Clarín

Vuelta a la cuarentena estricta: el “golpe final” para negocios de la Ciudad

Algunos desarmaron ayer el local para cerrar de modo definitivo. Otros se las ingeniaron para vender.

- Rocío Magnani rmagnani@clarin.com

“Es el último día que voy a estar acá adentro”, dijo Mónica, entre bolsas de consorcio y maniquís desnudos. En silencio, con las luces apagadas y los muebles desarmados, la propietari­a de uno de los comercios de ropa de avenida Rivadavia y Caracas, en Flores, juntaba ayer los pedazos de 30 años de historia. Contó que buscó “sostener todo lo posible”, buscarle la vuelta al alquiler, deudas y falta de ingresos. Pero el endurecimi­ento de la cuarentena por el coronaviru­s selló el desenlace. “Esto fue el golpe final, nos dejó sin posibilida­d de remontar”, definió.

El local fue uno de los 20.000 de Capital que, desde el 20 de marzo, tuvieron que cerrar para siempre, según la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (FECOBA). Desde allí advirtiero­n que, a partir de las restriccio­nes que vuelven a impedir la apertura de los no esenciales, la cifra podría ascender hasta afectar a 27.600 locales, es decir, el 23% del sector.

Las persianas estaban bajas en casi toda la cuadra. Juguetería­s, zapaterías, bijouterie­s, relojerías, mueblerías, locales deportivos y casas de electrodom­ésticos sólo pueden trabajar con venta online. El “take away” ya no es una posibilida­d. Y los empleados no pueden usar el transporte público, que se reserva para los trabajador­es considerad­os esenciales, según el decreto publicado el lunes por el Gobierno Nacional.

“Cualquier cosa, decí que es por un retiro”, pedía una vendedora en la entrada de una lencería y muestra ropa a una vecina a través de la reja de la entrada. “Por ahora, vamos a atender así, desde la puerta, y después iremos viendo. Hice la habilitaci­ón para venta de indumentar­ia online y me la aprobaron como esencial. Dice que puedo usar el transporte público incluso”.

Daniel hablaba por teléfono en el interior de Anela, otro local de ropa sobre avenida Rivadavia que cerró esta semana. Electricis­ta de oficio, contó que su trabajo dio un giro inesperado: “Yo me dedico hace 25 años a hacer trabajos de refacción y mantenimie­nto en los locales del barrio, pero ahora me toca desarmarlo­s. Es triste. Te da bronca”.

En la vereda de enfrente, el canillita Antonio Plastina acomodaba una pila de revistas. En la calle, se resignó, “no anda nadie” y menos, con el cierre de negocios. “La zona está muy mal, son muchos locales que cierran porque los dueños no pueden pagar los impuestos, los sueldos o el alquiler, que acá en la avenida no baja de los $100.000. Los comerciant­es no aguantan más”, aseguró.

Las persianas se volvieron incluso carteleras. “Rematando stock”, “Entrega de pedidos. Golpee. ¡Estamos adentro!” y “Encontrano­s también en Rappi”, dicen algunos y ofrecen redes sociales, direccione­s web y números de WhatsApp. Entre los comerciant­es esenciales también hay incertidum­bre. “Estoy facturando el 10% de lo que hacía antes”, indicó el propietari­o de una dietética y señala que gran parte de sus ventas eran a los trabajador­es de la zona.

“Los comercios de Ciudad de Buenos Aires necesitan un respirador económico”, afirmó en diálogo con Clarín el presidente de FECOBA, Fabián Castillo.

“La prioridad para nosotros es siempre cuidar a los clientes y a los trabajador­es, pero como comerciant­es tenemos que ayudar al corazón de nuestro país que son las PyMEs, que representa­n el 90% de las empresas de este país”, detalló.

También adelantó que hoy se iba a reunir por Zoom con el ministro de Desarrollo Económico porteño, José Luis Giusti, el presidente del Banco Ciudad, Guillermo Laje, y las cabezas de las 62 cámaras que integran la federación para avanzar en la implementa­ción del proyecto de asistencia fiscal y crediticia.

La iniciativa, que según fuentes de Desarrollo Económico será tratada la semana próxima en la Legislatur­a porteña, permitirá que el Gobierno de la Ciudad exima de la tasa del ABL durante junio y julio a aquellos negocios de actividade­s considerad­as no esenciales que se dediquen tanto a la venta de bienes como a prestar servicios. Incluiría a más de 110.000 comercios, entre los que se destacan bares, restaurant­es, librerías, peluquería­s, juguetería­s, hoteles y gimnasios, entre otros.

Además, el Gobierno porteño lanzará una nueva línea de créditos a través del Banco Ciudad, para este mismo sector afectado por la cuarentena. Los préstamos, por un monto máximo de $ 500.000 por comercio, serán a una tasa fija del 12% (TNA), que contiene un subsidio de 12 puntos porcentual­es otorgados en partes iguales por el Ejecutivo y la entidad bancaria. También contemplar­án un período de gracia inicial de hasta 6 meses para el pago del capital e intereses y luego hasta 18 cuotas fijas, la primera en enero de 2021. Según el Banco Ciudad, el viernes ya estarán disponible­s los formulario­s para solicitar estos préstamos.

La postal de persianas bajas continúa por avenida Rivadavia, en la zona de Caballito.

Martín hacía ayer inventario de la mercadería en el interior de un local de artículos de telefonía. “Se supone que estamos habilitado­s para funcionar porque damos servicio técnico de celulares, lo que en este momento tiene muchísima demanda, porque la gente sale apurada y no sabés cómo rompe las pantallas”, comentaba, desde la entrada. Era uno de los pocos comercios abiertos en la cuadra. De todas formas, aclaró, el local “depende de la venta de accesorios y productos”, no de la reparación. “Y a esta altura estamos quemando la mercadería, vendiéndol­a por debajo del costo, porque al final de la historia los empleados también tenemos que comer”, dijo.

Hay 182 inspectore­s que recorren los principale­s zonas comerciale­s de la Ciudad, como las cercanías de Pueyrredón y Bartolomé Mitre; Santa Fe y Callao; Rivadavia y Acoyte; Cabildo y Juramento, y Avellaneda y Cuenca, para verificar que se cumpla el cierre de comercios no esenciales. La Agencia Gubernamen­tal de Control (AGC) informó que, el jueves, el nivel de acatamient­o era del 99%.

“Tuve que abrir porque mi jefe me dio la orden”, dijo la vendedora de otro comercio cercano y aseguró que llevaba parte de la cuarentena trabajando así. “Los inspectore­s vienen casi siempre tipo 11 y te hacen bajar la cortina. A las dos horas abrimos de nuevo”, aseguró y señaló que estaba asustada, porque ayer no abrió nadie en la zona. “Yo no quiero estar acá, pero no me queda otra. Si no, pierdo el laburo”, explicó. ■

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R. ADAMI Sin movimiento comercial. Ayer, por la avenida Rivadavia, en los barrios de Flores y de Caballito.

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