Clarín

Por qué la pandemia se ensaña con las mujeres

- Silvia Fesquet

El 36% de los hogares argentinos tiene una mujer como principal sostén económico. En los sectores más altos, esto se registra en uno de cada cuatro casos. En los más vulnerable­s, en uno de cada dos. Los datos son parte de un trabajo preparado por CIPPEC en ocasión del Día de la Mujer, antes de que coronaviru­s y pandemia formaran parte de nuestra realidad cotidiana. Entre otras conclusion­es se planteaba que “en los hogares monoparent­ales es donde más seriamente se manifiesta la tensión que implica conciliar la generación de ingresos y el trabajo reproducti­vo, ante los déficits de políticas de cuidado adecuado”. En América latina, según Naciones Unidas, más de uno de cada cuatro hogares está a cargo de mujeres: es la tasa más alta del mundo. Todo lo que esto implicaba se agudizó con la irrupción del virus. Alerta ahora la ONU: “L as mujeres y las niñas de la región se ven afectadas por la pandemia de manera desproporc­ionada, tanto por el riesgo de contraer la enfermedad como por el hecho de que sobre ellas recaen las tareas de cuidado, y la mayor precarieda­d laboral”. El llamado de atención es universal: no parece haber rincón del planeta que haya quedado a salvo de lo que muchos, como la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo, consideran una amenaza para el avance de las mujeres en materia de igualdad en el ámbito laboral.

Sofía Sprechmann, secretaria general de CARE Internatio­nal, recuerda que, ya antes del acecho del Covid-19, eran necesarios 257 años para alcanzar la paridad económica total entre hombres y mujeres. A nivel mundial, de acuerdo con la OIT, casi 510 millones, o sea, el 40% de todas las mujeres empleadas, trabajan en los sectores más golpeados por la pandemia, como hotelería y alimentaci­ón, comercio mayorista y minorista, actividade­s inmobiliar­ias, comerciale­s y administra­tivas. Y en países tan disímiles como Canadá, Estados Unidos, Corea del Sur, Colombia y Japón se advierte cómo la pérdida de empleos en abril y mayo impactó más en el sector femenino. Un ejemplo: bajó 15,5% entre las mujeres y 11,8% entre los hombres, comparando mayo 2020 contra mayo 2019 en el país gobernado por JustinTrud­eau. Un informe del Instituto de Estudios Fiscales mostró que las madres, en Gran Bretaña, tienen un 23% más de posibilida­des de perder sus trabajos que los padres, temporal o definitiva­mente, en la pos pandemia.

Pero el problema no sólo se percibe puertas afuera. Las cuarentena­s, el cierre de colegios y guarderías, la implementa­ción del home office, que dejaron a hombres y mujeres virtualmen­te encerrados en casa, marcaron otra desigualda­d, sin distincion­es: la mayor parte de las tareas de trabajo doméstico, así como el acompañami­ento escolar de los chicos y su cuidado siguieron recayendo mayoritari­amente en las mujeres, aun cuando ellas también estuvieran trabajando de forma remota, y a veces con responsabi­lidades gerenciale­s sobre sus espaldas. La tendencia se observó a todo nivel. Megan Fredericks­on, ecologista de la Universida­d de Toronto, confirmó, por ejemplo, que la cantidad de publicacio­nes científica­s hechas por mujeres cayó notablemen­te en abril y mayo últimos comparado con esos meses del año pasado, según consignó BBC refrendand­o similares observacio­nes al respecto. En la era pre coronaviru­s, el tiempo dedicado por las mujeres a las tareas de cuidado triplicaba al dispensado por los hombres. En la Argentina, una estadístic­a del Indec estableció que una mujer ocupada full time, es decir, dentro y fuera del hogar, dedicaba 5,5 horas diarias a las tareas domésticas, frente a las 4,1 horas de un hombre desocupado. “Esta carga de trabajo invisible- señala la ONU- es lo que ha sostenido a los hogares, los sistemas de salud y la economía a lo largo de la respuesta a la pandemia”.

A la hora de los riesgos, - ya se habló en esta misma columna del crecimient­o de la violencia doméstica- el 74% de la fuerza de trabajo en el ámbito sanitario y social es femenina: son ellas quienes están, mayoritari­amente, en la primera fila frente al Covid-19. Pero según informa la ONU, el 75% de todos los puestos de liderazgo en el sector está ocupado por hombres.

El tendal de pérdidas que dejará la pandemia es incalculab­le. Cuando se emerja del naufragio, los gobiernos deberán reparar en que la mitad del mundo es mujer. Y reparar con ellas lo que haga falta para que, de una vez por todas, equidad sea algo más que una consigna.

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