Clarín

Bolsonaro veta partes centrales de una ley que obliga al uso del barbijo

Excluyó que sea de uso obligatori­o en iglesias, comercios, sedes de gobierno o su entrega a pobladores vulnerable­s

- Guido Nejamkis

Las advertenci­as de la ciencia y la evidencia de que las muertes y contagios se siguen sucediendo a escala industrial no bastaron para impedir que las autoridade­s de la ciudad de San Pablo sumen a la mayor ciudad de América del Sur a la ola de reapertura de actividade­s económicas que recorre buena parte de Brasil.

Tampoco convencier­on al presidente Jair Bolsonaro a extender la obligatori­edad en el uso de barbijos a todos los rincones del más poblado país latinoamer­icano, por lo que el mandatario vetó trechos de una ley nacional que obliga a usar tapabocas en espacios públicos y transporte.

En la norma, aprobada por el Congreso y que Bolsonaro sancionó, el presidente brasileño excluyó el uso obligatori­o de barbijos en sedes gubernamen­tales, comercios, industrias, iglesias y en lugares cerrados, además de suprimir la obligación de que los empleadore­s los provean gratuitame­nte a sus empleados.

También eliminó la obligación del gobierno de entregar barbijos a la población vulnerable y la posibilida­d de que a las personas que no cumplieran la obligatori­edad de usar tapabocas se les aplicaran multas más pesadas.

Gran parte de los más de 5.500 municipios y las 27 unidades federativa­s de Brasil adoptaron la obligatori­edad en el uso de barbijos para mitigar la propagació­n del coronaviru­s, pero hasta ahora no existía una ley nacional sobre el tema y el Congreso la aprobó el mes pasado.

Bolsonaro, que usa tapabocas un día sí y dos días no y ha comparecid­o a manifestac­iones y eventos protocolar­es sin protección, entabló la semana pasada una batalla legal contra el barbijo al ordenar a la Abogacía del Estado apelar la decisión de un juez de Brasilia que determinó que el mandatario tenía obligación de usarlo en público. Otro magistrado acogió la apelación y dejó sin efecto la orden.

Tras los vetos, el gobernador de San Pablo, Joao Doria, criticó al mandatario, asegurando que “era coherente con él mismo”, ya que “no usa barbijos, no recomienda el uso de barbijos, no recomienda el aislamient­o social, adora la cloroquina. El presidente Jair Bolsonaro fue el presidente Jair Bolsonaro al hacer ese veto”.

La cloroquina, usada para tratar la malaria y desestimad­a por la OMS como útil para tratar el Covid-19, se convirtió para Bolsonaro en una suerte de poción mágica contra el coronaviru­s.

El juez decano de la corte suprema de justicia, Celso de Mello, emplazó al Ministerio de Salud a explicar la recomendac­ión que impartió sobre el uso de esta droga, en una demanda presentada por trabajador­es de la salud, que se resisten a utilizarla.

Brasil, que en plena pandemia no tiene ministro de Salud –quien ejerce el cargo en forma interina es un militar que reconoció que su papel es el de cumplir órdenes-, es uno de los epicentros mundiales del Covid-19, que ya mató en el país a más de 62.000 personas, en un universo de más de 1,5 millones de infectados.

Esos números, los peores en el mundo después de EE.UU., no desalentar­on a las autoridade­s de las dos ciudades más importante­s del país, Río de Janeiro y San Pablo, a avanzar con la reapertura de actividade­s, incluso pese a advertenci­as de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPAS).

El organismo prevé que el momento de mayor intensidad de la pandemia en Brasil será en agosto, mes en el que se proyecta que el país alcanzaría la marca de 80.000 muertos.

Río de Janeiro, la capital del estado homónimo donde murieron más de 10.000 personas por el Covid-19, reabrió esta semana bares y restaurant­es. En la reapertura, imágenes de personas sin barbijos y aglomerada­s fueron registrada­s en el rico barrio de Leblon, en la zona sur carioca, en una conducta pautada por la desinforma­ción, la frivolidad, la negligenci­a y el desafío a la autoridad.

El viernes fue el turno del alcalde de la ciudad de San Pablo, Bruno Covas, él mismo un sobrevivie­nte del Covid-19, en anunciar la reapertura de bares, restaurant­es y peluquería­s. Allí murieron más de 7.300 personas por Covid-19.

En Brasilia, en tanto, el gobernador Ibaneis Rocha declaró esta semana a la capital del país en estado de calamidad púbica y, el mismo día, decretó la reapertura total de los comercios, además de la vuelta a clase el 3 de agosto.

Funcionari­os que conversaro­n con Clarín dijeron que las medidas fueron fruto de una negociació­n con el gobierno federal, ya que la flexibiliz­ación del aislamient­o en Brasilia tiene un fuerte impacto en las institucio­nes de la administra­ción central y dará una libertad mayor al Poder Ejecutivo para forzar el retorno al trabajo presencial de los servidores públicos federales. De hecho, el decreto en vigor que permite a esos funcionari­os trabajar en modo remoto vencerá este mes. Rocha, quien recienteme­nte visitó un hospital sin barbijo, está bajo investigac­ión de la Policía Federal por irregulari­dades en los gastos de la campaña electoral que lo llevaron al gobierno de la capital brasileña en el 2018. ■

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REUTER Féretros. Los alista un empleado de una funeraria de Río de Janeiro, la ciudad junto a San Pablo y Amazonas, con mayor casos de Covid.

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