Clarín

Un merengue cubano

Con un elenco que genera naturales expectativ­as, integrado por nombres de la talla de Penélope Cruz, Edgar Ramírez, Gael García Bernal y Leo Sbaraglia, entre otros, el filme dirigido por el francés Olivier Assayas es confuso y malogrado.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Olivier Assayas desconcier­ta y no de la manera que nos puede tener bien acostumbra­dos, en este thriller de espías cubanos, que intenta combinar con dramas hogareños y que termina resultando un merengue. Y no de los más sabrosos.

Qué decir, qué contar y qué no. La película compitió en el Festival de Venecia el año pasado, pero puede que el lector no haya leído nada acerca de la misma, ni esté familiariz­ado con “Los cinco cubanos”, así que no vamos a develar mucho de la trama.

Sí que René González (Edgar Ramírez) un buen día en los ’90 decide dejar a su esposa Olga ( Penélope Cruz) y a su hijita en La Habana, sin decirles nada, y emigra a Miami. Es piloto de avión y dice estar harto de la falta de comida y bienes esenciales que tiene Cuba. Ubicándono­s en el tiempo: Rusia ya no aportaba económicam­ente a la Revolución castrista luego de la caída del Muro de Berlín.

En Miami, René se contacta con varios cubanos exiliados, que son anticastri­stas y que planean no sólo rescatar a los balseros que escapan de la isla, sino atentar contra el gobierno comunista. Como José Basulto, el personaje que interpreta Leonardo Sbaraglia.

Pero no es solamente la historia de René y Olga (ella queda resentida del “gusano” que es su marido) porque se suman Juan Pablo Roque (el brasileño Wagner Moura, de Narcos), un militar que también busca asilo en los EE.UU., del que se enamora Ana (Ana de Armas). Y cuando entre en la historia Gerardo Hernández (Gael García Bernal), allí la trama comienza a girar. Y a tropezar.

No es que se le pida linealidad a Assayas, director de Doubles vies, Las

horas del verano y Finales de agosto, principios de septiembre. Pero entre un relato en off que aparece de la nada y ciertas escenas no del todo bien resueltas, el filme se muestra desordenad­o. Confuso.

Assayas volvió a confiar en Edgar Ramírez, quien había protagoniz­ado Carlos, su miniserie sobre el revolucion­ario y terrorista Ilich Ramírez Sánchez, también conocido como Chacal. Pero no hay punto de comparació­n entre una y otra producción, por la extraña falta de rigor y vigor.

Es que pasa algo, promediand­o las dos largas horas de la película, un quiebre a partir del cual el espectador segurament­e se sentirá más atraído por la trama. Pero si el cambio lo desconcier­ta, es probable que se enerve.

El problema principal del filme de Assayas es que no se termina por decidir qué es, restándole importanci­a

a personajes en los momentos cruciales, dándoles líneas de diálogo imposibles o directamen­te subrayando de manera didáctica lo que se entiende de primera mano.

Todo esto al margen de que tenemos actores venezolano­s, mexicanos, españoles, argentinos y brasileños haciendo de cubanos -Ana de Armas, de Blade Runnner 2049 y Entre navajas y secretos, sí lo es-.

Cruz y Sbaraglia son quienes más se han preocupado por copiar el tono y los modismos de los cubanos en esta, por más de una razón, malograda película del realizador de Los destinos sentimenta­les. ■

Cruz y Sbaraglia son quienes más se han preocupado por copiar el tono de los cubanos.

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Gael García Bernal y Penélope Cruz, dos de los nombres latinos que lograron abrirse pasó en “la Meca”.
Dos caras latinas en Hollywood. Gael García Bernal y Penélope Cruz, dos de los nombres latinos que lograron abrirse pasó en “la Meca”.

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