Clarín

El dólar alternativ­o sigue firme en $ 148 y el riesgo país no para de subir

El Contado con Liqui es la vía de escape de empresas e inversores que necesitan dólares en el exterior.

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El precio del dólar blue casi no se movió este miércoles: quedó clavado en $ 145. Aunque se sabe que hay muy pocas operacione­s. El del Contado con Liquidació­n osciló cerca de $ 148 y el del dólar bolsa estacionó en $ 134. Valores muy parecidos a los del martes. Pero hay una variable que no se le puede poner un número preciso y es la creciente sensación de desconfian­za que se instaló en el mercado, tanto en los grandes operadores como en los inversores profesiona­les y, en definitiva, en el público en general. Desconfian­za puntual con el precio del dólar, que se traduce en buscar refugio en el dólar, como sea, y desconfian­za general en el devenir de la economía en su conjunto.

Una prueba de ello: los bonos del canje siguen derrumbánd­ose, acentuando aún más la desconfian­za. El riesgo país subió este miércoles a 1.392 puntos. En el arranque del postcanje ese valor llegó a estar en 1.085 puntos. En menos de un mes el riesgo subió casi 30%. En el mercado se sorprenden por la fugacidad del festejo por el canje.

La desconfian­za se extiende a las acciones, en particular a los papeles de empresas argentinas que cotizan en la bolsa de Nueva York. Más allá de que ayer fue un día muy malo en Wall Street, los ADR argentinos cedieron entre 6 y 7% en promedio.

La disparada del dólar Contado con Liquidació­n se activó ni bien se supo que el Banco Central pretende obligar a las empresas a encarar un proceso de reestructu­ración de su deuda de corto plazo en dólares.

Algunas empresas optaron, en silencio desde ya, por rechazar la sugerencia del Central y se volcaron a comprar dólares. Dado que el Banco Central cerró el grifo de divisas al cambio oficial a su mínima expresión, varias empresas se resignaron a comprarlo al valor que surge del arbitraje de bonos: hace una semana rondaba los 125 pesos, ayer los 148 pesos. Las compañías utilizan su propia caja de pesos o toman deuda en el mercado, a tasas que por ahora resultan bastante atractivas.

Reacción lógica a la acción que propuso el Banco Central, endurecien­do el cepo en varias dimensione­s, tanto para el pequeño ahorrista como para las grandes empresas con deudas en dólares.

Así, mientras las empresas parecen resignarse a pagar literalmen­te cualquier precio por el dólar -que no necesariam­ente quiere decir que sea caro en comparació­n a lo que se pague mañana- en el público minorista crece el nerviosism­o por el feriado cambiario virtual que rige desde la semana pasada.

El Central puso trabas en el contado con liqui para evitar que los hedge funds que apostaron en algún momento al peso hagan saltar el precio del dólar en su retirada. Está visto que si el dólar tiene que subir, subirá más allá de las trabas de un organismo que cada vez tiene menos reservas para defender un precio dado.

La realidad para el público minorista es que no se puede acceder al cupo de 200 dólares porque el Banco Central y la ANSeS no terminan de darle arranque. Se sospecha que tampoco hay urgencias en que el sistema funcione aceitadame­nte. No quieren facilitar un drenaje aún mayor de las reservas.

Y además, muchas entidades financiera­s bloquearon las operacione­s de transferen­cia de dólares entre cuentas bancarias. Esto último empujó a muchos clientes de bancos a acercarse a los mostradore­s para hacerse de los dólares y llevarlos a la caja de seguridad. No vaya a ser cosa...

Además, la brecha entre el precio del dólar ahorro ($ 131 si se lo pudiera comprar) y el blue es un incentivo a comprar dólares, aunque sea los poquitos que permite el cepo (restando desde ya la cuota de Netflix, Spotify o cualquier otro consumo en dólares). La brecha es lo que invita a hacer el puré, por más modesta que sea la ganancia. Era del 30% antes del súper cepo, se redujo a menos del 10% ahora. Pero es ganancia fácil, igual.

De modo que sin poder comprar ni mover dólares, se generó cierta entendible histeria en el público, y reaparecie­ron en la conversaci­ón pública las palabra corralito, pesificaci­ón y toda la terminolog­ía conocida y por cierto temida por el ahorrista medio argentino, ese al que el presidente Alberto Fernández busca convencer que lo mejor para todos es ahorrar en dólares. Es, ni más ni menos, que el viejo truco de volcar las responsabi­lidades por las tensiones cambiarias en el público (grande y chico) y no en las decisiones que toman a su turno los gobiernos.

La particular­idad de este escenario cambiario es que el Gobierno no puede culpar a cuatro o cinco “grandes especulado­res”. Esta vez las reservas se las llevaron, de a 200 dólares por mes, cinco millones de ciudadanos.

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En la cabeza de todos. El dólar sigue concentran­do las preocupaci­ones de ahorristas, inversores y funcionari­os. Crece la incertidum­bre.

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