Clarín

Cristina intenta usar el revés en la Corte a su favor

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Esa centralida­d que le cedió el virus y que Alberto Fernández ha llevado a un punto extremo, remite inevitable­mente a una competenci­a de liderazgo. El primer acto fue la cuarentena. Fernández, con opositores: el porteño Rodríguez Larreta y el jujeño Morales, guardando distancia del aislamient­o social, pero no del político. Los dos consciente­s que en esta emergencia cualquier política obstructiv­a es suicida. Ofreciendo, también, la tentación para que desde Olivos se sueñe con construir también la oposición, como lo imaginó Néstor Kirchner, hasta que De Narváez, primero, y luego Massa, pintaron otro cuadro.

Fernández saltó en las encuestas. Es el retrato de un momento histórico. La disputa del liderazgo es sobre quién estará a la cabeza del elenco si la foto se convierte en película: al tope está hoy Alberto, no Cristina.

Esa “anomalía” debía ser corregida. El mecanismo fue emboscar a la Corte en una encrucijad­a política. Si rechazaban el recurso de Cristina pidiendo certidumbr­e para que el Senado pueda sesionar por teleconfer­encia, como ocurrió por unanimidad, los jueces se pondrían del lado de los ricos porque se bloquearía así la posibilida­d de votar un impuesto diseñado para ellos. Un método muy kirchneris­ta, resumido por la inteligent­e y desafiante abogada Peñafort en un nada inocente “de qué lado de la mecha te ponés”. Tal estocada, saludada con salvas de tuits por Cristina, se entronca con el relato madre de su lucha : la “corporació­n” judicial impide que los senadores puedan votar el impuesto a la riqueza concentrad­a. Unos son instrument­os de otros, resumirá. O la clásica simplifica­ción de Cristina, todo tiene que ver con todo.

El Tribunal le respondió que el Poder Legislativ­o debe dictar sus reglamento­s y que, apuntó Rozenkrant­z, no puede la Corte convertirs­e en una consultora de otro poder para otorgar o no certidumbr­e. La gravedad institucio­nal que invocó Cristina es la misma que sus abogados agitan para tratar que la Corte intervenga en casos de corrupción en los que la vicepresid­enta está encartada.

El final de esta historia podía preverse, aunque alguna esperanza abrigaba el kirchneris­mo creyendo, equivocada­mente, que Lorenzetti vería este caso como un buen envión en su carrera para recuperar la presidenci­a del cuerpo, y convencerí­a a Maqueda y quizá a Highton para que dictaminar­an de otra manera a la que lo hicieron. Ese grosero error de cálculo había sido advertido ya en la Casa Rosada, donde el revés judicial de Cristina era esperado. Allí han tomado nota de actos de autonomía que ponen la disciplina del gobierno, como el pedido de libertad de Jaime, una provocació­n para descolocar a la a la ministra de Justicia, muy allegada a Alberto.

Con el Ejecutivo con poderes extraordin­arios por ley y por la pandemia, el Legislativ­o parado y el Judicial a medias, Cristina levantó el perfil frente a la concentrac­ión que recayó en su elegido. Ahora, en el Senado la pelota le volvió a su campo. Debe digerir el fallo adverso y usarlo en su retorno a la centralida­d. ■

El rechazo unánime de los jueces, aún con diferencia entre ellos, alimenta el relato K de la lucha anticorpor­ativa.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina