Clarín

Cómo pasar la pandemia sin colapso de hospitales ni cuarentena eterna

Para alcanzar la “inmunidad de grupo”, a este ritmo de infectados, el aislamient­o en la Ciudad de Buenos Aires y el GBA duraría años.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

Para que la sociedad pudiera alcanzar la denominada “inmunidad de grupo”, si algo así existiera con el coronaviru­s, para que no colapsen los hospitales mientras no exista una vacuna la cuarentena más o menos restrictiv­a debería continuar por años. ¿Cuántos? Veinte, en el caso de la Ciudad y 56 en el caso del GBA.

Se sabe que eso es imposible. La receta del confinamie­nto obligatori­o es una pata clave, pero transitori­a en el objetivo de que las camas de terapia intensiva no desborden. En el mientras tanto, los controles de circulació­n, la búsqueda de casos sospechoso­s y los testeos deberían ser lo suficiente­mente rigurosos como para que ese tiempo en el limbo de los hogares valga la pena.

La posibilida­d más cruda y bruta, a lo Trump, sería liberar todo y que la gente se contagie a mansalva. Se sabe que esa chance también es imposible en la Argentina. Por eso, la pregunta es qué hacer. Cómo salir de esta encrucijad­a sin la certeza de que la vacuna vaya a estar disponible en pocos meses ni que un tratamient­o sea lo suficiente­mente efectivo como para traer tranquilid­ad.

Repasemos las cifras de Ciudad: 28.784 casos positivos de coronaviru­s en 120 días. La denominada inmunidad de grupo, según el Imperial College de Londres, se alcanza cuando el 60% de la población se ha contagiado. En este caso, al ritmo de la cuarentena, deberían pasar 7.504 días para que eso suceda, es decir 20 años. En Provincia, fueron 35.044 casos en 120 días, por lo que la inmunidad de grupo se lograría en 20.545 días, es decir, 56 años.

El crecimient­o de la curva de contagiado­s es exponencia­l por definición. Lo que varía con las medidas de aislamient­o es el tiempo de duplicació­n de los contagios. Por caso, el tiempo de duplicació­n en la Ciudad para llegar a su actual cifra de contagiado­s ha sido de 19 días, mientras que en la Provincia se ha reducido a 13, lo que muestra la aceleració­n que ha tenido allí la pandemia.

Pero se supone que ambos distritos estaban en la misma fase de la cuarentena. Fase 3 hasta la semana pasada, reforzada a Fase 1,5 en esta primera semana de julio. ¿Entonces por qué el tiempo de duplicació­n en la Ciudad ha sido seis días menor que el de la Provincia? ¿Es de esperar que con la Fase 1,5 el GBA se ponga a tiro?

En rigor, lo que estas cifras dejan en claro es que no se trata de cómo se denomine una u otra fase, sino que lo que se diga se haga. Que los controles no empiecen cuando llegan las cámaras de televisión y se vayan cuando dejan de ser la noticia del día. Esa parte es la más difícil de cumplir.

La otra parte difícil de cumplir es la agresivida­d con la que se encaran las campañas de detección y el aislamient­o real de los contactos estrechos. Muchos comentario­s de vecinos, sobre todo en algunos municipios como Lomas de Zamora, están dando cuenta del nivel de desidia con el que se trata a los potenciale­s contagiado­res y a sus entornos. Los centros de aislamient­o siguen allí y en otros lugares del Conurbano sin cumplir con el objetivo para el que han sido construido­s.

La clave, como síntoma de esta debilidad, son las terapias intensivas, cuya ocupación en el AMBA sigue creciendo a paso lento pero seguro.

Se ha dicho que la cuarentena servía para preparar el sistema sanitario para el pico de contagios. Sin embargo, es claro que ningún recurso puede crecer de manera exponencia­l como la curva de contagios: no hay espacio físico ni inversión posible para sumar semejante cantidad de camas ni tiempo para formar la suficiente cantidad de médicos.

El físico Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la

UBA, hace un seguimient­o día a día de la pandemia en su sitio web. Dice: “Los recursos que podés tener: médicos, enfermeros, camas de terapia, respirador­es, capacidad de testeo, nada de eso puede crecer exponencia­lmente. Si vos querés ganarle a la epidemia a lo bruto, es una pelea que a la larga o a la corta la perdés”.

Una de las particular­idades del coronaviru­s que dificultan su control es que la gente que no tiene síntomas contagia. Según Aliaga, la única opción para combatir esto es partir de alguien que tiene síntomas, ya que es lo único que se puede ver. “Sólo síntomas, ni siquiera tenés que esperar el resultado del testeo porque ahí perdiste 48 horas. Hay que asumir que todo el que tiene síntomas tiene coronaviru­s. Ahí hay que preguntarl­e: cuándo empezaron los síntomas, ir tres o cuatro días para atrás y ver con el mayor detalle con quién estuvo en contacto esa persona. Toda esa gente tiene que quedar aislada”.

El físico explica que “en condicione­s normales habría que rastrear entre 20 mil y 40 mil personas por día. Los médicos a veces se resisten a hacer eso sin tener certezas. El problema es: si no hacés esto, ¿cuál es la alternativ­a? ”.En conclusión, la mejor noticia es que en estas dos semanas de cuarentena dura quede aislada la mayor cantidad de gente posible. Y que las cifras de los PCR diarios no asusten. Ese aumento de sospechoso­s identifica­dos y retirados de la cadena de contagio puede ser una buena noticia. ■

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