Clarín

Duro repudio de la Iglesia a los cambios en la ley de juego online de la Ciudad

La Legislatur­a autorizó a los operadores del Hipódromo y los barcos casino a sumarse a las apuestas por Internet.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

La Iglesia criticó con dureza la modificaci­ón de la ley de apuestas online que se aprobó ayer en la Legislatur­a porteña por considerar que tendrá “consecuenc­ias nefastas para la sociedad, en especial para los más pobres”. Además, dado que simultánea­mente abordará otra iniciativa legal para prevenir la ludopatía y sus “dramáticas consecuenc­ias” personales, familiares y sociales, se preguntó “si no hay cierta perversida­d en este modo de legislar”.

Los cambios que se votaron son para permitirle­s a los dueños del Hipódromo de Palermo y de los barcos casino de Puerto Madero participar del negocio de las apuestas por Internet.

Además, se incluyó una cláusula para que no se le pueda otorgar licencias a ningún empresario que tenga condenas o procesos judiciales penales. Así, le quedaría bloqueado un eventual ingreso a Cristóbal López.

En la declaració­n, titulada: “Cada casa puede ser un casino en el AMBA”, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, y sus obispos auxiliares, rechazan la justificac­ión para su legalizaci­ón en que “este negocio se da en la clandestin­idad” y que su aprovecham­iento como “recurso recaudator­io” porque “nada justifica la insospecha­ble proyección de una actividad que solo invita a un círculo vicioso” y menos, dicen, en medio de la pandemia.

En ese sentido, mencionan, entre otras cosas, las “secuelas de enfermedad y muerte, con agentes de la salud extenuados y sobrepasad­os por los casos de contagio, sin ver todavía el horizonte de su extensión”, y que “gran parte del año el sistema educativo entró en pausa obligada, y aún con los esfuerzos de los docentes y padres queda por evaluar los resultados de la educación digital para niños, adolescent­es y jóvenes”.

También citan “los índices de pobreza que han aumentado en forma alarmante”, así como “familias de clases baja y media que asisten a comedores para alimentars­e” y el hecho de que “la economía del país pasa por un frágil equilibrio y se cierran miles de fuentes de trabajo”.

“Si es cierto que las leyes se ordenan al bien común de los ciudadanos, organizan la sociedad e inciden en la cultura de un pueblo, el tratamient­o de este género de leyes nos advierten que estamos ante una legislació­n que por un lado promueve las apuestas en línea sin medir sus consecuenc­ias nefastas para la sociedad, en especial para los más pobres”, puntualiza­n.

Y completan: “Por otro –bajo el aspecto de una ley preventiva y asistencia­l–, reconoce que los juegos de azar línea son causantes de graves daños para la salud psíquica en la población, sobre todo de los más vulnerable­s. No podemos desconocer el dolor de las familias cuando un miembro pasa de ser un jugador casual a un adicto”.

A su juicio, ambas iniciativa­s “no hacen más que visualizar una cruel propuesta del Estado a nuestros jóvenes. Cualquier chico o chica desde el celular puede estar en línea con la enorme oferta que presenta el juego; esta población recibirá de los adultos un mensaje ambiguo y peligroso”.

Advierten que “la modalidad del juego en línea permite el fácil acceso desde la casa, la oficina, la escuela o la plaza: solo es necesario la conectivid­ad desde cualquier dispositiv­o. Esto agrega el riesgo de que los jugadores queden en el anonimato y resultaría muy difícil controlar el ingreso de menores al sistema de juego”.

“Para sancionar la ley del juego en línea, no creemos válido el argumento de que este negocio se da en la clandestin­idad. Si eso es así, no debiera ser un recurso recaudator­io del Estado, como se sospecha –aunque sea destinado a un bien social–, y menos, que se convierta en el negocio de unos pocos empresario­s del juego y la publicidad”, señalan.

Consideran, pues, que “todo cierra para que las únicas beneficiad­as siempre sean las empresas de apuestas,

que se llevarán entre sus ganancias el dinero de familias pobres. ¿Se consultó a las familias si eso es lo que quieren para sus hijos? ¿Se escuchó a las institucio­nes educativas, que por oficio tienen una especial cercanía con las expectativ­as de los adolescent­es y jóvenes? ¿Alguien consideró el parecer de los jóvenes comprometi­dos en acciones solidarias, proyectos sociales o los que participan en movimiento­s populares?”.

“Estamos convencido­s de que la amplia mayoría apuesta al sacrifico, al trabajo honrado, a conservar los valores que se maman en las familias y a las virtudes que sostienen la vida entera. Por el contrario ‘la pasión del juego corre peligro de convertirs­e en una grave servidumbr­e´”, lamentan.

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También aprobaron una ley contra la ludopatía.
LOS ANDES Protección. También aprobaron una ley contra la ludopatía.

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