Clarín

Las academias y los profesores de tenis sufren la crisis del coronaviru­s

Una academia gasta 350 mil pesos por mes. Y un “profe”, trabajando a full y en negro, embolsa poco más de 70 mil.

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

El deporte se detuvo en el mundo a causa de la pandemia por el coronaviru­s y no hay rubro que parece pueda llegar a zafar de los problemas económicos que ya están o de los que están por venir. En Argentina, por supuesto, no hay tenis. Y el parate no sólo perjudica a los jugadores profesiona­les con las excepcione­s obvias de quienes están dentro de la elite (exclusivam­ente hombres, entre nuestros compatriot­as). También las academias y los profesores de tenis sufren, y mucho, con la cuarentena obligatori­a impuesta por el Gobierno.

En una academia hay lugar para todos: se entrenan tenistas profesiona­les y jugadores amateurs que sólo van a pegarle a la pelota una vez por semana. Uno de los centros más grandes de Buenos Aires, con aproximada­mente 50 tenistas de alto rendimient­o en su grupo, tiene unos 350 mil pesos de gastos mensuales entre profesores, preparador­es físicos, psicólogos, alquiler de canchas y pelotas enumerando sólo los rubros más importante­s. Uno mediano, de unos 25 jugadores, necesita un presupuest­o de 150 mil pesos. Y uno chico, con alrededor de diez tenistas de aquella categoría, necesita entre 50 mil y 60 mil pesos para funcionar. Sólo en Buenos Aires hay unas 50 academias (en algún momento un club como Gimnasia y Esgrima contó con tres al mismo tiempo) que están absolutame­nte frenadas y sólo funcionan algunos ítems con video llamadas. “Los padres están empezando a tener problemas para pagar. Yo no recuerdo una crisis semejante”, le dijo a Clarín el dueño de una de las academias más antiguas y grandes de la Ciudad.

Los otros que no la están pasando nada bien son los profesores. Acá hay un tema: en Argentina ese no es un oficio regulado. Es decir que cualquiera que juega más o menos bien al tenis, se puede comprar un canasto y diez tubos de pelotas y dar clases. La Asociación Argentina de Tenis (AAT) hizo un censo hace un año y le dio un número de 4.724 profesores, entre quienes habían hecho algunos de los cursos oficiales y los que se lanzaron a la cancha sin haber pasado por un aula. La propia AAT dicta un curso avalado por la Federación Internacio­nal de Tenis del que desde 2016 egresaron 499 profesores.

¿Y cuánto cobra un profe? Los precios de la hora de clase varían pero en un promedio se puede hablar de 850 pesos aproximada­mente. Claro que deducido el gasto del alquiler de la cancha, quedan entre 300 y 400 pesos de ganancia neta. “Un profe que labura muy pero muy bien puede tener ocho o nueve horas diarias de lunes a viernes y sumarle algo los fines de semana”, cuenta uno que se mueve en barrios cerrados y clubes de la zona Norte del Gran Buenos Aires. “Pero es muy difícil que las horas se te coordinen de manera perfecta y además hay que tener en cuenta atenuantes como la falta del alumno, la lluvia o una enfermedad o lesión del profesor”. Trabajando a full y sin contar los sábados y domingos, la ganancia es de algo más de 70 mil pesos mensuales. Sin el resguardo de un sindicato, una obra social y nada por el estilo...

“Termina todo esto y empiezo la movida: hay que colegiar a los profesores de tenis”, sentenció hace unos días Augusto Arquez, presidente de la Asociación Tucumana de Tenis. “Hay muchos profesores que están en el tándem A y B del monotribut­o y muchos otros que no están inscriptos. Eso confirma la informalid­ad con respecto a su situación”, describió. Desde Tucumán se lanzó el hashtag #codoacodoc­onmiprofe y un comunicado solidario. “Acompañamo­s a nuestros ‘profes’ e instamos a los alumnos tenistas, si cabe dentro de sus posibilida­des, a realizar el pago correspond­iente a sus clases”, dice una parte del escrito.

“Lo viralicé con todas las federacion­es. Entonces me llamó el secretario del Interior de la Asociación Argentina de Tenis para que también lo compartier­a”, relató Arquez. Casualidad o causalidad, la Confederac­ión Sudamerica­na de Tenis se dirigió a los presidente­s de las asociacion­es nacionales. “Les pedimos que pensemos en muchos profesores y entrenador­es que hacen una labor extraordin­aria, de manera casi anónima y aislada como si estuvieran casi ‘fuera del sistema’”, señaló el documento.

El tiempo dirá si el salvavidas llega o si alguien se ahoga en medio de la tempestad. ■

La propia AAT dicta un curso avalado por la Federación Internacio­nal de Tenis.

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ARCHIVO MARTIN BONETTO Docente. El profesor depende de la asistencia de sus alumnos, el clima y su cuerpo.

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