Cómo pasar la pandemia sin colapso de hospitales ni cuarentena eterna
Para alcanzar la “inmunidad de grupo”, a este ritmo de infectados, el aislamiento en la Ciudad de Buenos Aires y el GBA duraría años.
Para que la sociedad pudiera alcanzar la denominada “inmunidad de grupo”, si algo así existiera con el coronavirus, para que no colapsen los hospitales mientras no exista una vacuna la cuarentena más o menos restrictiva debería continuar por años. ¿Cuántos? Veinte, en el caso de la Ciudad y 56 en el caso del GBA.
Se sabe que eso es imposible. La receta del confinamiento obligatorio es una pata clave, pero transitoria en el objetivo de que las camas de terapia intensiva no desborden. En el mientras tanto, los controles de circulación, la búsqueda de casos sospechosos y los testeos deberían ser lo suficientemente rigurosos como para que ese tiempo en el limbo de los hogares valga la pena.
La posibilidad más cruda y bruta, a lo Trump, sería liberar todo y que la gente se contagie a mansalva. Se sabe que esa chance también es imposible en la Argentina. Por eso, la pregunta es qué hacer. Cómo salir de esta encrucijada sin la certeza de que la vacuna vaya a estar disponible en pocos meses ni que un tratamiento sea lo suficientemente efectivo como para traer tranquilidad.
Repasemos las cifras de Ciudad: 28.784 casos positivos de coronavirus en 120 días. La denominada inmunidad de grupo, según el Imperial College de Londres, se alcanza cuando el 60% de la población se ha contagiado. En este caso, al ritmo de la cuarentena, deberían pasar 7.504 días para que eso suceda, es decir 20 años. En Provincia, fueron 35.044 casos en 120 días, por lo que la inmunidad de grupo se lograría en 20.545 días, es decir, 56 años.
El crecimiento de la curva de contagiados es exponencial por definición. Lo que varía con las medidas de aislamiento es el tiempo de duplicación de los contagios. Por caso, el tiempo de duplicación en la Ciudad para llegar a su actual cifra de contagiados ha sido de 19 días, mientras que en la Provincia se ha reducido a 13, lo que muestra la aceleración que ha tenido allí la pandemia.
Pero se supone que ambos distritos estaban en la misma fase de la cuarentena. Fase 3 hasta la semana pasada, reforzada a Fase 1,5 en esta primera semana de julio. ¿Entonces por qué el tiempo de duplicación en la Ciudad ha sido seis días menor que el de la Provincia? ¿Es de esperar que con la Fase 1,5 el GBA se ponga a tiro?
En rigor, lo que estas cifras dejan en claro es que no se trata de cómo se denomine una u otra fase, sino que lo que se diga se haga. Que los controles no empiecen cuando llegan las cámaras de televisión y se vayan cuando dejan de ser la noticia del día. Esa parte es la más difícil de cumplir.
La otra parte difícil de cumplir es la agresividad con la que se encaran las campañas de detección y el aislamiento real de los contactos estrechos. Muchos comentarios de vecinos, sobre todo en algunos municipios como Lomas de Zamora, están dando cuenta del nivel de desidia con el que se trata a los potenciales contagiadores y a sus entornos. Los centros de aislamiento siguen allí y en otros lugares del Conurbano sin cumplir con el objetivo para el que han sido construidos.
La clave, como síntoma de esta debilidad, son las terapias intensivas, cuya ocupación en el AMBA sigue creciendo a paso lento pero seguro.
Se ha dicho que la cuarentena servía para preparar el sistema sanitario para el pico de contagios. Sin embargo, es claro que ningún recurso puede crecer de manera exponencial como la curva de contagios: no hay espacio físico ni inversión posible para sumar semejante cantidad de camas ni tiempo para formar la suficiente cantidad de médicos.
El físico Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la
UBA, hace un seguimiento día a día de la pandemia en su sitio web. Dice: “Los recursos que podés tener: médicos, enfermeros, camas de terapia, respiradores, capacidad de testeo, nada de eso puede crecer exponencialmente. Si vos querés ganarle a la epidemia a lo bruto, es una pelea que a la larga o a la corta la perdés”.
Una de las particularidades del coronavirus que dificultan su control es que la gente que no tiene síntomas contagia. Según Aliaga, la única opción para combatir esto es partir de alguien que tiene síntomas, ya que es lo único que se puede ver. “Sólo síntomas, ni siquiera tenés que esperar el resultado del testeo porque ahí perdiste 48 horas. Hay que asumir que todo el que tiene síntomas tiene coronavirus. Ahí hay que preguntarle: cuándo empezaron los síntomas, ir tres o cuatro días para atrás y ver con el mayor detalle con quién estuvo en contacto esa persona. Toda esa gente tiene que quedar aislada”.
El físico explica que “en condiciones normales habría que rastrear entre 20 mil y 40 mil personas por día. Los médicos a veces se resisten a hacer eso sin tener certezas. El problema es: si no hacés esto, ¿cuál es la alternativa? ”.En conclusión, la mejor noticia es que en estas dos semanas de cuarentena dura quede aislada la mayor cantidad de gente posible. Y que las cifras de los PCR diarios no asusten. Ese aumento de sospechosos identificados y retirados de la cadena de contagio puede ser una buena noticia. ■