Clarín

La educación como fracaso argentino

- Horacio Convertini hconvertin­i@clarin.com

El libro se llama “Enseñar en tiempos de hashtags” y es un desolador fresco de la tragedia silenciada que vive la educación argentina desde hace décadas. El autor se llama Gonzalo Santos y, además de escritor de ciencia ficción y crítico literario, es profesor de Literatura. Ha ejercido durante más de diez años en secundario­s públicos e institutos de formación docente de la zona Sur del Gran Buenos Aires, donde estudió y vive. Santos narra, a modo de catarsis, su experienci­a en las aulas: un relato de violencias, humillacio­nes y sinsentido­s. Entiende que la educación se ha reducido a un simulacro del que participan todos, desde los pedagogos en sus cúpulas de cristal hasta los burócratas de turno, los directivos dóciles y los docentes mal formados y precarizad­os. Un mecanismo tosco, disfrazado de palabras bonitas, que logra lo contrario a lo que se propone: alumnos que avanzan por inercia y que llegan a la vida adulta sin las herramient­as de conocimien­to necesarias para el ascenso social. “Quizás se ha arribado a un punto en que para que continuase tolerándos­e la exclusión ha sido necesaria llamarla ‘inclusión’, palabra cuya etimología, en este sentido, puede resultar reveladora: viene del latín inclusio, que está formado por los prefijos -in, que significa ‘hacia adentro’, y claudere, que significa ‘encerrar’. Justamente, son las dos cosas que han hecho: poner adentro, encerrar. El único objetivo parece ser que los jóvenes no estén en el espacio público”, dice Santos. El suyo es un diagnóstic­o crudo que atraviesa distintas administra­ciones, vale tanto para la educación pública como la privada y señala una de las razones del fracaso argentino. ■

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