Venezuela y la expropiación de una agrícola que derivó en desabastecimiento
Hay similitudes entre la decisión en 2010 de Hugo Chávez con la firma Agroisleña y el caso Vicentin.
"Bueno… Agroisleña está expropiada. Ven a mí que tengo flor. Se acabó el tiempo de la Agroisleña esta… Le hago un llamado a sus dueños para que se pongan en contacto mañana mismo. Pasa a ser ahora propiedad popular. Propiedad patria", anunció el venezolano Hugo Chávez en 2010 en un mensaje televisivo, mientras la claque aplaudía hasta romperse las manos. Así empezó la destrucción de la industria agroalimentaria en Venezuela.
La frase de Chávez desafiaba a sus rivales. La expresión se usa en el truco, un juego de cartas en el que el engaño al rival es parte del juego y en el que si se canta flor y no se tiene, los puntos van en contra. En Venezuela la historia le iba a cargar los puntos en contra a los venezolanos por el engañoso relato de Chavez, quien cantó flor, pero la agroindustria se terminó marchitando.
Ese día, Hugo Chavez dijo que en la semana se iban a reunir con los dueños de Agroisleña. Los dueños se enteraron de la expropiación por la tele. Una coincidencia con el caso Vicentín.
En esos días, la reacción de una parte del pueblo venezolano y de los empresarios del país fue totalmente contraria a la expropiación de la empresa, que progresaba y generaba riqueza para el país. Ante la reacción, el chavismo respondía que el gobierno no estaba en guerra con la empresa privada pero la expropiación se hizo. El argumento fue la "soberanía alimentaria".
No era la primera expropiación ni sería la última relacionada con la política de la “soberanía alimentaria”. Con el tiempo estas firmas expropiadas iban a languidecer lentamente para pasar a ser totalmente ineficientes, y en pocos años.
Cuatro años después de la expropiación de Agroisleña ya se hablaba de la necesidad de una inversión de miles de millones de dólares para recuperar el potencial de la empresa, que ahora se llama AgroPatria. La política de “soberanía alimentaria” en realidad fue una política de control de manejo de los alimentos, y el resultado en el mediano plazo fue el hambre y el desabastecimiento.
Antes de Agroisleña, se expropiaron millones de hectáreas de campos cultivables, pero la producción de alimentos bajó. Los pequeños y medianos productores no pudieron conseguir nunca más lo que necesitaban para sus chacras en Agropatria. Sólo lo pudieron hacer generalmente a precio “blue” de alguien que les vende a precio más caro y menos competitivo. No ganó la gente, ganó la especulación.
La expropiación de Agroisleña fue muy elogiada por el entonces vicepresidente Elías Jaua: “Con esto garantizamos que el 51% de la producción sea recibido en la red de distribución social del estado y los productores tratados con justicia”. Cantó falta envido con un caballo y una sota, y el efecto fue el contrario. La producción cayó sistemáticamente y la importación de alimentos aumentó igual que la especulación.
La crisis alimentaria de Venezuela empezó con la expropiación de una empresa de emprendedores canarios. AgroPatria, y la política de “soberanía alimentaria” no aseguraron la “soberanía alimentaria” de Venezuela.
Aquél relato fue brutalmente des
El relato de “soberanía alimentaria” fue desmentido de forma brutal por los hechos.
mentido por los hechos y por los padecimientos de los venezolanos. La verdad está en los hechos. Y esto es lo que pasó y lo que pasa. Hoy faltan semillas para siembra, créditos, facilidades de comercialización, con los que los productores y la gente, al final no recibieron los beneficios de la “soberanía alimentaria” declamada, que en definitiva, quienes repiten esta expresión sin muchos fundamentos deberían explicar si entienden realmente de lo que están hablando.
La escasez de alimentos aumentó y esto generó desnutrición y también el aumento de la mortalidad infantil. Expropiación, tu cara me suena. ■