Iba en auto por la Riccheri, quedó en medio de un tiroteo y lo mataron
Dos motochorros se enfrentaron con un policía al que quisieron asaltar. La víctima pasaba por la zona.
El policía de la Ciudad iba en su moto cuando otra lo pasó en la colectora de la autopista Riccheri, altura Villa Madero, en La Matanza. Uno de los ocupantes le hizo señas, y él frenó. Era un ardid para robarle la moto: uno de los motochorros se bajó y le apuntó con un arma.
El oficial, que iba de civil, se identificó e hizo un tiro al aire, pero el delincuente comenzó a dispararle. Y el policía buscó dónde refugiarse: uno de los tiros dio en su casco, que lo salvó; sin embargo otra bala mató a un inocente. Se llamaba Maximiliano Gorosito (39) y era de Tristán Suárez. Tenía tres hijos. Este miércoles por la tarde volvía de trabajar junto a su amigo Sebastián Gerez (38). Iba en el asiento del acompañante del Volkswagen Polo.
Ambos circulaban por la avenida San Martín, pero cuando estaban llegando a la colectora de la autopista Riccheri, por doblar, una bala atravesó el parabrisas del VW y el pecho de Maximiliano, y lo mató.
Según fuentes policiales, fue Gerez quien relató lo sucedido cuando llevó a su amigo hasta el sanatorio privado Madero para que lo socorran. Maximiliano ya estaba muerto.
Causalmente, allí también fue atendido luego el policía de 29 años, herido: uno de los balazos del motochorro le dio en el casco y amortiguó el tiro.
“El policía tiró la moto delante mío, pasó corriendo y el chorro empezó a disparar, no le importó nada. A Maxi lo mataron impunemente”, dijo ayer Gerez a Clarín.
Los motochorros huyeron y dejaron la moto del policía en la escena del crimen, de donde los investigadores levantaron tres vainas servidas.
“Habían pasado 5, 10 minutos y no aparecía la ambulancia, y lo llevé a la clínica. El policía herido se quedó en el lugar”, explicó Gerez.
Maximiliano llegó muerto al sanatorio, donde también fue trasladado el policía, que recibió un tiro en la cabeza. Según las fuentes, está estable y fuera de peligro.
“Todavía estoy medio como que no entiendo nada”, dice a Clarín Gerez, un laburante de Tristán Suárez que fue testigo de cómo asesinaban a su mejor amigo.
“Nos criamos juntos”, contó Gerez, aún en shock. Y relató que Maxi, que hubiera cumplido los 40 el 15 de noviembre, era papá de tres chicos y que ambos se conocían de toda la vida, de ser vecinos en Tristán Suárez.
La amistad era tal que los dos trabajaban juntos. Colocaban durlock, hacían albañilería, pintura… Lo que fuera por ganarse un sueldo digno. El miércoles justo venían de hacer una colocación de durlock en Ituzaingó, precisamente.
Sebastián conducía su Volkswagen Polo y Maxi iba a su lado. Habían agarrado la avenida San Martín y estaban llegando a la colectora de la autopista Riccheri, mano a provincia, cuando ocurrió la tragedia.
“Eran las 18.25 y había luz todavía”, dice con precisión.
Sebastián recordó que abrieron la puerta del lado del acompañante donde Maxi se desangraba: “El policía me dio una bufanda que tenía para que le ponga en la herida”. Mientras, esperaban la ambulancia.
Otro agente llegó en una moto pero de la ambulancia no había noticias. Y entonces Sebastián decidió. Lo narró como si fuera un espectador de su propia historia.
“Habían pasado 5, 10 minutos y no aparecía la ambulancia, y lo llevé a la clínica. El policía herido se quedó en el lugar”, cerró Sebastián, anestesiado.
La causa, que es investigada por la fiscalía de Homicidios del departamento judicial de La Matanza, fue caratulada como "homicidio y tentativa de robo".
Ahora analizan las cámaras de seguridad para dar con los delincuentes y asesinos de Maximiliano. ■
“El chorro empezó a tirar, no le importó nada”, dijo el amigo que iba en el auto con él.