El lazo educativo y un sendero hacia una nueva y noble igualdad
Transitamos de un mundo binario a uno reticular: (r)evolución tecnológica y antropológica. Un cambio en la especie humana, Harari dixit. Cuando preguntamos por el conocimiento es aconsejable volver a Sócrates y retomar la curiosa ignorancia en la construcción de conocimiento. Cuentan que enseñaba caminando: en la incertidumbre se hace camino al andar y eso estamos haciendo.
Otro valioso legado socrático para la coyuntura actual es el método: enseñar a aprender. Cultivar la duda y el contacto con el pueblo, una escuela que enseñe a vivir, parafraseando a Serú Giran.
Esa escuela requiere sana convivencia, la necesitamos diversa, participativa, arraigada territorial y comunitariamente. Más allá de contenidos y soportes tenemos que repensar el lazo educativo.
Dice Rousseau “empezad por estudiar vuestros alumnos, seguramente no los conocéis”. Un nuevo lazo tiene a los niños y jóvenes en el centro de la construcción del conocimiento y la comunidad. Del “yo enseño” al “nosotros aprendemos”.
Los adultos tenemos ese desafío generacional y ético. Sabemos enseñar, ¿cuánto estamos dispuestos a aprender? En la década de 1960 el liderazgo juvenil puso en agenda temas clave que hoy florecen: ambiente, género, derechos civiles, descolonización. ¿Seremos capaces de la reinventar la imaginación al poder en el poder de la creatividad?
Saber y poder serán necesarios. En la formación docente (esencial para afrontar lo que viene) poder y saber se unen. El Estado tiene un rol indeclinable en su formación.
Tucumán en la gestión del Dr. Manzur ha desarrollado una política de estado en materia de formación universal, gratuita y de calidad. Tenemos que equilibrar conservación e innovación, unir lo ancestral y lo disruptivo. Sistemas heterogéneos pero planificados: libertad responsable y organizada.
El ingrediente sagrado es la creatividad dijo el entrañable Ken Robinson. El desafío educativo es ser creativos para salir adelante sin recetas perimidas por lo que la pandemia dejó al descubierto. El otro pilar fue capaz de que Alberdi y Sarmiento se pusieran de acuerdo al menos una vez: la inversión pública. Un objetivo que Alberto Fernández puso como prioridad de gestión. La política pública es reticular y colaborativa en su diseño y ejecución, en este marco, la conectividad es condición necesaria para la educación.
La independencia argentina se gestó en las aulas de Chuquisaca, antes que guerra hubo educación, que sea este el camino hacia una nueva y noble igualdad.w