Clarín

El juez que se entusiasma­ba demasiado

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Federico Villena es un juez con dos padres o, si se prefiere una fórmula más delicada, un juez con dos padres políticos: La Cámpora y el macrismo. Contada por el final, la historia de Villena es la historia de un juez que con entusiasmo investigab­a al macrismo después de haber favorecido con entusiasmo al macrismo. Pero lo corrieron.

En el medio quedó un raid de allanamien­tos y una veintena de ex espías detenidos. Y un espectácul­o insólito: el desfile por Tribunales de esos agentes secretos a cara descubiert­a. Una degradació­n de la ley de Inteligenc­ia. Casi tan pesado o igual de pesado que aquella fotografía del súper espía Stiuso que Beliz mostró antes de que Kirchner lo echara de su gobierno.

Vale todo como que esos u otros espías declaren bajo reserva en la Comisión Bicameral de seguimient­o de los servicios de Inteligenc­ia y luego la misma comisión levante la reserva y ventile lo que ellos declaran. Cualquier semejanza con la CIA, el Mossad o la KGB es una joda de Tinelli, del Tinelli de hace años.

Villena fue juez cuando se iba Cristina y llegaba Macri. Lo nombró en Moreno Julián Álvarez, de La Cámpora y enseguida con Daniel Angelici, del macrismo, pasó a jugar en primera como subrogante en Lomas de Zamora, que no es Comodoro Py pero se le parece. Es un juzgado codiciado y es un arma política. En realidad, la mitad del ascenso se lo debe a Silvia Majdalani: la número dos de la AFI dejó vacante el juzgado de Lomas mandando a quien lo ocupaba, Alberto Santa Marina, como delegado de la AFI en España.

¿Qué ayuda le daba Villena al macrismo? Sobre todo dar el OK a la AFI para hacer seguimient­os y escuchas. Cobertura legal para tareas ilegales. Una de las más resonantes: autorizar grabacione­s a narcos en el penal de Ezeiza que usaron para grabar a kirchneris­tas presos. Otra, vigilar movimiento­s en el Instituto Patria, el bunker del cristinism­o.

Villena pasó de ayudar al macrismo a ayudar al cristinism­o. Y en su nuevo papel, se puso a investigar a los espías de Macri. Abogados de esos espías lo recusaron por falta de imparciali­dad y la Cámara de La Plata les dio la razón y lo sacó del caso. Villena ya venía barranca abajo. Le habían quitado el capítulo de la causa que disparó toda la investigac­ión: el atentado contra José Luis Vila, un cuadro histórico de la inteligenc­ia radical. Y encima empezaron a lloverle críticas desde el corazón del cristinism­o. La Cámpora le bajó el pulgar.

En el afán de seguir al frente de la causa, Villena se pasó de rosca. Hizo detencione­s a diestra y siniestra y apuntándol­e a Macri detuvo a una de sus ex secretaria­s y hasta allanó la casa de los padres de otro ex secretario de Macri, Darío Nieto. Apresó a un escuadrón completo de agentes pero no llamó a Majdalani, la jefa de todos ellos. Códigos son códigos, amigos son los amigos.

Todo el mundo sabe que lo que retumba en esta causa es ruido político. ¿Cuál era la próxima estación del juez? ¿ Ir sobre el periodismo? ¿Y sobre periodista­s que investigar­on la corrupción kirchneris­ta? Demasiados favores juntos y demasiado evidente. Aún entre nosotros. ■

Tanto hizo el juez Villena para el macrismo como ahora para el cristinism­o. Por tan evidente perdió la causa de los espías.

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