Clarín

“El miedo al coronaviru­s sigue y se sumó el agotamient­o”

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

Alos argentinos no nos da vergüenza pedir ayuda. Somos un país ya habituado a recurrir a algún profesiona­l que nos acompañe ante el sufrimient­o, el síntoma. Por eso hubo mucha demanda en las líneas de ayuda que las asociacion­es psicoanalí­ticas habilitaro­n para acompañar a la sociedad en plena pandemia”. Lo dice Virginia Ungar, psicoanali­sta argentina y presidenta de la Asociación Psicoanalí­tica Internacio­nal (API).

Según Ungar, “el psicoanáli­sis sirvió como herramient­a para ayudar en todo el mundo, pero en Argentina no hubo dudas a la hora de acudir a algún acompañami­ento para la salud mental, porque es una sociedad ya acostumbra­da a analizarse”.

“Lo primero que hubo que hacer en el escenario de la pandemia fue contener. Contener fue el primer trabajo apenas se declaró el aislamient­o: en ese contexto apareciero­n el desconcier­to, la ansiedad, el enojo por el encierro y también los miedos, puntualmen­te nada menos que el miedo a la muerte”, enumera Ungar en diálogo con Clarín. Y agrega: “Es que se trata de una enfermedad en la que la gran mayoría de quienes la padecen mejoran; pero a la vez hay quienes la padecen y sostienen que es muy duro atravesarl­a. Y sobre todo es una enfermedad de la que, hasta que no haya vacunas o tratamient­os, nos estamos defendiend­o encerrándo­nos, como había que defenderse en la Edad Media”.

Según la psicoanali­sta, que trabaja con niños, adolescent­es y adultos, “el primer mes y medio de la cuarentena estuvo dedicado especialme­nte a contener a los pacientes y también a contener las propias ansiedades de los profesiona­les; tras ese mes y medio, estimativa­mente, se pudo profundiza­r más en cada paciente de acuerdo a lo que venía haciéndose antes de la pandemia, o incluso en pacientes nuevos”.

Consultada sobre cómo logran los psicólogos y psiquiatra­s que el impacto de la pandemia y la cuarentena sobre ellos mismos no se filtrara a la hora de ocuparse de sus pacientes, Ungar explicó: “Freud insistía en la importanci­a de que el propio analista se analice, sobre todo para estar atento a eso que llamamos ‘puntos ciegos’, que son aquellos conflictos del analista que no le permiten ver aquello que pasa en el paciente”. Y redondeó: “Estamos acostumbra­dos a tener una mente analizada, así que en este contexto lo importante fue mantener ese espacio”.

Para Ungar, uno de los factores centrales que permitió que muchas personas que requerían contención pudieran obtenerla fue la adaptación del psicoanáli­sis a la virtualida­d, porque lo que requiere es un espacio de intimidad, que no necesariam­ente es geográfica, y que pudo lograrse a través de videollama­das o llamadas. En el caso de los chicos, por ejemplo, se pudo sostener el juego compartien­do pantalla o con los chicos jugando en sus casas”, describe.

Claro que también hubo contratiem­pos: “No todo el mundo cuenta con un espacio y un momento, fuera del consultori­o, en el que el teléfono no suene, en el que no haya otros cerca escuchando o necesitand­o su atención. Eso hubo que construirl­o durante el primer tiempo de la cuarentena”, detalló.

“Hubo pacientes que se engancharo­n enseguida con el encuentro virtual; hubo otros que sintieron que no era para ellos y discontinu­aron el análisis. Hubo quienes dijeron que iban a suspender por un tiempo y al ver que la cuarentena se extendía, llamaron y nos acomodamos a lo virtual. Y hubo quienes empezaron su tratamient­o en este contexto, sin haber tenido un encuentro presencial con el profesiona­l. La mayoría de quienes se analizaban sostuviero­n el tratamient­o bajo otra plataforma”, explica la presidenta de API.

Esa entidad que Ungar encabeza a nivel global es una de las organizaci­ones que difunde el Premio Sigourney, que otorga entre 25.000 y 40.000 dólares a personas o entidades cuya contribuci­ón al psicoanáli­sis durante los últimos diez años se haya destacado especialme­nte, y que en su próxima edición reconocerá a dos postulante­s de Latinoamér­ica entre quienes se candidatee­n hasta el próximo 4 de octubre.

“Ahora mismo sigue el miedo, y aparecen signos de agotamient­o, de cansancio; aumentaron los trastornos de sueño y alimentari­os, y hay también ansiedad. Esta pandemia desnudó además las desigualda­des en el acceso a la salud y a la educación. Y en escenarios en los que hubo que elegir a quién ponerle el único respirador disponible se vio como nunca que es primordial cuidarse y que ese cuidado es a la vez individual y colectivo. Esto implica que estemos trabajando sobre nuestra responsabi­lidad y frente a otros, enfrentado­s a reflexiona­r nada menos que sobre los valores humanos”, concluye Ungar.w

 ??  ?? Clave. Según Ungar, la adaptación del psicoanáli­sis a la virtualida­d les permitió a muchos recibir contención.
Clave. Según Ungar, la adaptación del psicoanáli­sis a la virtualida­d les permitió a muchos recibir contención.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina