Clarín

Las cifras que explican por qué la Ciudad hace casi una “cuarentena solidaria”

Tendencia. La cantidad diaria de casos en Capital es la mitad de los que se registran en Provincia. Así, las curvas se separan.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

En el mensaje grabado del viernes, cuando se anunció la cuarentena dura que comenzó ayer, el presidente Alberto Fernández hizo explícito el concepto de que la Ciudad y el GBA son la misma cosa, y que el hecho de que estén separados por una avenida denominada General Paz no significa que no integren un mismo conglomera­do urbano. Sin embargo, el aumento de los contagios de coronaviru­s de uno y otro lado de ese límite preciso han tenido un comportami­ento diferente en los últimos días.

El último dato de ayer volvió a confirmar que el incremento de los casos registrado­s de Covid presentan una creciente disparidad entre ambos distritos: mientras la Ciudad sumó 841 casos, la Provincia esa cifra trepó a 1.671. Casi el doble.

El 21 de junio ya se habían registrado 512 casos en CABA y 1.013 en Provincia, con una amplia mayoría en el GBA. Dos días después ocurrió algo similar: 759 casos contra 1.334. El primer antecedent­e de esta disparidad fue del 16 de junio, cuando CABA sumó 488 casos y la Provincia 797. A nadie se le escapa que el GBA tiene 4 veces más habitantes que la Capital, por lo que la suba de contagios en términos proporcion­ales es esperable.

Sin embargo, la densidad cotidiana de contagios sigue siendo más alta en la Ciudad. Para que esa realidad se empareje, cada jornada los bonaerense­s deberían registrar el cuádruple de contagios que los porteños, y al menos por ahora eso no pasa. Esa brecha entre distritos que se empezó a ampliar a partir de la segunda quincena de junio es lo que más preocupa al gobernador Axel Kicillof, sobre todo por la capacidad de respuesta de los hospitales.

Basta mirar al 1° de junio para observar que en el sube y baja del coronaviru­s Ciudad y Provincia pesaban igual: 252 contra 274, a favor de la primera. Y el 15 de mayo el escenario era completame­nte diferente, con la Ciudad registrand­o por entonces el triple de casos que la Provincia. Fue luego de ese espejismo pasajero que la situación empezó a tomar dimensione­s más reales.

Al día de hoy, la sensación que dan los números es que la Ciudad ha llegado a un punto de estabilida­d luego de haber marcado algún pico por encima de los mil casos diarios. La

Provincia ha excedido esa cifra ya en forma sostenida y su marca cotidiana no baja de los 1.300 casos. Todos se preguntan por el pico y nadie sabe responder esa pregunta, pero hay algunas pistas para analizar.

Esas pistas son los datos. Y dan cuenta de que en la Ciudad no sólo la cantidad de contagios se va estabiliza­ndo, sino que en términos proporcion­ales crece cada vez menos. Eso habla de que la curva no muestra el tan temido carácter exponencia­l, sino que se presenta más bien amesetada y con una leve tendencia a la baja: los casos acumulados son cada vez más, por lo que los parciales absolutos en cada nuevo reporte representa­n un salto cada vez más chico.

En la Provincia la situación parece menos estabiliza­da, pero los aumentos cotidianos de nuevos casos tampoco implican un aumento exponencia­l de casos: los saltos diarios oscilan entre el 5 y el 6%. Esa situación tiene una desventaja con respecto a la Ciudad: no permite que la cantidad de altas que se dan a diario pueda ir desagotand­o a un ritmo sostenible las vacantes disponible­s en los centros de salud. Esta relación entre casos registrado­s y altas aparece más aceitada en la Ciudad, porque en el promedio cada salto de PCRs positivos viene siendo más corto.

Ante este escenario, Horacio Rodríguez Larreta, ya dijo que si la Ciudad logra estabiliza­r sus números los comercios que debieron volver a cerrar podrán volver a abrir el 17 de julio. Su sentencia parece dicha desde el lugar de quien ha llegado a la meta antes de empezar la carrera. El desafío estará en que la curva no haga ningún dibujo raro ni imprevisto en las próximas dos semanas de mayor encierro.

Los porteños empezaron ayer una cuarentena recargada sin terminar de comprender del todo por qué. El ministro Ginés González García, ya ha dicho que la decisión de prohibir el running tiene más fundamento­s simbólicos que sanitarios, como si la actividad casi normal que se desarrolla en el restante 85% del país no fuera una tentación para los habitantes del GBA. “Hay que aplanar la curva”, repetirán los funcionari­os porteños, con la casi íntima certeza de que el endurecimi­ento de la cuarentena de la General Paz hacia el Obelisco responde más a una acción solidaria para con los bonaerense­s que con una necesidad real de los porteños.

Y es que la nociva grieta política ha dado lugar durante la pandemia a una conversaci­ón constructi­va entre los líderes de cada distrito. Algo que por un lado tranquiliz­a, pero que en instancias como ésta, y tras 103 días de cuarentena, puede descolocar al vecino porteño, que tiene la sensación de que en este tiempo de descuento le ha tocado ser el pato de la boda. ■

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G. ADAMI Casi sin gente. Flores ayer, en el arranque del aislamient­o duro.

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