Clarín

Lo que hoy está faltando es aula

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

El Gobierno porteño tuvo la habilidad de poner en discusión la posibilida­d de dar clases presencial­es en espacios abiertos. No es nada nuevo: en la Europa de principios de siglo XX se multiplica­ron las “escuelas a cielo abierto”, como una reacción a la pandemia de tuberculos­is. Hay imágenes que muestran cómo eran: se pueden ver a los alumnos en aulas sin techo y al aire libre. El fenómeno siguió, aunque bajo distintas formas, por unas décadas, y fueron desapareci­endo a medida que avanzaron los tratamient­os contra la enfermedad y se difundía la vacuna BCG.

“Las plazas no son escuelas” contestaro­n algunos gremios docentes. Y afirmaron que ahora, con tecnología, no es necesario recurrir a soluciones de hace un siglo. Pero más allá de la “grieta” y la oportunida­d de sacar ventaja política -de uno y otro lado-, viene bien reflexiona­r acerca del aula como espacio de encuentro educativo. En los últimos meses quedó claro que, más allá de lo que propongan ciertos gurúes de la tecnología, el aula no puede quedar reducido a una habitación, o al comedor de una casa o departamen­to. Y mucho menos cuando se trata de los alumnos más chicos, con menos autonomía. La presencia humana del maestro es insustitui­ble.

“Un aula es mucho más que un espacio de cuatro paredes donde se dictan nuevos contenidos de conocimien­to. Es un elemento vivo, que crece, muta y se desarrolla a lo largo de un año escolar”, escribe Cecilia Calero, doctora en Ciencias Biológicas por la UBA e investigad­ora del Conicet, en un artículo recienteme­nte publicado por la Universida­d Di Tella. Allí Calero detalla dos factores fundamenta­les que hacen a un aula y sobre los que se habla poco: el uso del lenguaje no verbal por parte de los docentes y la “tutoría entre pares” por parte de los alumnos. Explica que los docentes no solo comunican con lo que dicen sino también con cómo lo dicen y lo que expresa su cuerpo cuando lo dicen. Una mirada a un alumno en el momento justo puede terminar de consolidar un conocimien­to. Ahora, ¿qué mirada se puede establecer en Zoom por más que la conectivid­ad sea perfecta? Con respecto a la tutoría entre pares, hace referencia a todo lo que aprende un estudiante del otro, allí en el aula. Imposible pensarlo a través de las pantallas. Ahora, más allá de las disputas políticas, lo que hoy está faltando es aula. Cualquier idea puede contribuir si se trata de recrearla por estos días. ■

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