Francia descarta por ahora una segunda ola de contagios por la pandemia
Las autoridades dicen que, de todos modos, se debe esperar hasta el próximo fin de semana para tener total certeza.
Las autoridades oficiales de la salud francesa consideran que “no ha llegado” una segunda ola de contagios y que hay que esperar “hasta el fin de semana del 25 de mayo para saberlo”.
Después de un desconfinamiento progresivo y el cierre de 70 colegios, luego de que se iniciaron las clases para la población vulnerable ante una suma de casos positivos y sospechosos, Geneviève Chêne, directora general de la Salud Pública de Francia, declaró que “no hay una señal de una reanudación de la epidemia” hasta ahora. Agregó que se debe esperar el próximo fin de semana para evaluarlo.
Chêne es una de las científicas que orienta las decisiones del Estado, aunque sea desconocida para el gran público. En una entrevista con el diario Le Parisien dijo que el “virus siempre está ahí”, en una clara advertencia para los que han relajado el distanciamiento social, el uso de máscaras y las precauciones, que han impuesto a los franceses para salir a la calle con seguridad.
Los “clusters” o nuevos focos infecciosos llegan a más de 30 en Francia. Hay frigoríficos con la posibilidad de que haya carne contaminada, hospitales y colegios. Pero ella no está inquieta ante su proliferación.
“Hoy hay una treintena y su identificación es un buen signo. Eso quiere decir que somos capaces de identificarlo rápidamente y de ponernos en marcha para romper la cadena de transmisión. Tenemos una estrategia amplia de test y de investigación de contactos. La vigilancia está en el corazón de la lucha contra el coronavirus”, explicó. Según ella, reciben un enorme flujo de datos continuo de médicos generalistas de los barrios de ciudades y pueblos, de médicos de las urgencias domiciliarias, de los que llegan a las urgencias hospitalarias y barriales, así como de los hospitales y también las cifras de la mortalidad.
“Detrás de esas cifras hay enfermos pero también equipos que trabajan los siete días de la semana. Son epidemiólogos, estadísticos que comparan las situaciones, las verifican, las analizan, las hacen hablar. Ellos son los que nos dicen como se comporta la epidemia, lo que nos permite tomar las mejores medidas de protección de la población según los diferentes territorios” dijo.
La doctora Chêne no cree que “existan evidencias o señales” de que la epidemia del virus se haya reanudado. “Pero , atención, el virus está siempre ahí. Hay que esperar hasta el fin de semana que viene, el fin de semana del 25 de mayo, para saber si las contaminaciones aumentan o no. Es el retraso en la incubación, los primeros síntomas, la consulta médica y la recolección de datos confiables. Así sabremos si el conjunto de medidas adoptadas (test, trazabilidad, gestos de control de la expansión del virus, o la distancia física) tienen un impacto para controlar la epidemia. Nosotros tenemos todos los medios para conseguirlo. Al menos otras 60 personas se han sumado a la agencia, que ya tenía 600 empleados”, precisó.
Al menos 350.000 test se realizan cada semana pero están lejos de los 700.000 prometidos por el gobierno. “La cuestión es no saber cuantos test son realizados sino si los pacientes necesitan de ellos y tienen acceso a ellos. Y la respuesta es sí. Las capacidades no son limitadas. Hay un mensaje crucial a pasar: en caso de síntomas, hay que consultar al médico generalista para obtener la receta para hacerse el test, añadió.
Los generalistas en Francia se encuentran distribuidos en los barrios. Ellos son el primer paso de una persona enferma para poder ver a un especialista en el hospital o conseguir una orden para hacer el test. La doctora Chêne explicó la tardanza en anunciar el número de muertos en los geriátricos, que fueron arrasados por el virus en Francia y en otros países. “El virus toca severamente a las personas ancianas. Y en los primeros casos que aparecieron, nos dimos cuenta que no teníamos nuestro sistema de señalamiento suficientemente preciso. Hubo que inventar uno nuevo. Desde el 1 de marzo esta nueva recogida de información permite, a la vez, conocer el número de muertos en cada geriátrico y de reconocer los lugares de contaminación” explicó.
Los muertos en domicilio tardan en ser contados porque, después de la ola de calor del 2013 que produjo más de 15.000 muertos oficiales, los certificados de deceso debían ser electrónicos. Pero nunca se generalizó ese trámite: sólo el 20 por ciento son electrónicos. Cuando llegan a las autoridades los certificados por papel, aumentan irremediablemente el número de víctimas. ■