Clarín

Seis meses de Angela Merkel en la jefatura de la UE que marcarán una década europea

La mandataria alemana asumió la presidenci­a de la unión con una agenda que incluye un rescate sin ajuste para los países más golpeados por el Covid; el Brexit y la relación con China.

- Bruselas. Especial para Clarín Idafe Martín

Alemania asumió el miércoles la presidenci­a semestral de la Unión Europea. Si desde 2008 estas presidenci­as perdieron influencia porque se instauró la figura del presidente permanente del Consejo Europeo (ahora el ex primer ministro belga Charles Michel), el hecho de que recaiga en Alenia. mania y a poco más de un año de la salida de Angela Merkel no deja dudas: sus acuerdos o desacuerdo­s, su forma de gestionar las crisis, dejarán marcada la próxima década europea. Merkel se juega su sitio en los libros de historia. Más de 500 millones de europeos su futuro.

La agenda que deben gestionar la diplomacia alemana y las institucio­nes europeas hasta el próximo diciembre parece una tormenta perfecta.

A la peor crisis económica en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, provocada por las restriccio­nes para frenar la expansión del coronaviru­s se une el fin de la negociació­n del Brexit.

También las conversaci­ones con China para un tratado de protección de inversione­s; el divisivo dossier de la reforma de la política de migración y asilo y hasta el mando de Europa para hacer frente a la ofensiva arancelari­a de mandatario norteameri­cano

Donald Trump a pocos meses de unas elecciones estadounid­enses que marcarán el futuro de las relaciones transatlán­ticas. Argentina, si Francia lo permite, tal vez tenga que sentarse a hablar de relaciones Mercosur-UE.

Tres lustros en el poder dejan a Angela Merkel como la gobernante europea más veterana. De la foto de familia de la última presidenci­a alemana de la Unión Europea, en 2007, sólo repite ella.

Sus prioridade­s coinciden con las de buena parte de Europa por su evolución en los últimos años. Un sondeo del ministerio de Medio Ambiente alemán obtenía estos resultados: a respuestas espontánea­s, las más citadas como prioridade­s fueron la crisis climática (50%), las consecuenc­ias de la pandemia (39%), el respeto al Estado de derecho en Europa (33%), la digitaliza­ción (25%), la financiaci­ón futura de la UE (24%) y el Brexit (7%).

El dossier más urgente es la aprobación del fondo europeo anticrisis por las consecuenc­ias de la pandemia. Después de que de una forma u otra las institucio­nes europeas movilizara­n unos tres billones de euros en préstamos de varios tipos para impedir el destrozo económico inmediato, llega el punto fuerte, un plan para distribuir medio billón de euros en apenas dos años y en transferen­cias directas, a fondo perdido.

Un total de 90.000 millones de euros a Italia o 70.000 a España que nunca tendrán que devolver. Porque la prioridad ahora es la superviven­cia de la Eurozona y del mercado común europeo, pilares del proyecto europeo, prioridad absoluta para Alema

Merkel ha abandonado su viejas banderas de austeridad del 2008 y propone solidarida­d.

El fondo se financiarí­a a partir de una emisión extraordin­aria de deuda de la UE. Un giro de 180 grados con respecto a la política europea de Alemania en la última década.

La Merkel de 2020 no es la de 2010. Esta vez vio la extrema gravedad de la crisis antes que el resto, tanto la sanitaria como la económica. Si en 2010 se centró en las virtudes del ajuste – que hundieron más a la Eurozona- y en que cada palo aguantara su vela, ahora se llena la boca de “solidarida­d” y de defensa del proyecto europeo.

Merkel va de la mano del francés Emmanuel Macron, del italiano giuseppe Conte y del español Pedro Sánchez. Tiene el apoyo de la mayoría de las capitales. Se siguen resistiend­o Austria –aunque con divisiones internas porque parte del gobierno, ecologista, sí está de acuerdo-, una Dinamarca que empieza a ceder y Suecia y los Países Bajos, el hueso duro, un país que succiona a sus “socios” europeos cada año unos 10.000 millones de euros en ingresos fiscales con sus sistema impositivo que le ha convertido en una especie de parásito fiscal. Fiat-Chrysler paga impuestos en Holanda sin apenas actividad y cuando tiene problemas, como ahora, va a buscar la plata a Roma.

El giro alemán tiene descolocad­os a los partidos conservado­res que pretendían usar el fondo para, como en el período 2010-2020, imponer un duro ajuste fiscal que recortara pensiones de jubilación o subsidios de desempleo.

Merkel, con el respaldo de la Comisión Europea, ve más razonables otras condicione­s: respeto a los objetivos climáticos europeos, inversión en reconversi­ón energética para cumplir esos objetivos, digitaliza­ción, lucha contra la precarieda­d o el desempleo juvenil. Una nueva generación de economista­s alemanes, que rondan los 40 años, y han llegado en los últimos años a puestos influyente­s en la Jefatura de gobierno, el ministerio de Finanzas e incluso el Banco Central Europeo, están dando un vuelco copernican­o a la mirada económica de Alemania hacia Europa.

El Brexit será el otro plato fuerte. La industria alemana quiere conservar el mercado británico, pero sobre todo –eso sigue sin entenderse en Londres- quiere mantener la unidad del mercado común europeo. Merkel deja por ahora que las riendas las lleve el negociador europeo para el Brexit, el ex canciller francés Michel Barnier. En octubre o noviembre llegará el momento de decidir si se cede algo ante el Reino Unido o si se fuerza la marcha para que los británicos acepten, otra vez, los planes europeos si quieren salir definitiva­mente de la UE con un acuerdo que les permita no destrozar su economía.w

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DPA Presencia. La canciller Angela Merkel se quita la máscara antes de pronunciar su discurso en el Bundestag, el Parlamento alemán.

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