Pese al récord de muertes en un día, la tasa de letalidad cayó a menos del 2%
El indicador tuvo un muy marcado descenso en los últimos dos meses y anteayer alcanzó un nuevo piso.
Hasta que se demuestre lo contrario, la única verdad es la realidad. Y la realidad irrefutable en la pandemia de coronavirus son los muertos. Contagiados, no se sabe a ciencia cierta
cuántos hay. El subregistro es constante. Por eso resulta relevante que, con la actual cantidad de decesos y de casos registrados que siempre subestima la “verdad”, la Argentina se encuentre en su mejor momento: la tasa de muertos llegó el domingo al
1,94%. Esto significa que de cada 100 personas que contraen el virus, menos de dos mueren. O que por cada 10 mil infectados, hay 194 muertos.
Fue un piso récord para el país. Nunca antes, desde que arrancó la cuarentena el 20 de marzo, se había alcanzado una tasa tan baja de letalidad. De hecho, en aquel momento la proporción de muertos era del 2,22% y comenzó a subir hasta llegar al 5,36% el 4 de mayo. Luego dio inicio la etapa descendente, sobrepasada ya la marca de las 1.500 muertes. Ayer, con el récord de 75 muertes en un día, el índice subió a 1,96%.
La tasa de letalidad ha bajado al punto de haber superado a países de la región que hasta hace poco mostraban una mejor performance que la Argentina, como Chile y Uruguay. Chile tiene actualmente una tasa de 2,13% (con 6.308 decesos), mientras Uruguay, del 2,93%, claro que con apenas 28 muertes sobre 955 casos. El único país del continente que muestra una mejor relación que Argentina entre casos registrados y muertes es Paraguay, con 0,82%.
Este relevamiento da cuenta de la película de la pandemia local desde su inicio, aunque las fotos de los últimos días hayan mostrado un incremento de las muertes, con cifras diarias que superaron los 40, 50 y hasta 70 decesos. Ese crecimiento, sin embargo, por ahora corre detrás del incremento de casos positivos, algo que no es definitivo: bien podría cambiar en algunas semanas.
Puede pasar que, cuarentena dura mediante, se logre ralentizar la curva de contagios y la de muertos continúe en ascenso por el arrastre de los casos previos. Pero ese no sería el peor escenario, sino que los hospitales no puedan contener el pico de enfermos, con obvias derivaciones en una mayor cantidad de muertes.
Lo que se puede afirmar con los datos disponibles es que, a diferencia de lo que ocurrió en otros países, el incremento de casos registrados aquí no tuvo hasta ahora un correlato equivalente en la curva de muertes.
Para muestra basta mirar a Suecia o a Chile, dos países con la cuarta parte y la mitad de habitantes que la Argentina, respectivamente, y que sin embargo muestran cantidades de infectados casi iguales o muy superiores, y números de muertes que llegan a cuadruplicar el local.
Un caso emblemático es Suecia,
protagonista del entredicho "diplomático" disparado por las filminas del presidente Alberto Fernández en mayo. Hoy ese país registra menos infectados que Argentina (73.061 contra 80.447), pero la diferencia de muertos y la tasa de letalidad es abrumadora: 5.433 y 7,44%.
Las peores tasas de letalidad de América, al revés de lo que podría suponerse, no las tienen los países con líderes anticuarentena, Estados Unidos y Brasil. Sus índices se ubican algo por encima del 4%. Claro que los números absolutos dan cuenta de la masacre: 132.843 y 65.487, respectivamente. Las peores tasas de muerte, sin embargo, hoy las registran México, Canadá y Ecuador, con promedios de 12, 8,22 y 7,8 respectivamente.
Los muertos son consecuencia, en primer lugar, de las condiciones sanitarias previas de cada Estado para enfrentar la pandemia y atender a sus enfermos. Luego -cuando la pandemia avanza-, pasa a ser clave el nivel de saturación de las terapias intensivas y la posibilidad de dar respuesta en el peor momento. En el medio está el tiempo que cada país puede ganar para afinar la puntería en los tratamientos contra el Covid.
De ahí que la actual tasa de letalidad argentina, aunque esté entre las más bajas del mundo (el promedio global es de 4,61%), es aún un índice precario en función de la gran incógnita: qué ocurrirá a medida que el país se acerque al pico de casos y la cuarentena se vuelva cada vez más difícil de sostener. Nadie asegura que las bondades estadísticas de hoy no sean la calma que preceda al huracán.
En esta carrera hay un dato alentador y otro preocupante: el alentador es que la tasa de pacientes recuperados con respecto al total de casos se ubica en el 36%, el mejor número histórico; el preocupante, que la ocupación de las terapias intensivas del AMBA no para de crecer y ahora está en el 58,8%, con picos en algunos hospitales del Conurbano que superan el 75%. Es ese el dato a seguir ahora. De cómo vaya variando podría depender que la pandemia tenga un final “feliz” o uno amargo. ■