Clarín

Sorpresa y alivio entre quienes planeaban resistir

La mayoría de los ocupantes se preparaba para no acatar la orden de desalojo. Algunos empezaron a retirarse.

- Emilia Vexler

“Esta noche vamos a venir todos. Todos van a traer familiares. La vamos a luchar”. La advertenci­a fue pronunciad­a ayer a la mañana por una mujer que prefirió no dar su nombre porque vive frente al predio de la toma en Guernica. Pero ya estaba en la casilla de su hija, anticipánd­ose a lo preparativ­os para la “resistenci­a”. En ese momento, seguía vigente la orden de desalojo con fecha para hoy. Por la tarde, un fallo judicial lo terminó postergand­o para octubre.

A las 10.40 de ayer, los habitantes de la toma de Guernica no lo sabían. Por eso, el clima era de “previa de desalojo”. A diferencia de la recorrida que Clarín había hecho el sábado, donde se vio gran cantidad de gente, esta vez muchas casillas estaban vacías. Los hombres se habían ido a trabajar -la mayoría hace changas en el rubro de la construcci­ón- y las pocas mujeres que se veían -siempre menores de 30- se quedaron al cuidado de los chicos. En el resto del predio sólo había silencio de campo, chapas como paredes y techos de bolsas de residuos que parecían cerrados. No abandonado­s. Algunos, tapiados. Muchas de las personas que había también empezaron a llevarse sus cosas.

“Vine a sacar los colchones. Porque dicen que van a entrar y quemar todo”, le contaba a Clarín Brian Medina. Tiene 22 años y sabe todo de su manzana. Extendía los brazos para marcar como serían las cuadras que dividen calles de tierra y, a la vez, las tanzas de jardinería que dividen los terrenos de 10x20 metros de cada familia. No sabía que el desalojo estaba por frenarse.

“Somos 28 casillas acá. Vinimos apenas nos enteramos de la toma. Nos quedamos porque mañana (por el miércoles) no sabemos si van a desalojar las 100 hectáreas o si van dejar algunas y ahí podamos estar. Pero mi hermana vive en el predio tomado que está se detrás de las vías (se refiere al cruce de la calle Brasil) y ahí les salió bien. No sacaron a nadie y nadie habla de esos terrenos, se meten con Guernica”, detallaba.

En estos 10 días que se abren como “tregua”, las autoridade­s provincial­es se compromete­rían a reubicar a los niños, a las mujeres y a los ocupantes más vulnerable­s.

Cecilia Gonzales tiene 40 años y cinco hijos. Es esposa de Diego, uno de los delegados de la toma, y ayer a la mañana solo pensaba en el desalojo. “Lo único que quiero es que la policía entre tranquila. Que no vengan a pegar ni romper, por mis hijos”, decía. Tiene una casilla, de las más grandes y altas, de chapa, a la entrada del predio de Guernica.

Nicolás, un joven que prefirió no dar su apellido, señaló: “Nadie se va a ir. Nos vamos a quedar acá y pagar esta tierra de acá a 30 años. Porque otra opción no nos dan. Yo quiero que sea mío lo mío. Acá no había nadie. Estaba vacío. Ahora pueden ser muchas casas de gente que no llega a alquilar más que una pieza”.

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Temor. Muchos advierten que puede haber choques con la Policía.

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