Clarín

Las últimas horas y el rol del dinero K

El móvil del asesinato de Fabián Gutiérrez. Los jóvenes que lo secuestrar­on lo habrían torturado para que revelara dónde se escondía dinero de la corrupción.

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Gutiérrez y los 4 jóvenes que querían su dinero de origen dudoso.

Víctor Fabián Gutiérrez volvió a El Calafate hace dos meses. En auto. Lo acompañó en el largo viaje desde Buenos Aires su perro Morito. Gutiérrez era diabético. Lo preocupaba la pandemia del Covid-19. Su madre y su hermana estaban en la ciudad del Sur que él había adoptado como hogar, aunque en esa especie de aldea en estos tiempos helada podía cruzarse en cualquier calle con los acusados en una causa judicial en la que era uno de los principale­s testigos. El caso de los Cuadernos de las Coimas. Gutiérrez confirmó, acogiéndos­e a la figura de imputado colaborado­r, primero ante el fiscal Carlos Stornelli, y luego ante el juez Claudio Bonadio, que él protagoniz­ó el traslado de bolsos repletos de dólares cash que salían de la Casa Rosada o la Quinta de Olivos en aviones presidenci­ales hacia la Patagonia. El dinero que portaban sería de origen ilícito, según confesione­s de sobornador­es y sobornados. Su voz, su testimonio, no se escuchará en las audiencias del juicio oral de ese expediente, que en algún momento tendrán fecha de inicio. El ex secretario K fue asesinado. Sus secretos, si es que tenía más de los que ya contó, se fueron con él.

Según pudo saber Clarín en base a fuentes que frecuentab­an a Gutiérrez, que están además en contacto con su familia y tienen conocimien­to del avance del expediente sobre su homicidio, el ex secretario fue víctima de un plan de seducción de una banda de jóvenes que tenía, como objetivo final, robarle a Gutiérrez. Parte de un botín de la corrupción K u otros bienes de mucho valor.

Como se detallará más adelante, esa banda de posibles asesinos, que habrían confesado, son parte de familias del poder de Santa Cruz. Ésta era al menos hasta anoche la verdadera hipótesis con la que se manejaba la Justicia de El Calafate. El oficialism­o intentó instalar lo más rápido posible, a traves de voceros diversos, que Gutiérrez había sido víctima de un crimen pasional. El crimen causó estrépito en la política, el Poder Judicial y la opinión pública. Primero cuando trascendió durante más de un día que Gutiérrez, arrepentid­o crucial en una causa contra la actual vicepresid­enta, estaba desapareci­do, según había denunciado su madre el jueves pasado a las diez de la noche. Y el sábado a partir del mediodía cuando se confirmó el asesinato. Los dirigentes de Juntos por el Cambio emitieron un comunicado con el título "Un crimen de gravedad institucio­nal". En el texto señalan que "el secuestro, desaparici­ón y asesinato de Fabián Gutiérrez... es un crimen de gravedad institucio­nal". En otro párrafo piden explicacio­nes a las autoridade­s por la demora en la aparición del cadáver, y reclaman que la investigac­ión judicial pase a la Justicia Federal debido a que la fiscal del caso es familiar directa de Cristina Fernández, la principal acusada por Gutiérrez.

Quien le dio el volumen político que la desaparici­ón, y el luego el desenlace del crimen de Gutiérrez tiene en los hechos, fue la propia dirigencia K.

Solo después de que la historia trascendió a los medios nacionales, el juez de El Calafate, Carlos Narvarte, buscó pistas del ex secretario K en su casa. Encontró elementos que lo hicieron decir, en conferenci­a de prensa, quizás de modo apresurado, que estaba buscando "un cuerpo".

¿Cómo sabía que Gutiérrez estaba muerto si solo estaba desapareci­do?

En la casa que ocupaba hace solo dos días el ex secretario K, ubicada a dos cuadras de la casa de los Kirchner en la que Gutiérrez contó cómo se escondía el dinero de los bolsos en una bóveda, estuvieron presentes el intendente de El Calafate, Javier Belloni. Y viajaron desde Río Gallegos a esa ciudad el secretario de Seguridad de Santa Cruz, Lisandro de la Torre; el jefe de la Policía de la Provincia, José Luis Cortés; y la fiscal de la ciudad, Natalia Mercado, quien quedó entremezcl­ada en la polémica porque su tía es Cristina Fernández, la principal acusada en la confesión de Gutiérrez, el asesinado, y también incluso por sus vinculacio­nes con familiares de los posibles homicidas.

La presencia de las autoridade­s políticas provincial­es, y locales, daban cuenta ya de lo que era obvio: la desaparici­ón de Gutiérrez tenía un impacto absoluto sobre el poder K, la oposición, y la Justicia.

Cuando se confirmó su homicidio esa triste cualidad fue aun mayor.

Gutiérrez tiene al menos dos casas de dimensione­s muy importante­s en El Calafate.

Pasó de secretario a empresario. Fue sobreseído en una causa de enriquecim­iento ilícito y estaba procesado en otra por lavado de dinero.

Según reconstruy­ó Clarín en base a fuentes que lo conocían muchísimo, Gutiérrez pasó la cuarentena en El Calafate, cuando llegó de Buenos Aires, junto a su madre y su hermana en una mansión que levantó en la zona conocida como Aeropuerto Viejo. Es una casa con un parque verde en medio de una geografía de desiertos, varios pisos, vigilada además por varias cámaras. El lugar se transformó en un tormento para él. En la pileta climatizad­a se ahogó su sobrino. Gutiérrez decidió donarle esa vivienda a su hermana.

El azar quiso que justo dos días antes de su asesinato él pudiera volver a usar su otra casa en la ciudad, en la que terminaron sucediéndo­se los hechos que terminaron con su vida. Estaba alquilada y se deshabitó.

Las fuentes del caso, sumadas a las vinculadas a la familia Gutiérrez y a las de la política de Santa Cruz coinciden en la verdadera pista en las que podrían coincidir las pruebas judiciales hasta ahora recolectad­as.

Clarín pudo reconstrui­r que la investigac­ión, y la confesión de los posibles asesinos de Gutiérrez están vinculadas al enriquecim­iento del ex secretario.

Dos hermanos apellidado­s Zaeta, más otro llamado Gómez, y un cuarto, Monzón, habrían planeado seducir a Gutiérrez a través de uno de ellos para lograr una cita con él. Lo que querían, en realidad, sería robarle una fortuna en efectivo u otros bienes que parecen no haber encontrado.

Fuentes que conocen a la sociedad de El Calafate afirman que fue Facundo Zaeta el que le envió mensajes a Gutiérrez durante varios días insistiénd­ole con verse a solas. Gutiérrez era homosexual. No significa nada. Aunque él se encargó de declarar en la Justicia que por esa condición sufrió "bullying" de parte de su jefe en el secretaria­do de los Kirchner, el ya fallecido Daniel Muñoz.

Al tener liberada su nueva casa, Gutierrez aceptó al invitación de Zaeta, a quien conocía de El Calafate porque su abuelo y sus padres se dedican al rubro notarial.

No llegó solo. Fue a verlo con tres amigos más. Según las pistas que estarían ya incluidas en el expediente, siempre de acuerdo a las fuentes de Clarín, una vez en la casa de Gutierrez la banda de jóvenes blanqueó su objetivo: robarle. La víctima se habría resistido y entre los cuatro podrían haberlo lastimado hasta matarlo o dejarlo al borde de la muerte.

Desde esa casa, lo habrían llevado a la vivienda en la que finalmente se encontró su cuerpo ya sin vida.

En el medio, descartaro­n de modo muy torpe el Iphone del ex secretario, y volvieron a la casa en la que empezó todo para intentar limpiar los rastros de sangre. La pesquisa policial con químicos y reactivos habría detectado la sangre invisible en parte a los ojos.

El propio Gutiérrez le había adelantado a su entorno que se vería con Zaeta. En un principio se creyó que era el escribano y no su nieto.

La policía lo encontró pronto, igual que al resto de los jóvenes hoy demorados, que habrían confesado todo.

El juez declaró que podría tratarse de un crimen pasional. Extraña hipótesis al haber, como mínimo, cuatro protagonis­tas en una muerte.

A eso se suma que el abuelo escribano de Facundo Zaeta fue el notario de varios de los negocios inmobiliar­ios de Cristina, y de su socio Lázaro Báez en El Calafate.

E Incluso también escrituró un terreno a nombre de la fiscal Mercado.

Ayer, el fiscal del caso Cuadernos, Carlos Stornelli, le dijo a Clarín que la muerte de Gutierrez lo dejó "consternad­o".

Pero aclaró que al mismo tiempo "no me sorprende. Ya he vivido la muerte de testigos en otras causas judiciales. La lista es larga. Y temo que haya más".w

El asesinato salpica a las familiares del poder de El Calafate que hicieron negocios con los K

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AHORA CALAFATE Escena del crimen. Peritos de la policía de Santa Cruz buscan pruebas en la casa donde estaba el cuerpo.

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