Clarín

La historia del fraile que impulsó la Constituci­ón con un célebre discurso

- Sergio Rubin

El fraile franciscan­o Mamerto Esquiú -que entró en la historia argentina por haber sido un gran impulsor de la aceptación de la Constituci­ón de 1853- será beato, el peldaño anterior a santo. El Vaticano anunció que el Papa Francisco firmó el decreto correspond­iente que puso fin a un largo proceso que incluyó la aprobación de un milagro -una curación inexplicab­le de una niña tucumana- atribuido a su intercesió­n.

Llamado el “Orador de la Constituci­ón”, Esquiú es particular­mente recordado por el célebre sermón que - con apenas 27 años- realizó en la iglesia matriz de San Fernando del Valle de Catamarca –de donde era oriundo-, durante el que efectuó una encendida defensa del flamante texto constituci­onal, que tuvo una vasta repercusió­n en todo el país.

Esquiú –que si bien no estaba totalmente de acuerdo con su redacción, particular­mente en lo referido a cómo era considerad­a la Iglesia católica- destacó que la Constituci­ón debía ser aceptada por todas las provincias para favorecer la unidad nacional, tras las luchas internas que ensangrent­aron por décadas la naciente nación. “Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad; existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males”, decía en el sermón. En reconocimi­ento, el presidente Sarmiento lo propuso en 1870 como arzobispo de Buenos Aires, cargo que rechazó.

La cura milagrosa que se le atribuye fue la de una niña de la provincia de Tucumán luego de que un médico le recomendó a su madre pedirle a Esquiú el milagro y le dio un pedacito del manto del fraile: a la semana la pequeña se curó de un mal con el que había nacido y que le estaba dejando serias secuelas. Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 en el pueblo de Piedras Blancas, a 17 km de San Fernando del Valle de Catamarca. Murió el 10 de enero de 1983 cuando regresaba a Córdoba tras visitar La Rioja.

Aunque sin fecha establecid­a, se cree que la ceremonia de beatificac­ión será en su provincia. Se convertirá en el décimo tercer beato argentino, entre los que se cuentan Mamá Antula y Ceferino Namuncurá. ■

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