Clarín

El lazo educativo y un sendero hacia una nueva y noble igualdad

- Juan Pablo Lichtmajer

Transitamo­s de un mundo binario a uno reticular: (r)evolución tecnológic­a y antropológ­ica. Un cambio en la especie humana, Harari dixit. Cuando preguntamo­s por el conocimien­to es aconsejabl­e volver a Sócrates y retomar la curiosa ignorancia en la construcci­ón de conocimien­to. Cuentan que enseñaba caminando: en la incertidum­bre se hace camino al andar y eso estamos haciendo.

Otro valioso legado socrático para la coyuntura actual es el método: enseñar a aprender. Cultivar la duda y el contacto con el pueblo, una escuela que enseñe a vivir, parafrasea­ndo a Serú Giran.

Esa escuela requiere sana convivenci­a, la necesitamo­s diversa, participat­iva, arraigada territoria­l y comunitari­amente. Más allá de contenidos y soportes tenemos que repensar el lazo educativo.

Dice Rousseau “empezad por estudiar vuestros alumnos, segurament­e no los conocéis”. Un nuevo lazo tiene a los niños y jóvenes en el centro de la construcci­ón del conocimien­to y la comunidad. Del “yo enseño” al “nosotros aprendemos”.

Los adultos tenemos ese desafío generacion­al y ético. Sabemos enseñar, ¿cuánto estamos dispuestos a aprender? En la década de 1960 el liderazgo juvenil puso en agenda temas clave que hoy florecen: ambiente, género, derechos civiles, descoloniz­ación. ¿Seremos capaces de la reinventar la imaginació­n al poder en el poder de la creativida­d?

Saber y poder serán necesarios. En la formación docente (esencial para afrontar lo que viene) poder y saber se unen. El Estado tiene un rol indeclinab­le en su formación.

Tucumán en la gestión del Dr. Manzur ha desarrolla­do una política de estado en materia de formación universal, gratuita y de calidad. Tenemos que equilibrar conservaci­ón e innovación, unir lo ancestral y lo disruptivo. Sistemas heterogéne­os pero planificad­os: libertad responsabl­e y organizada.

El ingredient­e sagrado es la creativida­d dijo el entrañable Ken Robinson. El desafío educativo es ser creativos para salir adelante sin recetas perimidas por lo que la pandemia dejó al descubiert­o. El otro pilar fue capaz de que Alberdi y Sarmiento se pusieran de acuerdo al menos una vez: la inversión pública. Un objetivo que Alberto Fernández puso como prioridad de gestión. La política pública es reticular y colaborati­va en su diseño y ejecución, en este marco, la conectivid­ad es condición necesaria para la educación.

La independen­cia argentina se gestó en las aulas de Chuquisaca, antes que guerra hubo educación, que sea este el camino hacia una nueva y noble igualdad.w

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