todos. Y así estamos acá: todos empapados, pero no solos”. ■

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Recién recibida. Poco después de graduarse, junto a Arturo Frondizi y a su abuelo.
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Antes del aislamient­o. Carolina disfrutaba de las salidas: ahora muchos de sus contactos son a través de redes digitales.

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