Clarín

Denunció a su tío cura por abuso sexual y al Papa por encubrimie­nto

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"Querida víctima, el camino es largo, difícil. Tanto si has sido abusado en tu círculo familiar, como desde la Iglesia… y a veces, como es mi caso, de las dos". Sergio Decuyper tiene 42 años y recién ahora pudo denunciar ante la Justicia que su tío, el cura José Francisco Decuyper, lo violó en su casa de Paraná cuando tenía 5 años.

La denuncia penal la hizo el sábado, vía Skype, porque Sergio vive en España desde hace 20 años. Pero Sergio escribió una carta, que tituló “La víctima soy yo. Y yo soy católico”, dirigida al Papa Francisco, con quien habló varias veces de este abuso, por teléfono y en persona. Sergio esperó que Francisco lo apoyara y lo acompañara con su denuncia, pero sólo encontró negación. Aún así insiste: “Espero que me reciba y podamos hablar”, dice a Clarín.

“Querido Papa Francisco, Me pediste que sea creativo, que mi testimonio fuera a ayudar a las otras víctimas de Paraná. Me llamaste, me recibiste en tu casa, me escuchaste. Aunque no estoy de acuerdo con los consejos que me diste, yo te agradezco. Tú dices que el “chusmerío” es el peor veneno social, ayúdame a cortarlo de raíz. Te invito a que vayamos juntos a Paraná, ese corazón de tu país, ahí aterrizaro­n tus abuelos. Hablemos en persona, viajemos juntos, demos soluciones. Voy a seguir llamándote, golpeando tu puerta. El 16 de noviembre viajaré a Roma otra vez”, dice Sergio en la carta.

“El abuso fue en 1982. En la casa de mis abuelos paternos, un fin de semana que mi tío vino de visita. Fue en el baño. El ya era sacerdote, trabajaba en el Seminario de Paraná”, cuenta a Clarín.

Sergio pasó su infancia con migrañas, con problemas afectivos. Luego se casó, tuvo hijos, se fueron a vivir a España: “Fue mi esposa, médica, la que se dio cuenta que yo tenía un trauma profundo. Soy homosexual y ahora puedo decirlo. Y ella ahora es mi amiga, me apoya y me acompaña en todo el proceso”.

Sergio tenía un sueño recurrente en el que tenía 5 años y llegaba hasta la puerta del baño, ahí todo se desvanecía, hasta que un día de enero de 2019 se le desató el recuerdo con todos los detalles y fue devastador.

“Lo primero que hice fue escribirle una carta a Francisco contándole todo. Y el domingo 17 de marzo me llamó por teléfono, yo no lo podía creer. Me dijo que me creía, pero que era algo muy común. Que yo tenía que hacer terapia para estar bien, pero que no se lo tenía que contar a nadie, ni a mi familia, porque les iba a hacer daño. Me dijo que yo tenía que trabajar mucho en el perdón y perdonarlo”, cuenta Sergio a Clarín.

En abril viajó a la Argentina y se lo contó a su familia, que también le pidió que no dijera nada ni lo denunciara. Sergio fue a ver a su tío, internado, que ahora tiene 85 años y Alzheimer. No lo reconoció. Sergio igual lo perdonó. “Me cuesta perdonarlo, pero sé que no lo odio, y creo que él también tiene traumas y es una víctima del sistema”.

“Me pediste que confiara en mi Obispo, Puiggari, lo hice. ¿El siguió los pasos del derecho canónico? Tú fuiste el primer obispo en saber de mi abuso. ¿Iniciaste vos esa investigac­ión previa desde Roma? No tengo informació­n detallada, solo audios intentando explicarme un cierre de esa investigac­ión previa que yo no termino de comprender. Se cerró dando prioridad al estado de salud de mi abusador. Como víctima he recorrido estos últimos 18 meses de terapia solo”, sigue Sergio en la carta dirigida a Francisco.

Juan Alberto Puiggari es el actual arzobispo de Paraná. Sergio le contó su abuso y le dijo que lo iba a ayudar, pero no hizo nada. En mayo del año pasado Sergio viajó a Roma para ver al Papa. El 3 de mayo le dejó una carta, con una foto de él de chiquito. Francisco lo llamó y le dijo que lo vería al día siguiente.

El 4 se encontraro­n. La reunión duró media hora. Francisco le devolvió la foto. Le dijo que confiara en el Obispo y que no hablara con periodista­s porque eran unos “hipócritas”. Sergio le contó que se había dado cuenta de que era homosexual y que se iba a separar. Francisco le dijo que no, que su “misión era el matrimonio y que tenía que seguir casado”.

“Entonces me explotó la cabeza. Empecé terapia. Me medicaron”, cuenta Sergio a Clarín. En enero de este año el obispo Puiggari le dijo que iban a cerrar la investigac­ión interna de la Iglesia porque el cura estaba mal de salud.

El 11 de septiembre Sergio volvió al Vaticano para ver a Francisco otra vez más. No lo logró. Dijo que iba a hacer la denuncia de un abuso. En las oficinas de la Congregaci­ón de la Fe le dieron hojas en blanco y que la escribiera a mano. Entonces denunció a su tío y a “Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, por encubrimie­nto”. Aún no hubo respuesta.

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Sergio Decuyper, en una de las visitas al Vaticano.
Víctima. Sergio Decuyper, en una de las visitas al Vaticano.

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