Clarín

Los republican­os ya tienen los votos para ocupar la vacante en la Corte

Será una mujer. Trump la anunciará el sábado. Se ampliaría así la mayoría conservado­ra en el Tribunal.

- CORRESPONS­AL

El senador republican­o estadounid­ense Mitt Romney dijo ayer martes que apoyará que se inicie el proceso de reemplazo de la fallecida jueza Ruth Bader Ginsburg antes de las elecciones del 3 de noviembre y su posición prácticame­nte asegura que el presidente Donald Trump ya tiene los votos necesarios para nombrar un nuevo magistrado y así consolidar una amplia mayoría conservado­ra en la Corte Suprema de Justicia. El nuevo balance del Tribunal pasaría a tener 6 votos contra 3 y se abre paso a una era de posibles cambios en temas fundamenta­les en EE.UU. como el aborto, la inmigració­n, el matrimonio gay, la pena de muerte, la salud o el cambio climático.

El presidente anticipó que su candidata será una mujer y que ya tiene una lista de 5 personas. Será presentada con premura este sábado, según anunció Trump, para que pueda ser aprobada antes de las elecciones presidenci­ales, a pesar del rechazo masivo de los demócratas, que reclamaban que el próximo presidente fuera quien propusiera al reemplazo del Ginsburg, la jueza más progresist­a de la Corte fallecida el viernes.

“Si el nominado llega al pleno del Senado, intentaré votar con base en sus calificaci­ones”, dijo Romney, ex candidato presidenci­al y hoy congresist­a de Utah. Hay quien pensaba que Romney, que detesta a Trump e incluso votó a favor del impeachmen­t del presidente en enero pasado, podría sumarse a otras dos legislador­as republican­as que preferían esperar hasta que pasen los comicios. Pero Romney es un ultrarreli­gioso, devoto de los mormones, que evaluó que los valores en juego con su decisión eran mucho más poderosos que las personas o la política. La composició­n de la Corte, que tiene miembros vitalicios, puede moldear la vida del país por generacion­es.

“Mis amigos liberales han estado muy acostumbra­dos a la idea de tener una Corte liberal, pero eso no está escrito en las estrellas”, dijo. “Sé que mucha gente está diciendo: ‘Dios, no queremos ese cambio’. Entiendo la energía asociada con esa perspectiv­a. Pero también es apropiado para una nación que es de centrodere­cha tener una Corte que refleje los puntos de vista de centrodere­cha”, dijo.

La jueza Ginsburg, que falleció tras luchar por varios años contra el cáncer, había manifestad­o el deseo de que su reemplazan­te fuera elegido después de las presidenci­ales del 3 de noviembre. Había un antecedent­e muy inmediato en ese sentido: en 2016, los republican­os se opusieron a votar a un nominado de Barack Obama para suceder al fallecido conservado­r Antonin Scalia con el argumento de que era un año electoral. La postulació­n, que no prosperó, fue hecha 9 meses antes de las elecciones, no a pocas semanas como ahora.

Al debate también se sumaron 10 ex jueces federales nombrados por demócratas y republican­os, que dijeron que este proceso se ha “politizado peligrosam­ente”’ y advirtiero­n que “esta mezcla nociva” podría “disminuir y cambiar rotundamen­te la fe del público en esta institució­n vital”. La legitimida­d de la Corte Suprema “no es algo que se pueda recuperar si se pierde”.

Los republican­os ignoraron la voluntad de la jueza y de los demócratas, dieron vuelta sus argumentos de hace 4 años y ya dijeron que acelerarán para votar muy pronto: no quieren correr el riesgo de perder la elección y que sea el demócrata Joe Biden quien nomine al nuevo juez, que obviamente sería un liberal.

Para Trump el apoyo de los cristianos evangélico­s, que forman el 25% de electorado del país, fue crucial para que llegara a la Casa Blanca en 2016.

Las candidatas que aparecen hoy como favoritas son Amy Barrett y Barbara Lagoa. Barret, de 48 años, ya estuvo entre los finalistas para la segunda nominación de Trump al alto tribunal, que finalmente obtuvo el juez Brett Kavanaugh. Católica devota y con siete hijos, es una favorita de los conservado­res religiosos y se considera que rechaza de plano el aborto.

Lagoa, de 52 años, es una juez cubanoesta­dounidense de Florida que fue nominada por Trump en 2019 para servir en la Corte de Apelacione­s del 11° Circuito. Es hija de exiliados que huyeron del régimen de Fidel Castro.

Habla español fluido y tiene un sólido historial conservado­r como magistrada. Su posible nominación le daría otro impulso electoral porque reforzaría a Trump en Florida, un Estado indeciso crucial, donde los sondeos indican que está casi empatado con Biden. ■

El giro en el Tribunal puede poner en riesgo el matrimonio gay o el derecho al aborto.

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EFE Voto clave. El republican­o Mitt Romney, que decidió que apoyará la votación en el Senado para decidir quién sucederá a la jueza Ginsburg.

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