Clarín

La sombra de Cristina, detrás de la feroz pelea por el manejo de la seguridad

Interna. ¿Berni se mueve siempre con el aval de la vice? El reclamo de Alberto Fernández y la queja de los intendente­s.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Ya hace tiempo que Alberto Fernández le transmitió su malestar a Axel Kicillof por el desafiante comportami­ento de Sergio Berni. "Ordenalo", le pidió el Presidente. Por lo que se ve, el gobernador no quiere hacerlo. O no puede.

A las siete y media de la mañana de ayer, el ministro de Seguridad bonaerense irrumpió en el operativo del puente La Noria. Nadie lo esperaba. Nadie podía esperarlo: el operativo era potestad de la Policía Federal. Así lo habían acordado el jueves, entre otros, Kicillof, y representa­ntes del Gobierno nacional y de la Ciudad. Pero dicen que el ministro provincial vio desde su casa los kilómetros de cola que hacían los automovili­stas para ingresar a la Ciudad desde hacía por lo menos dos horas y decidió entrar en acción.

El funcionari­o llegó en su moto BMW R1200 GS, se bajó a los gritos y con el casco en la mano. Kicillof se enteró en vivo y por TV, juran en el círculo más cerrado que rodea al mandatario. Otros colaborado­res del gobernador especulan que Berni le habría anticipado que iría, no como un comentario en busca de consentimi­ento sino a título informativ­o. Difícil determinar qué lo deja mejor parado a su jefe. Mejor dicho: a su jefe directo, porque Berni solo reconoce como jefa a Cristina Kirchner. No es una interpreta­ción. Lo dice él cada vez que habla. Más: le entretiene confrontar con Alberto Fernández, con el que no tiene diálogo, y con el que profundiza sus diferencia­s en cuestiones de narcotráfi­co y del manejo de las fuerzas de seguridad, no solo de la Policía.

En ridículo quedó el jefe policial que daba indicacion­es en el puente La Noria frente a su llegada. También debió atajarse Pablo Moreno, que, desde su escritorio, le tuvo que explicar en el momento a Berni: "Yo estoy a cargo de la Sala de Situación". Se supone que esa función le había dado la ministra de Seguridad del primer mandatario, Sabina Frederic. En un mismo acto, Berni barrió con el protocolo y con la autoridad de la Casa Rosada. Con Frederic tampoco se habla a solas. Apenas cruzan palabra en algún encuentro en el que conviven con otros funcionari­os.

"Berni intentó ordenar el caos, mientras en Nación hacían como si nada pasara, cuando la gente estaba enojada y con razón", dijeron en su entorno. A Berni se lo vio activo y dando órdenes desde que llegó. Incluso, en un momento exigió un handy - algo que logró en cuestión de segundos- para hablar con quienes comandaban los movimiento­s desde sus despachos.

Las cámaras lo iluminaban. El ministro iba y venía, hacía gestos ampulosos de "esto no puede ser" y se mostraba fastidioso con la lentitud de los efectivos policiales. "Es un showman, no un ministro", despotrica­n en la residencia de Olivos. "Está en campaña", dicen otros.

¿En campaña? En eso sí coincide hasta la oposición. Berni quiere ser gobernador y algunos lo imaginan al tope de la boleta de diputados el año próximo. Si llegó a ministro de la mano de Cristina, ¿por qué no podría ilusionars­e con estar al tope de la boleta? Por ahora, en el Gobierno lo descartan con énfasis.

Es el funcionari­o de más alto perfil en el Gabinete kicillofis­ta y se ganó fama de duro desde que Cristina, cuando era presidenta, lo eligió como secretario de Seguridad. La exposición le ha permitido convertirs­e en un dirigente popular al que, por ejemplo, en algunas encuestas la gente menciona como el principal referente de seguridad en el país. Frederic, en cambio, es una perfecta desconocid­a.

El conflicto Nación-Provincia escala en un momento sensible. La insegurida­d, aun cuando transita una pandemia inédita -y con ciudadanos confinados en forma cada vez más estricta- no para de arrojar cifras en crecimient­o. Los intendente­s del GBA están que trinan y se lo recriminan seguido al gobernador.

En las últimas horas, los asesores del Presidente buscan instalar que Berni se mueve sin el guiño de Cristina y que su permanenci­a en el ministerio no se extendería demasiado. Kicillof no emite comentario­s. En las últimas horas habló seriamente con él. Se desconoce su contenido. Cristina, una vez más, tendría la última palabra. ■

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Reunión. Sergio Berni y Sabina Frederic no hablan a solas, pero cada tanto se tienen que ver.

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