Ennio Morricone La música del cine
Autor de la banda sonora de más de 500 películas y clásicos inolvidables, murió a los 91 en Roma.
A los 91 años, murió Ennio Morricone, el notable compositor italiano que fue elegido por grandes directores de cine, que recibió dos premios Oscar y que, en definitiva, se metió en la historia del cine mundial.
El autor de más de 500 obras había sufrido una fractura de fémur, tras una caída en su casa. Y en los primeros minutos de ayer falleció en la clínica Campuos Biomedico, de Roma, “con el consuelo de la fe”, según una nota de allegados difundida por la prensa italiana. Sus restos serán despedidos en una ceremonia privada, anunció su familia.
Si uno lee que este hombre compuso la banda sonora de más de 500 películas, ya tiene motivos para asombrarse. Pero, si además, entre ellas están algunas (muchas) películas que ingresaron a la categoría de obras maestras o de grandes clásicos, la admiración crece. Y éste fue Ennio Morricone, a quien habían nominado cinco veces al Oscar, pero recién tuvo la satisfacción de recibirlo en condición de honorífico en 2007 “por su dilatada carrera”. Hasta que en 2016, a los 87 años, llegó el reconocimiento total, cuando su banda sonora para
Los ocho más odiados, de Quentin Tarantino , se llevó la codiciada estatuilla, que le entregó Quincy Jones.
Un hombre que fue elegido por Tarantino y Almodóvar (Atame), Pasolini (Teorema, Saló) y Terence Malick
(Días de gloria), y otros grandes directores del último medio siglo, ya puede considerarse como uno de los más notables compositores de música para cine en la historia. “Morricone es el creador de varios de los verdaderos himnos italianos”, lo elogió Bernardo Bertolucci, después de contar con su música para una de sus obras cumbres, ese “fresco” del siglo XX que se llamó Novecento.
La afición de Morricone por la música, y específicamente por la trompeta, llegó de muy chico. Su propio padre era trompetista. Vivían en el Trastevere, en Roma, donde Ennio -el mayor de cinco hermanos- había nacido en 1928. Una curiosidad: uno de sus compañeros de la escuela Saint Juan Baptiste de la Salle era Sergio Leone, el luego famoso director de cine italiano, con quien colaboraría intensamente. Morricone cursó sus estudios musicales en la prestigiosa Santa Cecilia y luego integró la orquesta de la institución. Llegó a integrar una formación con su padre y tocaban en hoteles de Roma y vecindades para las tropas italianas, sobre el fin de la Segunda Guerra Mundial.
También muy joven, se inició en la composición, en un principio para la música vocal y de cámara. De aquella producción “clásica” se recuerdan sus piezas corales, liedes y cámara, tras completar su formación de compositor con Goffredo Petrassi. En 1955 comenzó con arreglos musicales para películas y con trabajos en la RAI. Y un episodio importante en su formación fue el seminario al que asistió en Darmstadt: lo impartió John Cage. Morricone estaba destinado a convertirse en uno de los compositores italianos de vanguardia (como Luciano Berio).
Tres años más tarde, los servicios de Morricone eran requeridos por Sergio Leone y Bernardo Bertolucci, Pier Paolo Pasolini y Gillo Pontecorvo. Y la popularidad le llegó con una pegadiza melodía de Por un puñado de dólares (de Leone), con quien también se destacó en Lo bueno, lo malo y lo feo (1966). Morricone realmente apreciaba a su amigo, a quien calificó como “un cineasta total”. Con Pasolini trabajó para la provocativa Saló,
o los 120 días de Sodoma, que se estrenó en el Festival de París pocos días después del crimen del director.
Sobre una de sus composiciones más logradas -la música para Cinema Paradiso- opinó que “da la emoción que debe dar, no es neutral. No puedo decir que sea la más importante, pero es cierto que ha funcionado mejor que en otras películas”.
Otra de sus reflexiones memorables: “Si una película requiere música nostálgica, la compongo. Si necesita música dramática, también. La música del cine no pertenece al compositor, pertenece a la película. Si hay algo del compositor, suele ser algo personal, íntimo. Pero lo que prima es la necesidad de la historia que cuenta la película”.