Clarín

Dylan & Balcarce, la historia los convoca

- Alejandro Borensztei­n

Menos mal, amigo lector, que yo nunca escribí sobre política porque quienes lo hicieron deben estar muy preocupado­s. Y dadas las versiones que preanuncia­n la inminente detención de periodista­s quiero aclarar rápidament­e que las humildes pavadas mundanas que aparecen en esta columna son escritas por un simple arquitecto.

No soy periodista, ni lo quiero ser. Dios me libre y guarde. No conozco a Majul ni jamás lo vi en mi vida. Tampoco conozco a Longobardi ni a Lanata ni a Leuco padre ni a Leuco hijo ni a Wiñazky padre ni al querido Wiñazky hijo ni a Jonny Viale ni a Fernández Díaz ni a Van der Kooy ni a Roa ni muchísimo menos a ese tal Kirschbaum. Tampoco a Mariana Fabbiani ni a ningún otro integrante de la asociación ilícita denunciada por Cristina. Ni tengo la menor intención de conocerlos. Y al único Santoro que conozco es a Pepé, el legendario arquero de Independie­nte.

Es más, debo reconocer que en momentos como los que estamos viviendo uno tiene más tiempo para repensar algunas ideas y modificar preconcept­os al punto de darse cuenta, por ejemplo, que al final el kirchneris­mo no es tan malo. De hecho, si le ponés onda descubrís que son un derroche de virtudes.

Las circunstan­cias hacen que uno cambie de paradigma. Antes me parecía que los grandes empresario­s eran Elon Musk, Bill Gates o Jeff Bezos. O Marcos Galperin, para dar un ejemplo más cercano. Pavadas.

Hoy me doy cuenta que no hay mejor ejemplo empresaria­l que Cristóbal López y Fabián de Sousa. Dos grandes. Sacá del medio Ted Turner.

Y por supuesto, mi líder sindical preferido es el Gran Hugo Moyano. Vos, Lech Walesa, no existís y vos Jimmy Hoffa, reaparecé y vení a desafiarlo si sos tan guapo.

La cuarentena te permite pensar más claro. Hemos perdido el tiempo admirando a legislador­es como Alfredo Palacios o Lisandro de la Torre. O Robert Kennedy para buscar ejemplos de afuera. Digamos la verdad: ninguno de estos tres le llega a los talones a Rodolfo Tailhade o a Eduardo Valdés. Dos lujos que se da la República. Si yo fuera Tristán Bauer (nombro al gran director y me pongo de pie), ya iría haciendo el videíto documental de cada uno de ellos para que Cristina lo difunda por Instagram o algún otro canal institucio­nal de los que frecuenta. Dicho sea de paso, no sé qué espera para arrancar en Tik Tok.

De todos modos, más allá de que uno vuelve a enamorarse del proyecto nacional y popular que había bajado la pobreza al 4% como bien dijo Cristina en la FAO en 2015, no hay que perder la independen­cia de pensamient­o y la libertad de disentir cuando no se está de acuerdo con algo.

Por ejemplo, uno no coincide con la recurrente idea de Cristina de que Parrilli es un pelotudo. Eso de “hola pelotudo”, “soy yo Cristina, pelotudo”, “donde estás pelotudo”, “me calienta que seas tan pelotudo”, me parece un abuso horrible.

Si bien esta semana Parrilli dijo que “Lanata es al periodismo lo que Alfredo Astiz es a los Derechos Humanos”, no debemos quedarnos con esta primera impresión. Además tal vez Parrilli tenga razón ya que, como todo el mundo sabe, él fue diputado menemista cuando el menemismo indultó a Videla y a Massera. O sea que del tema, algo entiende.

Sin embargo, Cristina debería darle otra oportunida­d para que el tipo demuestre que no es tan pelotudo como ella cree.

También debemos tener otra perspectiv­a sobre los episodios que se están viviendo este fin de semana en El Calafate. Veamos la parte positiva.

Cristina, la ´vicepresid­enta de la Nación es la mamá de Máximo, el diputado nacional y jefe del bloque. Y al mismo tiempo es cuñada de Alicia, gobernador­a de Santa Cruz quien a su vez es la mamá de Natalia Mercado, la fiscal de esa provincia. Eso quiere decir que cualquier conflicto institucio­nal que enfrente la República se puede resolver en una cena de Navidad. O podés definir el realineami­ento internacio­nal de la Argentina en el cumpleaños de un primo. No cualquier país se puede dar ese lujo.

Soplan nuevos vientos en la Patria y hay que estar atentos. No sé qué espera APTRA para retirarle el Martín Fierro de Oro a Marcelo Longobardi y entregárse­lo al Gato Sylvestre,

Duggan, Navarro, Bercovich, Llorente o cualquiera de los otros conductore­s de C5N

que tienen una trayectori­a mucho más exitosa. A lo sumo habrá que retocar la estatuilla y dibujarle una barba candado.

No sé si estos párrafos alcanzan para evitar que los jueces, los fiscales y el resto del gobierno se metan con esta página, pero por las dudas vamos a dejar los comentario­s políticos por otra oportunida­d. Mejor hablemos de perros.

¡Dylan! ¡Balcarce! Vengan para acá. ¡¡Sit!! ¿Se conocen? Él es Balcarce, el perro croto de un gobierno finoli… y él es Dylan, el perro finoli de un gobierno de crotos.

Creo que llegó la hora de que trabajen juntos. Vos Balcarce fracasaste. No me mires así. Me pasé cuatro años pidiéndote que convenzas al gobierno de tu Jefe Gato para que convocara a un gran acuerdo político en serio. ¿Te acordás que ibas a constituir la CONOBAL (COmisión de NOtables BAlcarce)? Nuestra Moncloa criolla. No lo hiciste. Te dormiste, Balcarce. Te enseñé que no hay cambios políticos sin acuerdos políticos. Pasaron cuatro años y no pudiste convencerl­os de nada. Sin acuerdos políticos no hay cambios políticos, sin cambios no hay confianza y sin confianza no hay país. ¡No me bajes el hocico, Balcarce! Mirame a los ojos, amargo.

Ahora es tu turno Dylan. Por el momento vas camino al mismo fracaso que Balcarce. Tu Jefe Guitarrist­a de Fogón prometió gobierno de unidad y sin embargo arrancó pidiendo poderes especiales para gobernar solo y hacer lo que se le cante. Ya van siete meses y ni siquiera convocó al famoso Consejo Económico y Social que prometió. Nada. Acordate Dylan, si no hay acuerdos, no habrá confianza. Y sin confianza, agarrate con la postpandem­ia.

Sin embargo, vos Dylan tenés un par de ventajas. Primero, ya entendiste porque fracasó Balcarce y segundo tenés la crisis de la Pandemia.

Ahí está la gran oportunida­d para justificar la convocator­ia a un gobierno de unidad en la emergencia. La coartada perfecta para sacarse de encima el lastre, rajar a los inútiles que son unos cuantos y convocar a los mejores de cada partido.

Y por supuesto desconecta­r el teléfono rojo que comunica con el Instituto Patria.

La única verdad es la realidad decían los caniches del General. Y la realidad es que a la única Patria que favorece el Instituto Patria es a la Patria uruguaya. Se quieren ir todos.

Y no por razones impositiva­s sino por razones institucio­nales. Nadie deja su país para ahorrarse el 2% de ´Bienes Personales, que en realidad es el 1% porque el dólar oficial vale la mitad que el dólar de verdad.

Dylan, si tu guitarrero preferido no se aviva, está frito. Balcarce, vos que tenés más calle estás obligado a ayudarlo. Este fifi es un perro de Puerto Madero. Vos sos de González Catán. Laburen juntos. Van a tener que enredarle la víbora a los tres gobiernos. Al gobierno nacional de Tío Alberto, al gobierno provincial de Kicillof y al gobierno de Sergio Berni.

Todos dependemos de ustedes.

Los argentinos, como tantas veces en la historia, estamos en manos de unos perros. ■

Parrilli fue diputado menemista cuando el menemismo indultó a Videla y a Massera.

Sin acuerdos, no habrá confianza. Y sin confianza, agarrate con la postpandem­ia.

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