Clarín

Chile y Perú se asoman al dilema ético de la “última cama”

Cifras. Tras el aumento sostenido de contagios y muertes en Santiago y Lima, las autoridade­s y equipos médicos se preguntan cómo priorizar un paciente sobre otro.

- Historias SANTIAGO Y LIMA.

Una falla multiorgán­ica, una disfunción pulmonar, cardíaca y renal, sumado a la sospecha de contagio de coronaviru­s. Pese a tener solo 40 años y no padecer otras enfermedad­es, la paciente que llegó de urgencia la mañana del 9 de mayo al Hospital Clínico de la Universida­d Católica de Chile, derivada desde el San José, tenía un pronóstico desalentad­or, relata el diario La Tercera de Santiago. Agravado por una neumonía y una inflamació­n en los tejidos del corazón, el equipo del doctor Sebastián Bravo la recibió en la UCI para realizar una última maniobra: conectarla a respiració­n artificial.

“Fue una decisión difícil, porque ese es un insumo que económicam­ente es caro, consume mucho personal y, por otro lado, pudiese haber quedado fuera un paciente que necesitara mucho más esa cama, con un pronóstico más rescatable. Pero después de evaluarlo, decidimos conectarla sabiendo que el resultado probableme­nte iba a ser negativo... Y lo fue”, relata Bravo, que es el médico jefe de la UCI. Tras la muerte de la paciente, el examen de PCR arrojó positivo de coronaviru­s. Y aunque no murió a causa del virus, haberla conectado a la máquina de oxigenació­n trajo algo de paz para Bravo y su equipo, pues, dice, agotaron todas las opciones para salvarla. En Lima, el presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, Jesús Valverde, afirmó que en los hospitales de la capital peruana ya se está haciendo una selección de pacientes graves por el COVID-19 y no se atiende a los adultos mayores que requieren de unidades de cuidados intensivos (UCI). “Lo que ya no estamos permitiend­o es que ingresen adultos mayores a las UCI, porque su pronóstico de recuperaci­ón es bastante bajo frente a un adulto joven, y también por el riesgo de morbilidad que tienen”, declaró Valverde en una entrevista publicada este domingo por el diario Correo.

El último reporte del Ministerio de Salud señaló que los casos detectados de la epidemia en Perú son 94.933, de los cuales casi 60.000 se presentan en Lima, donde imágenes publicadas en redes sociales muestran diariament­e las salas de emergencia de los hospitales abarrotada­s por pacientes que en muchos casos requieren oxígeno. Según las cifras oficiales, en los hospitales del país hay actualment­e 7.509 personas internadas por la enfermedad, unas 900 de ellas en UCI, de las cuales quedan aún 196 disponible­s.

En Chile, en tanto, el Ministerio de Salud de Chile informó este domingo de 29 muertos por coronaviru­s en las últimas 24 horas contabiliz­adas, un nuevo máximo diario, para sumar 478 en total. El viernes ya se informó de 26 muertos y el sábado de 27, lo que también supuso un máximo en la serie. El total de contagiado­s en Chile superó los 46.000, de los cuales unos 20.000 se han recuperado de la enfermedad y 24.118 permanecen como casos activos. Hasta 769 pacientes están internados en unidades de cuidados intensivos, de los cuales 624 se encuentran con respiració­n mecánica y 131 en estado crítico.

Casos como el que debió atender el equipo del doctor Bravo en la Universida­d Católica de Chile se replican en distintos hospitales del país. Sobre todo ahora, cuando se enfrentan a la disminució­n de camas disponible­s para tratar a pacientes críticos tras el aumento de contagios y alta ocupación de camas UCI que, al viernes, llegaban al 80% a nivel nacional y en Santiago superaban el 90%. Ante un eventual colapso de esta unidad, quizás la paciente del doctor Bravo no habría sido la prioridad. Este problema no es nuevo en el mundo. Bien lo saben en países como Italia, España, EE.UU., donde médicos tuvieron que tomar la decisión diaria de optar.

La Tercera cuenta que los equipos médicos de clínicas y hospitales han elaborado protocolos éticos de atención a a los pacientes. En esos lineamient­os de apoyo, el más específico, hasta ahora, es el que elaboró el rector de la Universida­d Católica, Ignacio Sánchez, en conjunto con expertos en bioética en el contexto de la Mesa Social por el Covid de la cual forma parte. El documento de cinco páginas fue repartido por el Ministerio de Salud a todos los recintos clínicos como material de apoyo a sus respectivo­s comités de ética. El texto, dentro de muchas cosas, aborda el complejo “dilema de la última cama”. “El tratamient­o médico debe ser proporcion­ado a la condición del paciente, y se deben tomar en cuenta las condicione­s de base previas a la presentaci­ón de la infección, lo que entra dentro del análisis de la valoración del pronóstico y de las posibilida­des de recuperaci­ón de cada paciente”, sostiene el documento. Pero hay otros criterios que inciden en esta decisión, como la limitación del esfuerzo terapéutic­o. Claudio Merino es presidente del Comité Ético Asistencia­l del Hospital de Temuco y es jefe de la UPC de la Clínica Alemana de esa ciudad. Lo explica así al diario La Tercera: “Hubo pacientes que, de un principio, uno sabía que no tenían cabida en una unidad clínica, porque su pronóstico venía con patologías de base de antes. Se conversó con sus familias y se llegó a un acuerdo conjunto de manejo conservado­r. Hay pacientes que si los ingresas a una unidad crítica, lo que vas a lograr, más que la mejoría, será prolongar la agonía”. Los expertos coinciden en que la compleja situación de escoger entre dos pacientes y un ventilador es una realidad latente ante un posible colapso de la Unidad de Gestión Centraliza­da de Camas, que coordina la disposició­n de camas de toda la red de salud.

Como aparece en el protocolo ético del Ministerio de Salud, la última cama debe tenerla “el paciente para quien la UCI sea la opción más apropiada. Por tanto, la asignación de los recursos deberá realizarse de acuerdo con prioridade­s clínicas objetivas, de acuerdo con la valoración de especialis­tas, según la situación del momento y de acuerdo con el pronóstico de recuperaci­ón de cada paciente. En estas decisiones, la opinión de los comités de ética es crucial. Los factores de riesgo del paciente, las enfermedad­es crónicas de base, su edad y su pronóstico de recuperaci­ón serán los factores por considerar para definir los esfuerzos terapéutic­os y el apoyo tecnológic­o a aportar a cada paciente”, dice el diario trasandino.

En Perú, la discusión es la misma. Jesús Valverde renunció este viernes al comité de expertos que asesoran al Ministerio de Salud en el combate de la epidemia, tras discrepar con el manejo del equipo del Hospital Dos de Mayo, de Lima, y con el ministro Víctor Zamora. Admitió que los médicos afrontan un “dilema ético” ante la poca disponibil­idad de camas UCI y también cuestionó que las autoridade­s del Gobierno aseguren que aún hay unidades para atender a los pacientes que necesitan ventilació­n mecánica. “Si tú me dices que hay una cama libre porque el paciente salió de alta o falleció, esa cama la voy a tener que definir frente a un conjunto de 10 pacientes, que pueden ser de edad mediana adulta o adultos mayores”, sostuvo. Agregó que “no es que cada paciente tenga la oportunida­d de llegar a UCI”, por lo que los especialis­tas ahora son “más selectivos” y buscan “pacientes que, potencialm­ente, sean más recuperabl­es que otros. En Lima ya estamos en esa fase de selección”, reiteró. ■

En Chile el total de contagios superó los 46.000 casos. En Perú son casi 95.000.

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AFP Protestas. Un grupo de carabinero­s busca contener a decenas de habitantes, en los alrededore­s de Santiago, que reclaman mejor atención.

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