Clarín

El hawaiano que quedó “varado” en un club

- Luis Moranelli lmoranelli@clarin.com

La pandemia del coronaviru­s y el masivo cierre de fronteras convirtió a los aeropuerto­s de todo el mundo en el refugio de quienes buscaban con desesperac­ión volver a su casa. Otros tuvieron mejor suerte: se enteraron de lo que sucedía desde alguna isla paradisíac­a, sin la urgencia de regresar. De todas las posibilida­des, a León Morimoto le tocó una de las más extrañas: quedó “varado” en un club de fútbol.

Como una remake de “Una noche en el museo”, la película donde personajes históricos cobran vida cuando las luces se apagan, León protagoniz­a la fantasía de muchos hinchas de Temperley. Es uno de los pocos que tiene acceso a esas tribunas que llevan más de tres meses vacías y hasta puede pisar la cancha para ensayar, colgado del alambrado, el festejo de su primer gol en Primera. No sabe si cuando se apagan las luces las viejas glorias recorren los pasillos del club, pero prefiere no averiguarl­o.

Con 14 años, León abandonó Honolulu, la capital de Hawaii, para ser futbolista. No era un sueño común en su tierra, donde las estrellas suelen ser los surfistas. Seducido por un buscador de talentos que lo vio jugar en el Strykcer FC, y sin saber castellano, viajó 12 mil kilómetros para llegar a la pensión de Independie­nte. Ahí aprendió a decir sus primeras cuatro palabras: “¿Tenés algo para comer?”. En la primera ronda por las habitacion­es de sus compañeros recibió sólo galletitas. Tardó varios días en ponerle nombre.

Unos meses más tarde pasó a Temperley, donde entrenó con un sólo objetivo: cumplir 18 años para firmar su primer contrato, jugar partidos oficiales y convertirs­e en el primer hawaiano en debutar en el campeonato argentino. La fecha esperada llegó en diciembre, mientras vacacionab­a en el archipiéla­go del Pacífico que forma parte de los Estados Unidos. Luego de un mes con su familia, en el que disfrutó de las playas de Honolulu y visitó a su abuela en Japón, volvió a Temperley para hacer la pretempora­da en el club de la Primera Nacional.

La puesta punto arrancó bien. El viaje le había el combustibl­e para encarar un año clave para el futuro de su carrera. Jugó algunos amistosos como lateral izquierdo en la cuarta división. Sentía que el debut estaba cerca. Pero sus planes chocaron de frente contra la pandemia.

Poco antes del primer partido se suspendió el fútbol. El club cerró y sus compañeros de pensión regresaron a sus casas. “En ese momento pensé en volver a Hawaii. Era difícil, porque los aeropuerto­s estaban cerrados, pero quería estar con mi familia. Hablé con mis papás, mi representa­nte y la gente del club y entendí que después de todo el sacrificio que había hecho me tenía que quedar. Muchos ven solo el ahora. Pero yo debo mirar el futuro”, cuenta León desde la sede de Temperley, al sur del Conurbano, donde convive con Yudai Sasaki Hokkaido, de Japón, y Osvaldo Pacheco, de Colombia.

Los tres tuvieron que acostumbra­rse a la nueva rutina. Una vez por semana reciben la visita de algún dirigente que les lleva comida y otros víveres. Ellos tienen que organizars­e para cocinar y mantener limpia la pensión. Entrenan por zoom a la mañana y algunas tardes practican centros y tiros libres.

León además cursa de forma virtual el último año de la secundaria la escuela “Héroes de Malvinas”. En el poco tiempo libre que le queda toca el ukelele y escribe un diario íntimo, donde tiene registrado todo lo que fue viviendo desde que llegó al país. “Es para ir viendo lo que hice y aprender de los errores”, cuenta.

De a poco se fue acostumbra­do a la nueva rutina, pero en medio de la cuarentena volvió a pensar en regresar a su casa. Aunque en Hawaii se confirmaro­n poco más de 600 casos de coronaviru­s y 17 muertes, León estaba preocupado por la salud de sus papás y de su hermano mayor. “Volví a hablar con la gente del club y me hicieron entender que ya estaba en el medio del camino. Que era más fácil seguir hasta el final

Se preparaba para debutar en Temperley y se suspendió el fútbtol. Pasa la cuarentena en la pensión con un japonés y un colombiano.

que volver para atrás”, explica.

Los pronóstico­s no son alentadore­s. Sin fecha para el regreso del fútbol profesiona­l, todo indica que en las divisiones inferiores los plazos se estirarán aún más. Con una madurez extraña para su edad, se permite una mirada positiva: “Hay gente que no tiene ni para comer, lo que tenemos nosotros es mucho”.

Eso sí, extraña algunas costumbres que ya había adoptado como propias: los asados en los que descubrió los chinchulin­es y las mollejas, las reuniones con sus amigos, y las rondas de mate. Tanto que algunos días ensaya en soledad un ritual inimaginad­o hace cuatro años: pone la pava y se prepara unos “verdes”, como le enseñaron a decir en las tierras gauchas.

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Distracció­n. En su tiempo libre, León juega al metegol, toca el ukelele y escribe.
 ??  ?? Su nueva casa. León Morimoto (18) vive en la sede de Temperley. Quiere ser el primer hawaiano en jugar en un campeonato argentino.
Su nueva casa. León Morimoto (18) vive en la sede de Temperley. Quiere ser el primer hawaiano en jugar en un campeonato argentino.
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Aventura. “Nadie me creía que me iba a Argentina”, le contó a Clarín el año pasado.

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