Nace un nuevo tratado de libre comercio entre EE.UU., México y Canadá
Es crucial para los tres dada la crisis actual. Une a casi 500 millones de consumidores en un mercado único.
Estados Unidos, Canadá y México iniciaron ayer una nueva era de libre comercio con la entrada en vigor del T-MEC, el acuerdo que reemplaza al Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), más conocido como NAFTA por sus siglas en inglés. Pero el estreno está ensombrecido por el Covid-19, la recesión económica y la posibilidad de fricciones entre los socios.
El flamante tratado, crucial para los tres países, une a casi 500 millones de consumidores en un mercado único que comprende alrededor del 27% del PBI mundial, en una región donde el flujo comercial fue de 1,2 billones de dólares en 2019. Pero el remozado pacto llega con las fronteras entre los tres socios parcialmente cerradas para evitar contagios del virus. Y con pronósticos del FMI de agudas contracciones económicas este año (-8% en EE.UU., -10,5% en México y -8,4% en Canadá).
EE.UU., que forzó la revisión del TLCAN bajo amenazas de Donald Trump de retirarse si no había cambios, celebró este “nuevo y mejor capítulo” en la relación trilateral. “Ante la pandemia de Covid-19 y los desafíos que plantea para nuestras economías, el T-MEC ayudará a nuestra región a recuperarse más rápido y más fuerte”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo.
Trump, luego de confirmar que el 8 de julio recibirá a su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para celebrar la “histórica” entrada en vigor del acuerdo, sostuvo que “el TMEC es el mayor, más justo y más equilibrado acuerdo comercial jamás negociado y contiene provisiones innovadoras para ayudar a crecer la economía y apoyar empleos estadounidenses”.
López Obrador señaló que el tratado “va a ser de mucha ayuda” para sacar al país de la crisis, aunque para el FMI sus beneficios no compensarán en los próximos dos años la contracción de la inversión y el choque del Covid.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, no mostró mucho entusiasmo. Sólo su viceprimera ministra, Chrystia Freeland, aplaudió la entrada en vigencia del T-MEC luego de tres años y medio de negociaciones “que parecieron una década o más”. “En un tiempo de tremenda incertidumbre en la economía global, este acuerdo es más importante que nunca”, dijo.
Trump estaba decidido a acabar con el TLCAN, al que consideraba “nefasto” por haber destruido miles de empleos, en particular en la industria automotriz estadounidense, con la reubicación de la producción en México.
Tras maratónicas conversaciones, el T-MEC se firmó el 30 de noviembre de 2018, pero fue enmendado en el Congreso estadounidense, donde la oposición demócrata quiso asegurarse de evitar competencia desleal mexicana. Trump, que busca la reelección, rubricó la versión final en enero presentándola como una “victoria colosal” para los estadounidenses.
El acuerdo otorga certidumbre jurídica a los inversores, empresarios y consumidores en América del Norte, ya que moderniza las reglas del comercio de bienes y servicios. Modifica las reglas de origen de la industria automotriz para impulsar empleos en EE.UU. e incluye disposiciones sobre comercio electrónico y medioambiente, protecciones a la propiedad intelectual y mecanismos de solución de controversias para los inversores. ■