Los cortes de pelo, sí o sí sacando turno y en salones semivacíos
Ir a la peluquería es mucho más que cortarse el pelo. Aunque –de aprobarse el plan que el Gobierno porteño está evaluando - pasará a ser una experiencia más sanitaria y menos social que lo acostumbrado. No habrá revistas, nadie nos ofrecerá "un cortadito", y en algunos casos no tendremos ningún otro cliente con quien charlar.
Consultadas por Clarín, fuentes del Gobierno de la Ciudad explican que las peluquerías van a estar incluidas en la etapa posterior a la de la apertura de los comercios no esenciales. Los voceros oficiales prefieren no aventurar fechas. Eso sí: confirman que están trabajando en los protocolos. Es un borrador, que tendrá que ser aprobado por el Ministerio de Salud
porteño y por el nacional.
Ese plan indica que los clientes deberán ir con turno. No pueden ir acompañados. Y en los momentos de mayor afluencia los peluqueros tendrán que disminuir el tiempo de atención. Ya sea un salón grande o una peluquería de barrio, ambos estarán obligados a mantener una capacidad máxima. Sólo estará permitida una persona cada 15 metros cuadrados. Lo que significa que, algunos locales chicos, atenderán solo a un cliente por vez. Además, en la zona de piletas para el lavado de las cabezas, entre cada una debe haber 1,5 metros de distancia.
Según prevén, se deberá usar tapabocas o máscara de protección en el salón. Si el cliente no lo tiene, el local tendrá que facilitarlo. Además, al entrar, habrá que lavarse las manos o higienizarse con alcohol en gel. No se podrán ofrecer snacks, caramelos, ni café. Sólo agua, que tendrá que servirse en un vaso individual descartable. Y habrá que desinfectar varias veces el surtidor. Tampoco se pueden compartir revistas ni catálogos.
Cada empleado deberá, al llegar al local, ponerse una bata o uniforme.
Tendrá que lavarse las manos antes de aplicar productos como shampoo, mascarillas o geles. No podrá compartir materiales, como tijeras.
Las batas, protectores de cuello y las toallas que usen para los clientes deberán ser, en lo posible, desechables o estar recién lavados a entre 60 y 90°C. Hay que evitar sacudir las toallas. Y, después de usarlas, lavarlas. Al abonar, sugieren usar medios de pago electrónicos en vez del efectivo.
Quien presentó esto, a través de un infectólogo, fue la Confederación General de Peluqueros y Peinadores. Su titular, Miguel Ligori, dice a Clarín que en varias provincias la actividad ya volvió de esa forma.“Estamos preparados para abrir”, dice, consciente de que así los locales tendrán un 70% menos clientes. Y el gasto en insumos será un 60% mayor por las compras de material descartable, barbijos y desinfectantes. Por eso, pidieron al gobierno un alivio impositivo.
En el Área Metropolitana hay unas 10 mil peluquerías. El 18% de los argentinos -según una encuesta de Adecco- las mencionó entre los comercios y lugares que más extrañan en esta cuarentena. ■