Tokio está en la mira por la compra de votos
La sede se decidió en Buenos Aires. Dos dirigentes senegaleses del atletismo son los sospechosos.
Buenos Aires fue el centro del mundo olímpico en 2013 cuando en un hotel cinco estrellas de Puerto Madero se realizó la 125° Asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI). La elección del presidente Thomas Bach estaba cantada. Por eso la noticia más esperada era qué sede albergaría los Juegos de 2020: Tokio, Madrid o Estambul. El 7 de septiembre los tokiotas festejaron el honor de volver a organizar la cita olímpica. Siete años después las sospechas de compra de votos están en la mira gracias a los denominados “FinCEN Files”.
El trabajo que durante 16 meses llevó adelante el Consorcio Internacional de Periodismo de investigación derivó en la publicación mundial de datos filtrados y chequeados sobre actividades financieras sospechosas guardadas por el departamento del Tesoro de Estados Unidos y las autoridades francesas.
¿Por qué el nombre “FinCEN”? Porque son reportes enviados desde instituciones financieras a la Red de control de Delitos financieros (Financial Crimes enforcement network o FinCEN, según sus siglas en inglés), oficina especial del Tesoro estadounidense que combate el lavado de dinero y el uso ilícito del sistema financiero.
En el revoleo de información filtrada surgió una trama que puso bajo la lupa el bajofondo de la elección de la sede de 2020. Los protagonistas son clásicos: una entidad, una consultora, una transferencia de fondos, una cabeza cuestionada y una renuncia a futuro. No queda nada sin hilvanar.
El resumen de la información, publicada por el diario Kyodo News de Japón, relata que Black Tidings, una consultora con base en Singapur contratada por quienes lideraban la candidatura de Tokio 2020, transfirió 370 mil dólares al senegalés Papa Massata Diack antes y después de la elección de la sede.
Diack es el hijo de Lamine, presidente hasta 2015 de la Federación Internacional de Asociaciones Atléticas (IAAF, según sus siglas en inglés;
hoy World Athletics), quien tenía muchísima influencia en los votos de los países africanos.
Pequeño detalle: papá e hijo Diack fueron condenados la semana pasada por la Justicia francesa a cuatro y cinco años de prisión respectivamente, por estar implicados en una red de corrupción destinada a esconder casos de doping de atletas en Rusia.
A los 87 años Lamine Diack fue declarado culpable de corrupción activa y pasiva y abuso de confianza y fue condenado también a una multa máxima de 500 mil euros. Para su hijo, quien permanece en Dakar, la multa fue el doble.
En ese juicio padre e hijo, quien dirigía el marketing de la IAAF, fueron juzgados por haber posibilitado el retraso desde fines de 2011 de procedimientos disciplinarios contra atletas rusos acusados de doping sanguíneo, entre ellos algunos campeones olímpicos de Londres 2012, antes de ser despojados de sus títulos.
En contrapartida de esa indulgencia una trama rocambolesca incluyó la renovación de los contratos de patrocinio y de difusión de la IAAF con el banco estatal ruso VTB y la televisión pública RTR respectivamente, así como fondos para financiar la oposición a Abdoulaye Wade en las presidenciales de 2012 en Senegal. Hermoso todo.
El foco de la cuestión en los FinCEN Files pasa por aquello que el COI siempre pretende pasar por impoluto: la elección de una sede olímpica en la que cada voto cuenta.
De acuerdo a la investigación con los archivos filtrados, Black Tidings recibió 2 millones de dólares de parte de la candidatura de Tokio 2020 entre julio y octubre de 2013, antes y después de la elección.
El titular de esa consultora fue vinculado a Papa Massata Diack y los documentos muestran que Black Tidings transfirió 370 mil dólares a la cuenta personal del senegalés y a su empresa PMD Consulting Sarl hasta enero de 2014. El sospechado le dijo al diario que el dinero recibido estaba relacionado con un “acuerdo de patrocinio hecho en China” y que “no tiene nada que ver con los Juegos Olímpicos de Tokio”.
Las sospechas de corrupción salieron a la luz en 2016 con acusaciones sobre esas transferencias hacia Diack hijo. El uso del dinero fue un misterio hasta el escándalo de los FinCEN Files que pone el caso de nuevo en la mira.w