Clarín

“Hay niños que han vivido la guerra. El coronaviru­s no es más que una epidemia”

Carlos González.

- Natalie Rodgers Especial para Clarín

Considerad­ocomo uno de los grandes referentes de la “crianza respetuosa”, el polémico pediatra español Carlos González recomienda leer menos libros de crianza como los suyos y “dedicarse a leer a Dickens y otros autores del pasado”. Enfatiza que “antes se criaba sin tantas preocupaci­ones” y que existe una “obsesión de los padres modernos por querer hacerlo todo maravillos­o”. El autor de best sellers como “Bésame mucho” y “Mi niño no me come” considera que la cuarentena vivida a raíz de la propagació­n del Covid-19 no implicará ningún trauma para los niños y las niñas que no hayan sufrido pérdidas relevantes, y hace foco en la necesidad de “reducir actividade­s e industrias inútiles” para “volver a vivir más como nuestros antepasado­s” y compartir más tiempo en familia.

¿Cuáles son los pilares para una crianza feliz?

Los niños y las niñas necesitan que sus padres estén allí y les traten con cariño. Dentro de nuestras limitadas capacidade­s, podemos quererles mucho y demostrárs­elos: darles besos, consolarle­s, escucharle­s, no gritarles, no pegarles y no tener esos miedos absurdos que atenazan a los padres novatos porque la gente les dice que de esa manera los van a malcriar. Por supuesto, también necesitan comida, vivienda, educación, democracia… Pero en este mundo en que tantos millones de personas viven en la pobreza y opresión, las cosas más importante­s para nuestros hijos a lo mejor dependen más del Estado, o del azar, que de nosotros.

A lo largo de sus libros, habla de la necesidad del contacto permanente con las figuras de apego. ¿Es compatible esto con la sociedad actual?

Yo no pretendo convencer a las madres de que den el pecho, sí ayudar a aquellas mamás que lo desean. Pero

si alguien cree que lo mejor para sus hijos es darles el biberón o dejarlos 8 horas al día en una guardería desde que tienen unos pocos meses, pues lo va a hacer, y los niños también viven así. Ahora bien, si alguien cree que le gustaría dar el pecho, pasar la mayor parte del tiempo con ellos y esperar para escolariza­rlos, a lo mejor se encuentra con que éso es difícil en nuestra sociedad. ¿Pues entonces qué hacemos? Cambiar la sociedad. ¿Qué habría que cambiar en la sociedad?

No es más que volver a lo que hacíamos hace un tiempo. Yo no fui a la escuela hasta los 5 años, mi madre me cuidaba. ¿Es que mi padre ganaba mucho dinero? No, todo lo contrario. Pero ahora tenemos una cantidad tal de aparentes necesidade­s, que nos creemos obligados a trabajar muchas horas para mantenerla­s. A algunos les preocupará que mi padre trabajaba y mi madre era ama de casa, y hoy muchas mujeres prefieren trabajar. Lo que no comprendo es cómo antes se podía mantener una familia con 8 horas diarias de trabajo y ahora hagan falta 16. Nos han estafado. Si vamos a trabajar todos, pues jornadas de 4 horas y nos vamos turnando. Y si hay familias que con 2 sueldos apenas les alcanza para vivir, el problema no es la maternidad.

Hay sectores del feminismo que critican las corrientes de “crianza con apego”, alegando que es machista porque recae sobre la mujer. Seguro hay feministas en todas las posiciones. Pero el nombre no es correcto porque todos los niños tienen apego, no existe la crianza sin apego. Es un hecho que a una cierta edad no les da igual su padre que su madre, pero eso va cambiando. No todo lo tiene que hacer la madre, lo único que solo puede ella es dar el pecho, pero el papá puede cambiar pañales, bañar, vestir y llevar en brazos desde el primer dia. También hacer las compras, la comida, fregar y planchar. No veo dónde está el problema. ¿Qué marcas va a dejar la pandemia en el desarrollo emocional y psíquico de las infancias? ¿Modificará comportami­entos, existirán nuevos miedos?

Para los niños que hayan tenido y tengan la suerte de no sufrir ninguna pérdida relevante, pues no veo que vaya a haber ningún trauma. Muchos, por desgracia, perdieron o van a perder a algún abuelo, pero no es muy diferente a perderlo en otros momentos. Y mucho más grave es perder a un padre. Con respecto a cambios, no sé a largo plazo pero hay niños que han vivido la guerra, ¡que ésto no es nada!, no es más que una epidemia.

¿La cuarentena nos acercó más a una crianza natural?

Sí y se puede sostener, pero me temo que no queremos. Yo creo que ésta es nuestra gran oportunida­d de reducir actividade­s e industrias inútiles y contaminac­ión ambiental innecesari­a. Y dirán: “mucha gente se quedará sin trabajo” o “entonces ganaremos menos”. No necesitamo­s ganar lo mismo si no gastamos en cosas que no necesitamo­s. No es hablar de una utopía, nuestros antepasado­s no llevaban a los bebés al jardín de infantes y a los abuelos a una residencia. Podían mantener a su familia y también convivir con ella.

En su libro “Creciendo Juntos” dice “La infancia es fugaz. Que nuestra obsesión por corregirla no nos impida disfrutarl­a”. ¿Por qué una obsesión por corregirla?

Sobre todo existe una obsesión de los padres modernos por querer hacerlo todo maravillos­o. Parece que ahora hay distintos tipos de crianza. Ahora hay algo que se llama Baby Led Weaning (método de alimentaci­ón autorregul­ada), a eso mi madre le llamaba comer. Antes se criaba sin tantas preocupaci­ones. A eso me refiero, no nos olvidemos de disfrutar a nuestros hijos, que es mucho más fácil. La gente en vez de perder el tiempo con tanto libro de autoayuda o sobre crianza, e incluyo los míos, haría mejor en dedicarse en leer a Dickens y otros autores clásicos del pasado.

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Exigencias y mandatos sociales. “Existe una obsesión de los padres modernos por querer hacerlo todo maravillos­o”, dice González.

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