Clarín

El ex secretario K quería que se iniciara el juicio de los Cuadernos

No descartaba declarar en el juicio. Había vuelto a El Calafate para pasar la cuarentena. Las causas en su contra.

- Lucía Salinas lsalinas@clarin.com

Entre Buenos Aires y Santa Cruz, como aquella rutina que realizaba cuando trabajaba para Néstor y Cristina Kirchner, Fabián Gutiérrez pasó las últimas semanas de su vida. En Buenos Aires, sus últimas consultas fueron sobre la causa de los cuadernos de las coimas, donde en septiembre de 2018 se convirtió en imputado colaborado­r aportando datos contra Cristina Kirchner. El ex secretario privado de la actual vicepresid­enta quería que se realice el juicio oral, y concluir con ese proceso. No descartaba declarar. Luego, recorrió por tierra los casi 3.000 kilómetros que separan la Capital Federal de El Calafate, donde había decidido cumplir la cuarentena. Allí fue asesinado.

Gutiérrez viajaba constantem­ente por los negocios que había emprendido con un conjunto de empresas, las mismas que investiga la justicia federal por presunto lavado de activos. Vivía más en Buenos Aires que en su provincia, pero cuando iniciaba el aislamient­o preventivo, social y obligatori­o decidió cumplirlo en Santa Cruz junto a su familia. Apenas se habilitó la circulació­n interna, regresó al sur en un vehículo particular.

Entre las últimas cosas que le contó a una de las personas de su mayor confianza en Buenos Aires, Gutiérrez relató que estaba haciendo ejercicio para bajar un poco más de peso,y que sus últimos chequeos médicos mostraban mejoras en sus valores clínicos. "Estaba bien de ánimo, más tranquilo que en otros tiempos", contó su confidente.

Cuando en 2010 renunció a la Secretaría General de la Presidenci­a como secretario de la presidenta y se alejó de la Casa Rosada, Gutiérrez eligió radicarse en El Calafate. Allí llevó adelante varios emprendimi­entos comerciale­s, a los que dedicó su tiempo hasta que en 2018 volvió a aparecer en la escena pública: José López, ex secretario de Obras Públicas del kirchneris­mo, lo señaló como quien le dio la orden para mover los bolsos con 9 millones de dólares que intentó esconder en el convento de General Rodríguez.

Era el principio de los problemas judiciales. En septiembre de ese año, el ex funcionari­o de íntima confianza de los Kirchner quedó detenido por orden del juez Claudio Bonadio, y entonces pidió convertirs­e en arrepentid­o en la causa de los cuadernos. En su confesión, habló del traslado de bolsos con dinero desde Buenos Aires a Santa Cruz bajo la custodia del ex secretario de Kirchner, Daniel Muñoz. Terminó procesado por encubrimie­nto. Ya había perdido el bajo perfil que siempre quiso mantener.

En estos últimos meses, le preguntaba una y otra vez a su abogado penalista, Martín Magram "cuándo va a empezar el juicio". La causa cuadernos -en la que también se ordenó la inhibición general de sus bienes- fue elevada juicio oral a finales del año pasado. Gutiérrez quería que ese proceso concluya, "que se realice el juicio y se resuelva todo", explicó a Clarín su asesor letrado. Lo que le daba tranquilid­ad es que su calificaci­ón legal "era menor a la del procesamie­nto inicial" dispuesto por Bonadio porque la Cámara Federal porteña la había bajado al revisar el caso.

La situación financiera no era de sus mayores preocupaci­ones. Si bien tenía sus bienes inhibidos y pesaban embargos sobre él, sus empresas estaban en marcha. Su patrimonio seguía bajo la lupa de la justicia. La Unidad de Informació­n Financiera (UIF) había denunciado en 2018 que sus bienes se incrementa­ron quince veces en ocho años.

Pero la consulta de Gutiérrez no tenía respuesta: la pandemia por el Covid19 modificó la agenda judicial en Comodoro Py, aunque el Tribunal asignado estaba resolviend­o varias de las cuestiones planteadas por muchos defensores.

"De buen humor", como lo describen quienes lo trataron en los últimos días, su vida era bastante rutinaria el último tiempo. Hacía pocas cosas, y como muchos otros en este 2020, sus negocios ya no marchaban del todo bien. Aunque la justicia sospechaba de sus movimiento­s de dinero, él sostenía que las empresas no eran exitosas. Para la UIF, esas eran sólo excusas.

La última semana se había mudado a una de sus casas en El Calafate. Es la misma vivienda donde fue asesinado.w

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Otros tiempos. Fabián Gutiérrez en El Calafate cuando era secretario privado de Cristina Fernández.

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