El drama de los jugadores del Ascenso que no llegan a fin de mes
Hay deudas incobrables y los contratos se cayeron. El martes quedaron libres más de 1.300 futbolistas.
El martes vencieron 2.100 de los 3.800 contratos de los futbolistas que están registrados en la AFA. Más de 1.300 pertenecen a las categorías del Ascenso: Primera Nacional, Primeras B y C y Torneo Federal A. A ellos debe sumarse un panorama aún más desolador: el de los futbolistas de Primera D donde no hay de dónde tomarse y todo sigue siendo amateur.
“Nosotros nos quedamos afuera siempre”, dice Sebastián Ferrario, volante de Deportivo Paraguayo.
Cuando transcurrían los primeros días de aislamiento y el panorama era más incierto, Ferrario y su compañero Julio Gauna escribieron una carta para visibilizar la realidad de la última categoría del fútbol argentino.
El viático es de 3 mil pesos al mes. No hay obra social, jubilación y ART. Y como no firman contratos, tampoco son respaldados por Futbolistas Argentinos Agremiados. Si no juegan, no cobran. Y desde marzo que no juegan. Vaya a saber hasta cuándo.
Si a nivel nacional se habla tanto de la realidad económica ligada a la sanitaria, en el fútbol la pandemia convive con una esfera más: la deportiva. Ninguna categoría sabe cómo se definirán los ascensos, pero a su vez ya conocen que no habrá descensos.
Esa decisión de la AFA empujó a acelerar plazos dentro de cada club.
Mientras, el salvavidas de Agremiados juega un rol clave. Para los futbolistas será apenas un paliativo, pero para los clubes representa el escenario ideal para sacar los pies del plato. Entre la AFA y el gremio acordaron la creación de un fondo de asistencia para los futbolistas de todas las categorías que se hayan quedado sin club. “Se les garantizará, en el lapso com prendido entre el 1° de julio y el 31 de diciembre de 2020, un máximo de cinco pagos equivalentes cada uno de ellos al básico de convenio de la categoría correspondiente al último club con el que estuvo vinculado el jugador”, se escribió. Si antes de diciembre ese futbolista llega a firmar contrato con otro club, inmediatamente la asistencia se cortará.
“No alcanza para nada”, afirma Sebastián Anchoverri, arquero de San A un jugador de Primera B le corresponde una ayuda de 23 mil pesos por mes, aproximadamente la mitad del salario promedio de la categoría. Anchoverri, que atajó en Primera en Olimpo, no entiende qué sucedió en el medio: lo llamó el entrenador para decirle que quería seguir contando con él en el plantel y un día después leyó en las redes sociales que San Miguel dejaba libre a todos.
“No es raro lo que está pasando, es normal; administrativamente siempre sucede. En junio se cortan muchos contratos. Pero nosotros les garantizamos que van a seguir”, le advierte a Clarín, Marcelo Achile, presidente de Defensores de Belgrano, vice de la AFA y representante de Primera Nacional.
Defensores, escolta de la zona B en la segunda categoría, es uno de los equipos que está expectante para saber cómo y de qué manera se definirán los ascensos a Primera.
En ese escenario el caso paradigmático es el de San Martín de Tucumán, el puntero de la zona B que dejó libre a 18 profesionales y perdió también a su dupla técnica. Al interrumpirse el torneo, la Comisión Directiva considera que el club ya se ganó el derecho a ascender y llevó su reclamo hasta el Tribunal de Arbitraje Deportivo. Para presentarlo debió pagar más de 3 millones de pesos.
Pero San Martín quedó pataleando solo. Los otros 31 equipos salieron a respaldar las decisiones de Chiqui Tapia y esperan saber cuánto tiempo habrá de fútbol para definir de qué manera se pondrán en juego los dos ascensos.
La belleza de lo artesanal choca en tiempos de pandemia con un andamiaje muy frágil. Y deja al desnudo las diferentes clases sociales que conviven en el fútbol argentino.
Hace tres años Ferrario y Gauna, los dos futbolistas que firmaron la carta para reflejar los problemas de la Primera D, jugaban en Atlas y enfrentaron a River por la Copa Argentina. Después del partido hubo una cena de camaradería para ambos planteles. Gauna, fanático de River, fue preparado: compró cuatro camisetas de Atlas para poder intercambiarlas con sus ídolos. Ese día, ese rato, todos se sentaron a la misma mesa.w
La belleza de lo artesanal choca en tiempos de pandemia con un andamiaje muy frágil.