Clarín

La hora del corte en la Corte

- Ricardo Roa

Hay una historia tormentosa trabada por donde se mire. Pero aún así también hay algunas cosas más que claras. Una es que con apoyo del presidente, Cristina Kirchner quiere cargarse como sea a tres jueces que tiene atragantad­os. Otra: que los jueces se resisten y han ido con un per saltum a la Corte. Y la tercera es que la Corte ha quedado metida en un brete.

La noticia del día es que el presidente de la Corte, Carlos Rosenkrant­z, decidió sacudir el árbol para intentar resolver el entuerto. Un entuerto que cada vez mete más ruido. Rosenkrant­z convocó a los otros cuatro miembros del Tribunal a un acuerdo extraordin­ario el martes para fijar una posición.

Venían de tener por zoom otra reunión áspera de más de una hora sin superar las diferencia­s. Desde semanas atrás discuten cómo pararse ante la ofensiva de Cristina. Rosenkrant­z es un jefe con poderes limitados. Una de las pocas atribucion­es que le quedan es llamar a un acuerdo extraordin­ario y es lo que acaba de hacer.

En la mira de Cristina están Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que la procesaron por los Cuadernos de las Coimas y Germán Castelli, que debe juzgarla justamente en esa causa que retrata mejor que ninguna la trama de sobornos en la obra pública que montó el kirchneris­mo. Con dos se mueve por venganza. Con el otro, en defensa propia.

El argumento de Cristina es que los tres están donde están sin haber pasado como correspond­ía por el Senado, ahora su feudo. Tiene un problema: los traslados fueron avalados por la Corte porque se trataba de cambios dentro del mismo fuero y del mismo rango. Encima, eso que se hizo durante el gobierno de Macri fue algo que también se hizo durante el gobierno de Cristina. Claro que cuando ella

Fijan fecha para una respuesta al intento de Cristina de cargarse como sea a tres jueces.

era presidente no tenía estos problemas con la Justicia. Ahora que ha recuperado el poder, se apura para sacarse las causas de encima.

La operación comenzó en el Consejo de la Magistratu­ra donde gracias al voto de la consejera Graciela Camaño consiguió que se metiera la marcha atrás con los traslados. El paso siguiente fue que la mayoría peronista del Senado hiciera lo mismo pero peor: la Magistratu­ra había bochado diez traslados y el oficialism­o bochó sólo los tres que le interesaba­n a Cristina. Obsecuenci­a debida.

No habían pasado 24 horas y el presidente Fernández refrendó por decreto la medida del

Senado: Bruglia, Bertuzzi y Castelli debían desalojar sus oficinas. Es el mismo Fernández que llegó al Gobierno con la promesa de despolitiz­ar la Justicia. Ahí arranca otro capítulo de la historia: el de los esfuerzos de los tres jueces por frenar la operación.

En ese camino, hubo una jueza que le ordenó al Senado que no avanzara hasta que ella tomara una decisión. ¿Y qué hicieron los senadores cristinist­as? No la acataron. Después, Casación le hizo otro guiño a Cristina

por 3 votos contra 2. El Gobierno ya tenía dos votos de juezas kirchneris­tas. El que desempató fue un juez que no hace mucho estuvo cerca del macrismo. La próxima estación es la Cámara en lo Contencios­o, donde uno de los tres que debía fallar se excusó porque él también es un camarista trasladado.

¿Qué puede pasar en la Corte? A la mayoría le gustaría que los jueces sigan donde están

pero no hay acuerdo en que la vía sea el per saltum. Con Cristina en el medio, están en una encerrona: rechazar el per saltum los pegaría a Cristina. Y como esto se va a saber, lo que hagan también lo va a saber la sociedad. ■

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