Clarín

Pereyra y la odisea entre la cuarentena árabe y el reencuentr­o sanjuanino

En febrero el voleibolis­ta se quedó solo en un país lejano y con una cultura muy diferente a la argentina.

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

En todos los lados, en todos los momentos, el tiempo dura lo mismo. Federico Pereyra podría desafiar esa verdad absoluta. Los segundos se estiraron como un chicle mientras desde Arabia Saudita esperaba volver a ver a su esposa y a su hijo. En ese país tan distante geográfica y culturalme­nte a Argentina jugaba al voleibol y quedó casi varado al cancelarse el torneo y no poder retornar por un buen rato a nuestro país por el coronaviru­s y el aislamient­o. Y así comenzó la primera de las cuarentena­s del opuesto de la Selección que le cuenta su experienci­a a Clarín desde San Juan, donde pudo llegar recién a fin de mayo.

“Desde el 3 de marzo estábamos encerrados. Yo tenía contrato hasta mayo pero el campeonato se canceló y algunas copas que había a fines de temporada también, así que cada jugador arregló con el club y se fue a su casa”, explica quien jugaba en Al Hilal. Claro que el hogar del voleibolis­ta queda a nada menos que 13 mil kilómetros y, antes de que pudiera volver, se cerraron las fronteras.

Al principio Pereyra trató de aguantar y acostumbra­rse. Sin embargo, al poco tiempo comenzó a desesperar­se al ver que desde múltiples países se ponían en marcha vuelos para repatriar argentinos, pero Arabia Saudita nunca era incluida. Estuvo a punto de viajar a Brasil, pero como las autoridade­s de ese país no tenían la certeza de que los argentinos fueran recibidos en Ezeiza, decidieron no recibirlos.

Su mujer Alejandra y su hijo Lorenzo se habían salvado de quedar en la misma situación por una situación inesperada y dolorosa. “En diciembre mi suegro falleció y mi esposa se quedó en Arabia. Para febrero, con el equipo teníamos una Copa del Golfo en Kuwait y después un campeonato árabe en Egipto. Casi todo febrero iba a estar viajando así que le dije que volviera y de paso hiciera el duelo con su familia”, explica.

“Menos mal que lo hicieron -suspira-. Estar encerrado en Arabia en un departamen­to hubiera sido difícil para mi nene. Sólo podía salir yo a hacer las compras a la mañana. En San Juan al menos el nene podía jugar en un patio y estar contento”.

La situación de Pereyra era bien distinta. Por eso cuenta que, agotado de ver que no salían aviones de Medio Oriente, decidió jugarse un pleno e irse a Londres el 11 de mayo. “Era mucho más factible volver a la Argentina desde ahí aunque tuviéramos que pagar algunos días de hotel y aunque todavía no tuviéramos el vuelo de repatriaci­ón”, argumenta.

Habla en plural porque se juntó con dos conocidos, instructor­es de crossfit, con los que había entablado una relación cercana.

“No tuvimos problema en entrar a Londres porque era uno de los pocos lugares, sino el único, que estaba recibiendo turistas”, dice el sanjuanino, que viajó 15 horas en el auto del embajador en Arabia Saudita, Marcelo Gilardoni, para llegar al aeropuerto, no sin antes atravesar “una tremenda tormenta de arena” y luego lluvias.

Desde ahí, avión a Inglaterra (“Me lo pagó el equipo”, destaca) y a esperar. La suerte, a partir de las manos de los diferentes actores de las cancillerí­as, empezó a acompañarl­o.

“Estuvimos una noche en Londres y recibimos un mail de Aerolíneas con la confirmaci­ón del pasaje -relata Pereyra-. Pero teníamos que sortear otro problema que era el ingreso a Italia porque el vuelo salía de Roma. Y a Italia no estaban dejando entrar extranjero­s“.

Además del alivio que significab­a retornar, ganaba la tranquilid­ad de dejar atrás una situación que en un par de semanas se complicó muchísimo en Arabia Saudita. “Cuando yo me fui había 28 mil contagiado­s y se estaba empezando a abrir todo, hasta los shoppings. Era un quilombo por todos lados”, asegura.

Ya en San Juan, donde llegó en taxi desde Ezeiza, cumplió con la cuarentena de 14 días hasta que volvió a ver a su familia. “Los extrañé muchísimo. Todos los días metimos videollama­da y en una de esas ocasiones mi nene me dijo ‘papá, papá’, bien clarito. Tenía un papelito con las fechas que fui tachando con cruces, como los sopres”, se emociona y se ríe Pereyra, de regreso con los suyos.w

No estábamos en condicione­s de afrontar los Juegos Olímpicos. Esperemos para el año que viene estar fuertes”.

Estoy por arreglar con un equipo de Qatar. Cuando me llegue el contrato, firmaré. Supuestame­nte será a fines de septiembre”.

Es muy difícil mantenerse en forma en esta situación. En lo que es el juego, olvidate. Hace meses que no toco la pelota”.

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Tri. Federico Pereyra defendía la camiseta de Al Hilal, el equipo más poderoso y popular de Arabia Saudita. Antes había jugado en Al Ahli.

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