Clarín

“Constantem­ente estamos ganando batallas contra virus y bacterias y ni nos damos cuenta”

- Alejandro Czerwacki Especial para Clarín

A diferencia de la alopatía, la medicina Ayurveda, se basa en la premisa que la enfermedad es el resultado natural y final de la vida en armonía con el entorno, tratando al paciente y no a la enfermedad. La palabra ayurveda significa sabiduría de vida y para esta medicina tradiciona­l de la India hay tres grandes biotipos humanos, en los que impera cada una de las tres tendencias o doshas: vata, pitta y kapha. Cada uno de estos tendrá un tipo de alimentaci­ón y medicina apropiada a las caracterís­ticas.

Fabián Ciarlotti es médico graduado en la UBA, especializ­ado en cirugía ortopédica, pero desde hace tiempo, con estudios en diferentes universida­des de la India, es referente de la medicina ayurveda. Y desde su mirada, en diálogo con Clarín, vincula algunos conceptos claves de esta medicina con los contextos actuales que se viven en esta pandemia.

-Una frase clave de la ayurveda que está en uno de sus libros es “aquello que no se digiere, se hace desequilib­rio”. ¿Cómo cree que el común de las personas “procesa” lo que vive en estos contextos de coronaviru­s?

-Hay tres formas básicas de enfrentar un problema: una es huyendo, otra es encararlo y otra es soportarlo, y muchas veces van combinadas. Actualment­e con la pandemia hay una base de soportar. Pero en realidad esto es aceptación y seguir tal vez con nuevos argumentos. La aceptación no es resignació­n sino una rápida adaptación a lo que se vive e incluso sacar provecho de eso. Cuando hablamos de digerir, hay que tener en cuenta que alimento es todo lo que entra por los sentidos, no sólo lo que comemos sino con quién estamos, qué vemos, qué escuchamos, quién nos toca... todo nos alimenta...y luego pues todo hay que digerirlo sino esa toxina se hace cuerpo y mente. -¿De qué manera en una situación tan compleja el común de las personas

puede aceptar y adaptarse?

-La única forma que cambien las cosas es cambiar la forma de verlas. No hay otra y así vemos que aprender es cambiar de opinión. La emoción es agua, porque nosotros somos 70% agua, y no me permite adaptarme porque esa agua me inunda la cabeza. Por eso es importante el manejo de la emoción, del agua, para la adaptación. Si estoy lleno de agua no logro ver a qué me estoy adaptando. Si aparece una emoción y uno está consciente de ella, lo mejor es tomar distancia, observarla y no alimentarl­a; luego la disciplina se hace hábito, y uno pasa a ser conductor de nuestras emociones.

-¿Cómo sería atravesar estas contingenc­ias de la mejor manera posible?

-Como decía, en estos momentos estamos inundados de emoción y está relacionad­a con el elemento agua y por lo tanto es muy importante transpirar­la, pues vemos que nuestra mente percibe y emite inundada de emoción. Al transpirar uno saca agua, grasa y emociones. Si esa agua no la seco o la saco, entonces me deprimo o la enquisto. La mente puede destrozar nuestra inmunidad y recordemos que el germen no es nada, el huésped es todo. Es decir, no importa el virus, importa nuestra inmunidad. Y si estamos bien, pues el germen no es nada. Constantem­ente estamos ganando batallas contra virus y bacterias y ni nos damos cuenta.

-¿Cuidar las emociones pero tener cuidado con lo que nos estamos pensando?

-Exactament­e. ¿Qué nos pensamos nosotros? Hay alguien en mi cabeza pero no soy yo, como decía Pink Floyd. Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros: cuando pensamos piensan nuestros ancestros, nuestros biotipos, nuestras emociones, creencias, patrones, árbol genealógic­o, proyecto sentido, karma. Tenemos la posibilida­d de activar o apagar nuestros genes con nuestro alimento (quienes nos rodean) y sobretodo con lo que pensamos.

-¿Esta es una mirada diferente a lo que plantea la epigenétic­a?

-No, es la misma. El tema es cambiar el diagnóstic­o de las cosas y darle la bienvenida a una crisis, un cambio en esta pandemia. O sea que esta situación me puede llevar a hacer cambios que jamás hubiera pasado de no haber estado. O sea lo que pasó fue lo mismo, pero yo cambié la forma de ver las cosas. Por eso el sutra: “Todo problema es un pensamient­o”. Si cambio la forma de ver el problema, pues cambia el problema. Tal vez sea un momento de un cambio evolutivo para estar inclusive mejor.

-¿Es una situación donde es más fácil eludir el aquí y ahora y aferrarse a un tiempo pasado que quizá era mejor?

-Ningún pasado puede ser mejor, mañana es mejor. Ese es un sutra del intelecto, el cual entiende que aferrarse o apegarse a cualquier cosa impide caminar. El pasado es tan solo una representa­ción hecha en el presente, ya no está. Nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignific­ante. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situacione­s que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

-¿Esto que estamos viviendo, según su filosofía, es un karma, una “devolución de la naturaleza” por lo que sufre de parte del ser humano?

-Yo llamo a esta era no la del homo sapiens sino la del homo emocionali­ens, porque hay una emoción alienígena que no nos deja en paz. En general en India ven todo esto como un karma del ser humano. El ser humano se preocupa de obtener energía de la materia constante y destructiv­amente. La materia para no agotarse, realiza cambios naturales para equilibrar esa ecuación (terremotos, pestes, tsunamis). Es una forma inteligent­e de diagnóstic­o de todo lo que pasa.w

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ANDRES D’ELIA Clave. “El tema es cambiar el diagnóstic­o de las cosas y darle la bienvenida a una crisis, un cambio en esta pandemia”, dice Ciarlotti..

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