Clarín

La muerte de Gutiérrez, la corrupción y la crisis

- Pablo Vaca

Discutida por algunos, la relación entre pobreza y corrupción parece obscena y obvia si se comparan los 10 países menos corruptos (según el índice que desde 1995 elabora Transparen­cia Internacio­nal) con los 10 países de mayor desarrollo humano (realizado por las Naciones Unidas). En el primer caso figuran Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia, Suiza, Singapur, Noruega, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania. En el segundo, Noruega, Suiza, Australia, Irlanda, Alemania, Islandia, Hong Kong, Suecia, Singapur y Países Bajos. Dicho de otra manera, los países donde mejor se vive son, no casualment­e, aquellos donde hay menos corrupción. La correspond­encia entre “país rico” y “sociedad honesta” es evidente. Argentina aparece en el puesto 69 de corrupción y en el 45 de desarrollo humano, en ambos casos sobre un total de 180 países. Un puntaje relativame­nte mediocre. Y todo invita a pensar que se nos complicará mejorar esos indicadore­s.

Basta mirar la mayor causa por corrupción de la historia, la de los Cuadernos de las Coimas, había caído prácticame­nte en el olvido hasta que el asesinato de Fabián Gutiérrez este fin de semana en El Calafate la trajo de nuevo a los títulos. El ex secretario de Cristina Kirchner, a quien también habían investigad­o por enriquecer­se mucho y rápido, y cuya ostentació­n tal vez haya sido lo que despertó la codicia de sus homicidas, había detallado en ese expediente el movimiento de bolsos con plata ilegal y apuntado al otro secretario del matrimonio K, Daniel Muñoz, fallecido en 2016, quien llegó a comprar propiedade­s en el exterior por más de 70 millones de dólares.

Para quienes habían logrado olvidarla, la causa, iniciada el 1 de agosto de 2018 tras una investigac­ión comenzada por periodista­s de La Nación, ocupó durante meses la atención nacional. A cargo del fallecido juez Claudio Bonadio y el fiscal Claudio Stornelli, reveló el mecanismo por el cual decenas de los más importante­s empresario­s del país habían pagado millones y miEn llones en coimas a un grupo de funcionari­os cuya organizado­ra, para la instrucció­n judicial, era la entonces Presidenta. La actual Vice terminó procesada como jefa de la asociación ilícita y coautora de 27 hechos de “cohecho pasivo”. Las confesione­s de unos y otros se amontonaro­n. Las detencione­s y allanamien­tos se multiplica­ron. Fue la más contundent­e exhibición de cómo funcionaba la corrupción en la Argentina.

El expediente está ahora en el Tribunal Oral Federal N° 7, integrado por los jueces Enrique Méndez Signori, Fernando Canero y Germán Andrés Castelli. La fiscal federal Fabiana León tiene a su cargo la acusación. Aún no se estableció una fecha de inicio del juicio oral y público. verdad, nadie se anima a apostar que la fecha se establezca dentro de un plazo razonable (siendo razonable el equivalent­e al tiempo que el Frente de Todos esté en el poder). Pasaron dos años. Y no pasó nada.

La de los Cuadernos es sólo una de las causas impunes de la corrupción K, la más “grosera” en algún sentido. En el mismo limbo están también, por ejemplo, las de Hotesur y Los Sauces, dos causas unificadas por su similitud, donde se acusa a Cristina y sus hijos Máximo y Florencia, entre otros, por lavar dinero con sus hoteles y propiedade­s en el Sur.

La corrupción impune y por ende endémica es la razón más ninguneada de la debacle económica criolla, que se completa con otros males archiconoc­idos: inflación, déficit fiscal, deuda impagable y varios etcéteras.

Cuando uno no tiene ahorros ni posibilida­d de sacar un crédito, como es el caso de la Argentina, casi lo único que queda para levantar el muerto es convencer a alguien de que invierta en nuestro negocio. Ahora, ¿quién pondría plata en una empresa en la que miembros de su staff están acusados de haberse robado parte de los ingresos?w

La causa de los Cuadernos fue la más contundent­e exhibición de la corrupción K.

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