Clarín

Al rescate de Juana Bignozzi, la poeta “anarquista y antiperoni­sta”

Les dejó su herencia a poetas jóvenes. Ahora ellos estrenan un documental y el Malba organiza charlas.

- Paula Jiménez España Especial para Clarín

Ganadora de importantí­simos premios como el Konex y el Municipal, y autora de algunos de los versos más lúcidos que dio la poesía argentina entre 1960, el año en que comenzó a publicar, y 2015, el de su muerte, Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937) hizo de sí misma un mito que supera a su literatura. El de una infancia transcurri­da en el seno de esa familia anarquista a la que definió como de la “aristocrac­ia obrera”, “por su férreo desprecio a la ignorancia” le dijo al poeta y periodista Jorge Fondebride­r para la revista Ñ en 2010.

Este constituye quizás el relato fundamenta­l, la perspectiv­a desde la cual Juana probableme­nte esperara ser mirada. La educación que recibió de esos anarquista­s que le compraban la ropa justa –porque los únicos más pobres que ellos “eran los linyeras”–, pero que a la hora de gastar no escatimaba­n en libros y discos de ópera, que leían el diario para los vecinos analfabeto­s, que no aspiraban a un ascenso de clase, aunque sí a una mejora de las condicione­s salariales, esa educación fue sin dudas el orgullo de Juana.

De los detalles que ilustran su historia familiar, la poeta no se cansó de hablar en la mayor parte de las entrevista­s, sobre todo desde su vuelta a la Argentina a comienzos de los 2000. Se había ido en 1974, durante ese tiempo convulso, dominado por la Triple A y Montoneros, en que fue capaz de avizorar la evolución de aquél panorama político que culminó en el golpe militar, y junto con su marido, Hugo Mariani, partió rumbo a Barcelona (una ciudad que no le gustó nunca pero donde terminó afincándos­e), de la que por mucho tiempo no le fue posible regresar. A finales de los ’50, casi quince años antes de esta terrible contingenc­ia que Juana llamó “destierro”, diferenciá­ndola del exilio, dentro del Partido cotenía munista había integrado el mítico grupo El pan duro donde conoció a sus compañeros Juan Gelman, Héctor Negro y Juan Carlos Portantier­o.

Ya de vuelta en el país, la pareja no tardó en reinsertar­se en la vida poética porteña. Las opiniones críticas e irreverent­es de Juana, mediadas siempre por un brindis con torrontés, el alto perfil que rápidament­e cobró por su sentido del humor y su manejo de la ironía, fueron el corolario de una obra formalment­e austera y sumamente personal –que según ella misma no fue de poesía política, aunque esto tal vez sea discutible– reunida en 2000 con el nombre de La ley tu ley (editada por Adriana Hidalgo, que publicó también su libro póstumo Poemas novísimos).

El interés de las nuevas generacion­es se despertó con La ley… que condes todos los escritos por Bignozzi hasta el momento: Los límites (1960), Tierra de nadie (1962), Regreso a la patria (1989), Mujer de cierto orden (1990), Interior con poeta (1993) y Partida de las grandes líneas (1997).

Algunos de los poetas que se fueron acercando a Juana desde entonces con el tiempo se transforma­ron en sus amigos y herederos. Pero esta no es una metáfora para hablar de su influencia literaria, que obviamente también debe haber operado. Trás la muerte de Juana, dos años después de la de Hugo, Martín Rodriguez recibió su departamen­to de Sarmiento y Uriburu; Martín Gambarota fue destinatar­io de la totalidad de sus objetos, libros y cuadros; y por último, la poeta Mercedes Halfon a quien conoció cuando la entrevistó para Página 12, diario del que es periodista, se transformó en su albacea y actual poseedora de la caja de fotografía­s que Bignozzi conservó hasta el final.

Estas imágenes en blanco y negro y color (protagoniz­adas por multitud de personajes, tomadas en una fiesta, un encuentro literario, una cena, o en alguno de los múltiples viajes realizados junto con Hugo) son también elementos narrativos de Las poetas visitan a Juana Bignozzi, el documental dirigido por Halfon y por Laura Citarella, que obtuvo el premio a la mejor dirección en el 35° Festival Internacio­nal de Cine de Mar del Plata en 2019.

Parafrasea­ndo el título del último libro de Bignozzi publicado en 2014, Las poetas visitan a Andrea del Sarto,

la película además de rendirle homenaje se pregunta por el rol de la albacea: cómo administra­r una memoria que excede lo escrito, qué hacer con la herencia de una subjetivid­ad así, que además se le presenta a Halfon tan franca como enigmática. El film será proyectado en el marco de las jornadas “A propósito de Juana Bignozzi”,

que tendrá lugar en la web del Malba, entre los días 25 y 27 de este mes.

Además habrá charlas: En el corazón de los ‘60 estará a cargo de Ana Porrúa y Martín Prieto y podrá verse el miércoles 23; al día siguiente, en Novísimos y viejísimos, Tamara Kamenszain y Mercedes Halfon comentarán el último libro de la autora, y el 26, Citarella y Halfon dialogarán con la moderadora Fernanda Alarcón “sobre la confluenci­a del cine y la poesía, en la construcci­ón de este film documental”. ■

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1937-2015. Hizo una poesía que puede tener una lectura política.

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