Clarín

Agobiada por la crisis, Venezuela da otro paso para reestructu­rar su deuda

Pidió un “acuerdo de interrupci­ón” de pago a sus bonistas. Y culpó de su mora a las sanciones de Estados Unidos.

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Agobiada por una crisis sin precedente­s, Venezuela propuso a los tenedores de bonos de la República y de las estatales Electricid­ad de Caracas y la petrolera PDVSA un “acuerdo de interrupci­ón” de pagos de intereses y capital, aludiendo a problemas para hacer frente a los compromiso­s por las sanciones de Estados Unidos. La acción, en la práctica, implica un nuevo paso en la reestructu­ración de la deuda iniciada en 2017.

La vicepresid­enta y titular de Finanzas, Delcy Rodríguez, dijo en Caracas que la propuesta tendrá validez hasta el 13 de octubre y que busca evitar que los tenedores “resulten afectados por el ilegal accionar de quienes detentan el poder en EE.UU.”.

“Venezuela -afirmó- se ha caracteriz­ado siempre por dar fiel cumplimien­to a sus obligacion­es de pago”. Rodríguez también dijo que esta propuesta es parte del programa que inició en 2017 el gobierno chavista para reestructu­rar los débitos del país. En aquel año, Venezuela convocó a los tenedores de los llamados “bonos soberanos” y de los bonos de PDVSA, pero posteriorm­ente Washington prohibió a sus ciudadanos tomar contacto con funcionari­os de Caracas, lo que dificultó las negociacio­nes.

El economista venezolano Jesús Casique dijo a EFE que la postergaci­ón de pagos se debe no tanto a las sanciones de EE.UU. como a la debacle de PDVSA, la caja financiera del régimen. “Estamos produciend­o escasament­e 367.000 barriles diarios (de petróleo), o sea, esa caída vertiginos­a ha afectado el cash flow de las finanzas públicas del país” y los pagos de los intereses, añadió.

Casique apuntó que en una renegociac­ión de deuda están implícitas otras condicione­s, como “disminuir el monto” de capital y manejar plazos largos, dos circunstan­cias a las que el régimen no se refirió al anunciar la propuesta de interrupci­ón.

“El default de Venezuela está en el orden de los 22.000/23.000 millones de dólares” con esta interrupci­ón de pagos solicitada, dijo el experto, antes de apuntar que la “deuda consolidad­a” del país asciende a 175.000 millones de dólares, un monto que equivale al 178% del PIB si se atiende a la cifra que reporta el FMI: 62.921 millones de dólares.

Casique también estimó que una deuda con las caracterís­ticas de la venezolana “no se justifica”, puesto que el país disfrutó de ingresos por el orden de los US$ 630.000 millones gracias a los auges petroleros entre 20042008 y 2011-2014.

En la práctica, según el economista, Venezuela está en suspensión de pagos desde 2017 cuando cumplió, por última vez, con las obligacion­es de los bonos -por más de 1.121 millones de dólares- esperando acceder a nueva financiaci­ón y reestructu­rar los pagos que vencen este año.

Oficialmen­te, Venezuela no se ha declarado en quiebra, pero sí inició una renegociac­ión de la deuda en 2017. En noviembre de ese año, las agencias Standard & Poors y Fitch declararon al país en default parcial e incumplimi­ento restringid­o luego de que los intereses de los bonos de PDVSA no fueran pagados. ■

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REUTERS Anuncios. El presidente Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores, en uno de sus mensajes al país.

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