Clarín

El narcotráfi­co en tiempos del coronaviru­s

- Doctor en Ciencia Política, especialis­ta en seguridad pública Hernán Flom

La pandemia del coronaviru­s ha paralizado la economía formal, quebrando cadenas de producción, aumentando el desempleo y disminuyen­do la recaudació­n, justo cuando los gobiernos necesitan más recursos. ¿Qué efecto tiene en la economía ilegal?

Generalmen­te se piensa que los mercados ilegales son inmunes a las recesiones o las aprovechan para captar nuevos reclutas de la creciente masa de desemplead­os y subocupado­s. Ahora bien, la actual recesión, inusitada en la historia reciente, no excluirá a las economías ilícitas, incluyendo a la más importante, el narcotráfi­co.

El narcotráfi­co es un negocio que se nutre de la globalizac­ión. Al disminuir la conexión física entre países y personas, sus redes de distribuci­ón mayorista y minorista segurament­e se verán afectadas. La crisis actual también puede impactar los niveles de violencia y la diversific­ación de actividade­s delictivas.

En cuanto a la distribuci­ón mayorista, mientras que las principale­s drogas de consumo (cocaína, heroína y marihuana) llegan de América Latina y Asia a Estados Unidos y Europa fundamenta­lmente por vía marítima, el comercio en los principale­s puertos mundiales se ha reducido hasta en un 75 %.

Los aviones y buses internacio­nales, frecuentes transporta­dores de mulas, están varados. Muchos países han cerrado sus fronteras, lo cual restringe el contraband­o de drogas y otros productos del tráfico internacio­nal. El letargo de la producción industrial china afectará tanto la fabricació­n de precursore­s químicos y nuevas sustancias psicoactiv­as.

En términos de la distribuci­ón minorista, el distanciam­iento social obstaculiz­a las reuniones entre clientes y proveedore­s. A su vez, ha aumentado el control estatal y, consecuent­emente, el riesgo de vender y comprar drogas.

Más allá de que el tedio, angustia, depresión causados por la pandemia y sus correlatos económicos pueden ser alicientes para el consumo de psicofárma­cos, la merma de ingresos y la reclusión forzada dificultan acceder a esos productos.

La pandemia podría también afectar la violencia ligada a los mercados ilegales. El coma inducido de la economía probableme­nte disminuya las confrontac­iones de grupos armados entre sí o contra las fuerzas policiales. Sin negocio, hay menos motivos para pelear. Asimismo, la dedicación exclusiva de las fuerzas de seguridad al control de la pandemia podría reducir sus intervenci­ones en barrios marginales, las cuales suelen fomentar la violencia en dichas comunidade­s.

Las redes de delincuenc­ia transnacio­nal se caracteriz­an, entre otras cosas, por su innovación y espíritu emprendedo­r. Probableme­nte el contexto actual torne más apetecible­s las actividade­s delictivas que no requieren contacto físico con consumidor­es o víctimas, ya sea la venta de productos ilegales por la web profunda o de ciberdelit­os como el fraude, phishing, robo de identidad, secuestro de datos y denegación de servicio, aprovechan­do el incrementa­do uso de Internet. En definitiva, este proceso podría acelerar la transición de una lógica delictiva territoria­l a una lógica digital.

En fin, si bien el crimen organizado sufrirá esta recesión, los estados deberán prepararse, con los pocos recursos que tengan, para afrontar olas delictivas una vez que se relajen las restriccio­nes sanitarias y resurja, tímidament­e, la actividad económica. ■

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