Adiós a Mario Robirosa, un innovador de la participación comunitaria
Sociólogo y arquitecto, fue un revolucionario de la planificación con compromiso social y consulta a los usuarios.
Revolucionario, cuidadoso, bellísima persona, esos son los primeros calificativos que aparecen cuando se pregunta por el arquitecto Mario Robirosa, fallecido el sábado 4 de julio. Arquitecto de la UBA, sociólogo por la Sorbona de París y con cursos de posgrado en Cornell, EE.UU, Robirosa es considerado un revolucionario en la especialización que abrazó desde sus dos carreras y múltiples intereses: el planeamiento.
Hermano de la artista plástica Josefina Robirosa, él mismo fue un enamorado del arte, su colección cuenta con obras de Pablo Suárez Marcia Schvartz, Yuyo Noé, Jorge Macchi, Luis Wells, Jorge Gorriarena, Ana Eckell, Marta Minujín, y Hernán Dompé entre otros. Hace dos años, junto a su socio Alberto Elía, donaron al Museo de Bellas Artes sus 85 obras enfocadas en la producción de los años 80 y 90,
El mayor legado del arquitecto y sociólogo está en los métodos participativos en la planificación social. “Mario fue director del curso superior Planificación Urbana y Regional (Procur) en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FADU) de la UBA cuando volvió la democracia”, señala el planificador David Kullock, su colega y continuador en el cargo. “Él lo convirtió en un posgrado y lo abrió a cualquier carrera, no solo a los arquitectos. Aparecieron sociólogos, economistas, abogados e ingenieros, no solo entre los alumnos, también entre los profesores”, agrega.
Robirosa es considerado un innovador porque cambió el lugar que el profesional tenía en la planificación. “Cuando Mario llegó a la facultad -señala el urbanista Eduardo Resse- el profesional era un técnico que construía ideas; de alguna manera, un príncipe con la autoridad divina de encarar un plan urbano o socio territorial. Para Mario, el técnico debía ser parte del proceso político, no un iluminado que estaba fuera del problema, sino una parte del problema”.
El arquitecto y, también, sociólogo Félix Bombarolo, titular de la cátedra de Planificación y gestión participativa que creó Robirosa, afirma que su mentor acabó con el planificador de escritorio, la vedette, creando un sistema que se abre la participación de la gente. “Dejo atrás el modelo del urbanista mesiánico que podría diseñar ciudades como Brasilia sin consultar a nadie”, explica. Robirosa planteaba que los procesos de planificación debían ser participativos y, para eso, tenía toda una metodología que desarrolló durante años. Pero no se trataba de escuchar a los “beneficiarios” de un plan, sino de establecer un intercambio que ayudara a la construcción colectiva de ese plan.
En su Metodología de gestión social planificada, capítulo de su libro cumbre “Turbulencia y planificación social”, el arquitecto plantea que todo proyecto social es un ámbito de aprendizaje para todos los actores. Por si quedaban dudas, Robirosa planteaba que los procesos participativos eran muy distinto al de las ciencias duras. “Acá no tenés nada controlado, todo se discute, todo se hace político”, decía.
Su libro más extraordinario, “Turbulencia...”, fue editado por la Unicef para documentar la metodología que desarrolló en Flacso durante años. “Hoy parece normal, pero en los 80, en Argentina todavía el técnico hacía partes del plan y lo ponía a consideración de los involucrados, escuchaba, interpretaba los que le parecía y avanzaba”, explica Reese para destacar la diferencia que existe con “construir” un proyecto con la comunidad. “La comunidad no solo opina, el técnico construye con la comunidad, articula saberes muy distintos, la gente participa en serio”, agrega Reese. A principios de los 80, Robirosa trajo una crítica brutal a la forma en que interactuaban política, sociedad y comunidad en el país.
La gran especialidad de Robirosa era la planificación participativa en proyectos para poblaciones con déficit de todo tipo. Para él era imprescindible producir cambios sociales y, para eso, se necesitaba identificar y gestionar proyectos en medio de lo que llamaba “la turbulencia” sin perder la direccionalidad. Para la planificación clásica, el contexto era un dato estable, inmutable, para Robirosa, el contexto es siempre cambiante y, por ende, poco predecible. “Contribuir a una recuperación sociopolítica de nuestras sociedades con proyectos y organizaciones requiere de estrategias apropiadas y sujetos sociales comprometidos y adecuadamente formados”, aseguraba. ■