Clarín

Una opinión sobre la reestructu­ración de la deuda

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La oferta de reestructu­ración de deuda presentada por la Argentina a los bonistas con jurisdicci­ón extranjera es la propuesta típica de un país que no honra sus deudas. Además, carente originalid­ad. Nunca asegurar al ahorrista su inversión. Siempre pidiendo quitas.

Lamentable­mente, la experienci­a del 2005, donde se obtuvo una quita del 75% de lo adeudado, sirvió de poco. Arrasamos en aquella oportunida­d con ahorristas argentinos medios, con extranjero­s y con jubilados europeos. Recuerdo con cierta pena y dolor al secretario de Economía, Guillermo Nielsen, recibiendo insultos de acreedores y jubilados italianos.

Curiosamen­te, en aquella circunstan­cia, los grandes ahorristas argentinos se cortaron solos. La contraseña parece haber sido la ley de intangibil­idad de los depósitos votada en el Congreso, poco tiempo antes de la debacle. Fueron advertidos por sus propios bancos a retirar los fondos con bastante anticipaci­ón.

En esta ocasión, la Argentina debería sorprender con una oferta diferente, haciéndose cargo de la totalidad de sus compromiso­s. Sin ninguna quita: ni de capital, ni de intereses. Sólo cabe pedir plazo para honrarla.

Debemos erradicar todo vestigio de viveza criolla. Sería esa la única condición que la Argentina necesita. La confianza se obtendrá haciendo cosas previsible­s y razonables. Por supuesto, debemos ofrecer un plan económico sustentabl­e en el tiempo. Terminar con el déficit fiscal, rediseñar un Estado razonable.

Hacer lo que el filósofo español José Ortega y Gasset nos exigió hace tantos años: “¡Argentinos, a las cosas!”. Miguel Mordeglia miguelpmor­deglia@hotmail.com

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